-No entiendo porque tengo que ir. -se volvió a quejar
Bella, mientras su hermana, peluquera, le peinaba.
-Porque trabajas allí, Bel. -le dijo Taylor, su
hermana.- Además, vas a ir preciosa.
La verdad es que Bella, con la ayuda de Taylor, había
comprado un vestido rojo con encaje y la espalda al descubierto
realmente precioso. Además, su hermana la estaba peinando. Un
trenza en la espalda te va a ir genial,
le había dicho cuando estaban pagando el vestido. Se pintó las uñas
de rojo y maquillaje con colores cálidos. Media hora antes de la
hora acordada para llegar al restaurante, ella ya estaba lista. Era
su primer año trabajando en la empresa de su tío, una empresa
dedicada a una cadena de juguetes. Sus compañeros la habían
invitado a la cena de la empresa y ella se sentía obligada a
asistir, pese a que no tuviera muchas ganas.
-Mira el lado positivo, podrás conquistar a ese chico
tan guapo. -le dijo Taylor.
Bella, después del primer día de trabajo, le contó a
su hermana pequeña que había un hombre muy atractivo en su empresa,
George. Con el paso de los meses se fueron conociendo un poco más, y
Bella se había dado cuenta que además de atractivo era una persona
muy agradable. Atracción física + simpatía = Futuro marido. Esa
era la ecuación para Bella.
-Seguro que no me hará mucho caso. Siempre están todos
babeando por Lucy.
Lucy era una mujer, algo mayor que ella, por la que
todos los hombres de la empresa matarían. A Bella no le caía bien,
no soportaba eso de que los hombres estuvieran siempre detrás de una
mujer, haciéndole la pelota. Incluso cuando esa mujer era ella.
-Bella, tu taxi. -le dijo la empleada de Taylor.
Bella se levantó del sillón de peluquería donde
estaba sentada, se despidió de su hermana, se puso el abrigo negro,
salió del salón de belleza y subió al taxi. El taxista le comentó
varias veces lo hermosa que estaba y ella le pagó al final del
viaje. Cuando entró en el caro restaurante, que sus compañeros
habían elegido para celebrar la pequeña fiesta, todas las miradas
se fijaron en ella. Normalmente iba vestida de forma discreta y
seria, pero esa noche era todo lo contrario.
-¡Bella! No te reconocía... -hipérbole de parte de
Martha, su mejor amiga de la empresa.
-Lo mismo te digo. -le dijo Bella, sonriéndole. Su
amiga vestía un vestido negro y el pelo recogido.
-¿Lo haces para conquistar a George? -le susurró,
Bella se rió.- Pues te aviso que llegas tarde, ya me vio y me dio
dos besos.
-¡Bella! Caray, estás preciosa. -le dijo George,
llegando por detrás de ella. Después de decirle eso le dio dos
besos.
-Malditas rubias... -susurró Martha, apartándose un
momento.
-Gracias, George. Pero tú no te quedas atrás. -le dijo
Bella.
-Nada comparado
contigo, de verdad. -le dijo él. Le guiñó un ojo y se fue a
saludar a otro compañero.
-Te odio... -le dijo Martha a su amiga antes de entrar
al salón y sentarse a comer una al lado de otra.
La cena transcurrió normalmente. Chistes malos de los
graciosillos, alguna copa de vino de más para otros, bromas de los
más simpáticos y algún sitio libre, como es habitual. Bella se
disculpó y se levantó para ir al baño. Pero cuando salió del baño
y se estaba lavando las manos escuchó unos sollozos que venían de
uno de los servicios.
-¿Hola? ¿Quién está ahí? -preguntó. Pero nadie le
respondió. Miró por el hueco de las puertas de los servicios hasta
que dio con el que estaba ocupado. Los zapatos los conocía.- Lucy,
sé que eres tú. Abre, por favor. -la puerta se abrió y se encontró
con Lucy llorando.
-¿Cómo sabías que era yo? -le preguntó ella.
-Tus zapatos, son preciosos. -le dijo ella, con una
pequeña sonrisa.- ¿Quieres hablar?
-Mi novio, me dejó... -le confesó ella. Bella bufó y
sacó unos pañuelos de papel de su bolso, le dio uno a ella.-
Gracias.
-Estoy acostumbrada... Siempre llevo porque siempre
salgo con idiotas. -le dijo Bella. Lucy se rió entre las lágrimas.
-Yo también. El más idiota de la sala, ese es mi
novio. -dijo ella, secándose las lágrimas con el pañuelo que le
había dejado Bella.
-Pero no vale la pena llorar. Estás en la cena de la
empresa, tiene toda la pinta de que será divertido. -le dijo Bella.
La puerta del baño se abrió y Martha se asomó.
-Bella, ¿te tragó el váter? -preguntó entrando.
-No... -dijo riendo Bella.
-¡Estás aquí! -dijo sorprendida de que estuviera con
Lucy. Entonces vio las marcas de lágrimas en la cara de Lucy y se
acercó a ellas.- ¿Un hombre? -Lucy asintió.- Son todos iguales...
Pero vamos, es una fiesta. Además, acabo de oír que nos van a poner
música ahora. Vamos a bailar. -les propuso.
Las dos sonrieron y, después de que Lucy se lavara la
cara, salieron al salón otra vez. La música empezó a sonar en
seguida y salieron a bailar. Además, pronto empezaron a servir
alcohol, con lo cual hasta los más vergonzosos estaban bailando.
-Hoy estás más atrevida, Bella. -le dijo su tío, con
una sonrisa de lado.
-Sí, me empieza a gustar esto de trabajar aquí...
-confesó sonriente.
-Bueno, no bebas mucho. No quiero tener que responder
delante de tu madre.
Ante la frase de su tío, Bella se rió. Se despidió de
él y siguió bailando con Martha y con Lucy. Pero no solo con ellas,
bailó con todos sus compañeros. Pusieron todo tipo de música, lo
que hizo que hasta los más veteranos se pusieran a bailar.
-George no te quita la mirada de encima. -le dijo Martha
al oído en medio de una canción. Bella lo miró y le sonrió.-
Lánzate.
-No, hoy no es la noche. -dijo ella. Pero sabía que era
la noche perfecta.
Cuando sus pies ya no podían más, el cansancio
empezaba a aparecer en su cuerpo y los echaron de la fiesta, Bella
decidió volver a casa. Llamó a un taxi y lo esperó delante de la
puerta del restaurante.
-Hola. -dijo George, con una sonrisa y parándose a su
lado.
-Hola, George.
-Fue una buena noche, ¿no?
-La verdad es que sí.
-Espero que después de esta noche empieces a salir de
fiesta con nosotros más a menudo. -dijo con una sonrisa.- ¿Te llevo
a casa?
-No, esta noche no. ya he llamado a un taxi.
-Vale, pero me debes un viaje a tu casa. -dijo él
alejándose. Bella sabía que tenía un doble sentido y sonrió.

Másss!!!!
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