lunes, 10 de marzo de 2014

Cumpleaños.


-El otro día Kelly me preguntó cuanto tiempo le quedaba para poder jugar al baloncesto. -le contó Noel a Goldman, con una sonrisa en la cara.

-¿En serio? No hay dudas de que son tus hijas... -dijo Goldman.

-Yo nunca lo dudé. -confesó Noel. Entonces Eric llegó con el carro de Lucas.

-Hola. -dijo sentándose con ellos en la mesa de Cazadores de Duendes.

-Hola, tío. ¿Cómo estás campeón? -le preguntó Noel al pequeño.

-Hoy muy bien, porque dormimos toda la noche. ¿Verdad? -le dijo Eric.

-¿Da guerra por la noche? -preguntó Goldman.

-Mucha. -se quejó Eric.

-Es lo que hay... -dijo Noel, sacando a Lucas del cochecito y cogiéndolo en brazos.

-¿Cómo están las niñas en el día de su cumpleaños? -le preguntó Eric a Noel. Hoy las gemelas cumplían cinco años y esa tarde se celebraba el cumpleaños en casa de Noel y Tara.

-Están ansiosas y nerviosas. -dijo Noel.- Aun no pasó el día de su cumpleaños y ya están pensando en cuando cumplan seis años.

-Así son los niños, amigo. -le dijo Harry Goldman. Entonces al viejo, que también estaba invitado al cumpleaños, se le ocurrió el mejor regalo del mundo.- Bueno, me voy que tengo un par de cosas que hacer. -dijo levantándose. Iba a pagar el café, pero Noel lo detuvo.

-Entrenador, el café fue por cortesía de la casa. -le dijo con Lucas en brazos. Goldman sonrió y salió del café.


Cuando Leyda vio a su padre en la puerta del colegio corrió hacia él. Siempre la iba a buscar su madre o sus abuelos y que la fuera a buscar su padre era algo raro para ella. Jared la llevó a casa y cogió los libros de cocina.

-Papá, ¿para qué es eso? -le preguntó Leyda.

-¿Te acuerdas de que hoy vamos a la fiesta de cumpleaños de las gemelas, no? -su hija asintió.- Pues vamos a hacer la tarta de cumpleaños.

-¿Sí? ¡Que divertido! -dijo ella aplaudiendo.

Cogieron los utensilios necesarios para preparar la tarta de chocolate y galletas. Mientras Jared preparaba el chocolate caliente, Leyda colocó las galletas en una bandeja. Prepararon bien la tarta. Pero a Leyda, cuando la tarta ya estaba en la nevera, se le cayó el chocolate que había sobrado sobre el suelo de la cocina. Justo en ese segundo entró Cassandra y llevó las manos a la cabeza.

-Ups. Lo siento, mamá. -dijo Leyda.- ¿Con qué lo limpio? -le preguntó a Cassandra.

-Tranquila, Leyda. Ve a cambiarte, ya lo limpio yo. -le dijo Jared.

-Eso, apura que en media hora tenemos que estar en casa de Lisa y Kelly. -dijo Cassandra. Leyda se fue corriendo a cambiarse la ropa. Cassandra y Jared limpiaron lo que ella había ensuciado.


A las cuatro de la tarde, todos estaban en casa de Noel y Tara. Amigas y amigos de Lisa y Kelly, familiares, amigos de familia... Brianna, William, Goldman, Danniel, Ryan, Mónica, Kayla, Eric, Lucas, Jared, Cassandra y Leyda, entre ellos.

-¿Estás segura que le llegó la invitación? -le preguntó Noel a Tara, en la cocina, sacando la merienda para los niños.

-Sí, Noel. Hablé personalmente con ella. -hablaban de Mery. Tara y Noel habían decidido invitarla.- Ya llegará.

-No estoy tan seguro. Mery siempre es muy puntual. -dijo dejando las bandejas encima de la mesa del jardín.

-¿Invitasteis a Mery? -les preguntó William, con Lucas en brazos.

-Sí. -dijo Noel.- Pero no creo que venga. Ella nunca llega tarde.

-Hablando de Roma, Mery se asoma. -dijo Kayla. Entonces todos miraron a la puerta de la casa, donde estaba entrando Mery. Les sonrió y se acercó a los padres de las cumpleañeras.

-Gracias por invitarme. No pude venir antes. -se disculpó ella.

-No pasa nada, Mery. Espera que llamo a las niñas. -dijo Tara. Entonces desapareció entre los niños a buscar a sus hijas.

-Gracias, por venir. -dijo Noel abrazando a su ex-novia.

-¿Cómo me voy a perder un evento así? -dijo Mery. Entonces, las gemelas llegaron corriendo con Tara detrás de ellas.

-Hola. -dijeron a la vez.

-Hola, niñas. Os traje una cosa. -dijo Mery, enseñando la bolsa que traía en la mano.

-Mery... -dijo Noel, riñéndole.

-Tomad. Esta para ti, y esta para ti. -dijo dándoles una caja a cada una. Las niñas abrieron la caja con entusiasmo. Dentro había dos colonias, diferentes.

-Gracias. -le dijeron las niñas. La abrazaron, le dieron el regalo a su madre y volvieron corriendo a jugar con sus amigos.

La hora de la merienda llegó y todos se sentaron alrededor de la mesa. Comieron todo lo que Noel y Tara prepararon, mientras los adultos tomaban un café. Tara llamó a Leyda y, en secreto, las dos fueron a la cocina a buscar la tarta. Encendieron las velas y la llevaron entre la dos a la mesa. Cantaron cumpleaños feliz y las gemelas soplaron las velas. Después llegó el momento de los regalos. Muñecas, ropa, juguetes... Pero el último fue sin duda alguna el más original y el mejor para ellas. Goldman, quiso esperar y darle el regalo de último. Se sentó en una silla y ellas se sentaron en sus piernas. Noel y Ryan miraban desde la espalda de Goldman.

-Vuestro papá me contó un secreto. -dijo Goldman.

-¿Qué secreto? -preguntó Lisa.

-Que queríais jugar al baloncesto.

-Pero dice que hasta que no cumplamos seis años no podemos jugar. -dijo Kelly.

-Solo os quedan trescientos sesenta días. -dijo Danniel.

-Trescientos sesenta y cinco días, Danniel. -le corrigió su padre.

-Bueno, el caso es que no vais a tener que esperar tanto. -dijo Goldman. Entonces sacó dos targetas de su bolsillo. Eran dos fichas deportivas de Duendes Verdes. Una era de Lisa y otra era de Kelly.

-¿Qué es esto? -preguntó Lisa.

-Es vuestra ficha deportiva. -les dijo Goldman, entusiasmado.- Ya podéis jugar al baloncesto.

Las dos niñas sonrieron de oreja a oreja y abrazaron fuerte a Harry Goldman.

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