miércoles, 7 de mayo de 2014

05.-Torquay.

-Mic, me voy. -le dijo Brooke, un sábado bien temprano.- No me esperes hasta por la noche.

-¿Y eso? -preguntó Micaella, desde la cama.

-Nos vamos a Torquay a mirar el hotel. John y su novia nos van a acompañar. -explicó Brooke.

-Pasároslo bien... -le dijo Micaella, hundiendo la cabeza en la almohada, otra vez.


Brooke cogió un autobús hasta la estación de tren y allí se encontró con Angie en la puerta. Angie era la novia de John, mejor amigo de Paul. Era una chica de mediana altura -más alta que Brooke-, de pelo ondulado y muy oscuro y tez clara. Ese día llevaba una falda negra, con una blusa verde, un café en la mano y un collar precioso.

-Hola, Angie.

-Hola, ¿cómo estás? -preguntó sonriendo Angie.

-Muy bien. Pero veo que la puntualidad de nuestros novios sigue siendo la misma. -dijo Brooke, mirando el reloj.

-La de veces que tuvimos que esperarlos juntas... -dijo Angie, recordando.

-Cierto. Pero esta vez no llegan tan tarde. -dijo Brooke, señalando el coche de Paul que aparcaba delante de ellas. Cuando salieron del coche riendo, vieron las caras de sus novias.

-No es tan tarde. -dijo John.

-Nunca es tan tarde... -dijo irónicamente Angie.

Los cuatro compraron billetes de tren para ir a Torquay y subieron al tren que estaba a punto de salir. Se sentaron los cuatro juntos y se prepararon para tres horas de viaje. Cuando llegaron a Torquay decidieron ir a ver el hotel lo primero.

-Esther tiene muy buen gusto... -dijo Brooke, cuando entraron en el hotel.

-¿Todavía lo dudabas? Mira a su novio... -dijo Angie.

-Y a sus amigos. -dijo John, señalándose a él y a Paul. Las chicas los miraron serias.

-Claro. -dijeron a la vez. Se acercaron a un hombre que trabaja en el hotel y pidieron hablar con el encargado, éste los recibió en un despacho.

-Buenas tardes. -dijo aquel hombre con traje y bien peinado, detrás de su escritorio, cuando los cuatro entraron en su despacho.

-Hola. -dijo Paul.

-Siéntense, por favor. -dijo aquel hombre.- Soy Henry Lose. -estrechó su mano con los cuatro.

-Mire, mi novia y yo nos vamos a casar en tres meses. -dijo Paul.

-Felicidades, señorita. -le dijo Henry a Angie. Ésta se rió.

-Gracias, pero yo no me caso. Ella se casa. -dijo Angie, señalando a Brooke, sentada del otro lado de Paul. Brooke le sonrió y le enseñó el anillo de compromiso de su mano.

-Entonces felicidades a usted. -se corrigió el encargado.

-Gracias. -dijo Brooke.

-Entonces si ustedes se van a casar me alegra comunicarles que este es el mejor sitio para celebrar la ceremonia. -dijo el encargado.- Por favor, si me acompañan les enseñaré las instalaciones.

Los cuatro siguieron a Henry Lose por los pasillos del hotel. Éste los llevó hasta una enorme sala. Era un salón pintado de blanco, donde perfectamente entraban doscientas personas.

-Esta es una de nuestras salas de ceremonias. -explicó el encargado.- Después, tenemos el comedor, puerta con puerta. -abrió unas puertas muy grandes y les mostró un salón más grande, con mesas y un pequeño escenario al final.

-Esto es precioso... -dijo Brooke.

-Y no nos olvidemos de nuestros exteriores. -dijo señalando los grandes ventanales. Angie y Paul se asomaron a ellos y miraron las vistas a la playa.- Además de incluir servicio de bar durante el banquete y la opción de escoger los menús.

-¿Servicio de bar? -preguntó John, acercándose a la barra que estaba casi al lado del escenario.

-Y por supuesto pueden escoger entre una banda para ambientar o música reproducida. Tenemos un gran servicio de audio. -añadió el encargado señalando los altavoces.- ¿Cuándo sería la boda?

-Veinte de abril. -le dijo Brooke.

-Perfecto. Entonces ustedes y todos los invitados que quieran pueden instalarse aquí desde el viernes y hacer el ensayo esa misma noche. La noche del sábado les proporcionaríamos dos salas para las despedidas de solteros y el domingo la ceremonia. -dijo Henry.

-¿Cómo serían los salones para las despedidas de solteros? -preguntó John, separándose de la barra.

-No, no haremos despedidas. -dijo Paul.

-¿Cómo que no? -preguntaron John y Angie a la vez.

-Sí que harán. -le dijo Angie al encargado.

El encargado les enseñó un poco los exteriores y alguna habitación. Los cuatro quedaron fascinados por el hotel y volvieron al despacho de Henry Lose. Allí, hicieron cuentas y llegaron a un módico precio para los novios.

-¿Cuántas habitaciones y de qué tipo necesitarían para el viernes 18 de abril? -preguntó Henry. Los novios se miraron sin saber qué decir.

-Todavía no lo sabemos. -dijo Paul.

-Entonces, tome mi tarjeta. -dijo Angie, sacando una tarjeta de su bolso.- Yo me encargaré de encargar todo.

-Angie... -le dijo sorprendida Brooke. Angie le guiñó un ojo.

-Muy bien. -dijo Henry. Él le dio otra tarjeta.- Mi número y el del hotel. Por favor, antes del 1 de abril deberíamos saber la cantidad de habitaciones y el tiempo que las reservarán.

-Por supuesto, no se preocupe. -dijo Angie. Los cuatro estrecharon las manos con Henry Lose y se fueron a comer. Lo hicieron en una pequeña hamburguesería. Después, compraron otros cuatro billetes de vuelta a York.

-Angie, muchas gracias por lo que hiciste hoy. -le dijo Brooke, en el tren.

-Vosotros ya tenéis que hacer muchas cosas, yo me puedo encargar de eso perfectamente. -dijo Angie.

-Claro, yo la ayudaré. -dijo John.

-¿Todavía os queda mucho por hacer? -les preguntó Angie.

-Sí... -dijo Paul, seguido de un suspiro.

-Tenemos que escoger a todos los invitados, la colocación, la música, la comida, los trajes... -dijo Brooke, enumerándolo con las manos.

-Sí necesitáis ayuda... -dijo John.


-No os preocupéis. Si necesitamos ayuda lo sabréis. -dijo Paul, sonriendo.

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