lunes, 23 de diciembre de 2013

Cuento número dos: Christmas volley.



El despertador sonó y Caroline lo apagó. Se vistió con tres capas de ropa, siempre sufría por frío en esa época. Bajó a desayunar y su padre la deleitó con un café bien caliente. Después preparó su mochila con los libros y su bolsa de deporte. Su amiga, Kitty, la llevó a clase, como todas las mañanas.

-He oído que se ha organizado un torneo de volleyball navideño, ¿es cierto? -les preguntó el profesor de matemáticas, al final de su clase.

-Sí. -contestaron varios a coro.

-¿Quién participa? -casi todos los chicos levantaron la mano y seis chicas también.- Pues suerte entonces... -dijo saliendo de la clase.

Después de esa clase, Caroline y sus compañeros tuvieron que soportar a la insoportable profesora de Historia. Pero la tercera clase con el profesor de Física la tuvieron libre, ya que él no dio clase, por motivos festivos. Un grupo de chicas se reunieron en una mesa doble, al lado del radiador de la clase. Ellas eran Danielle, Allyson, Emily, Hannah, Kitty y Caroline.

-Chicas, ¿es cierto que vais a competir esta tarde con las de último curso? -les preguntó uno de sus compañeros.

-Sí, es cierto. -contestó Allyson. Ellas tan solo eran de décimo curso.

-Suerte, entonces. La vais a necesitar. -les dijo otro de sus compañeros riendo. Ellas lo fulminaron con la mirada y él se retiró.

-No son tan buenas... -dijo Kitty.

-Claro que no. -le dio la razón Emily. Ellas seis estaban en el equipo cadete de volleball de su instituto y sus contrincantes en el equipo juvenil.

-No les hagáis caso, son imbéciles. -dijo Danielle, bien pegada al radiador.

-Señoritas, ¿tanto frío hace? -les preguntó el profesor. Ellas rieron, pero no se separaron de su lugar.

Durante la comida se sentaron en su sitio habitual, con el resto de su grupo de amigos. Entre ellos Robert, Taylor, Jacob, Bill, Paul, Emmett y Jason. Todos juntos ocupaban una esquina de una de las cuatro enormes mesas del comedor. Todo el colegio estaba decorado con adornos navideños, pero el lugar más bonito era el comedor. Había una enorme chimenea que habían encendido, un enorme árbol de Navidad y otros más pequeños, sin olvidarse de las luces por las paredes.

-Chicas, hoy a las cuatro en el gimnasio. -les dijo Brittney, una de las chicas contra las que competiría esa tarde.

-No te preocupes, Britt. -le dijo Hannah.

-Nos vemos... -se despidió Brittney.

Y las cuatro, puntuales, allí estaban las chicas. Entraron en el vestuario y empezaron a cambiarse. Se pusieron los cortos pantalones de volley marrones, una camiseta verde, unas medias marrones y todas las protecciones necesarias. Después se pusieron unos cuernos de renos navideños en la cabeza y la capitana, Caroline, se pintó la nariz de rojo. El presentador era Bill, su amigo.

-Ahora, disfrutaremos de las competiciones de volleyball. Perimero competirán las Supernenas, contra Los renos de Navidad. -anunció Bill. Claramente, el equipo de Caroline era el de los renos. Sus contrincantes no eran buenas, por eso pudieron ganar sin dificultad.- Las ganadoras son Los renos de Navidad. Y ahora competirán... -otros dos equipos de volley masculino compitieron. Después las chicas de último curso les dieron una paliza a las pobres niñas de noveno grado.

-Ponte esto, te vas a morir de frío sino. -le dijo Paul a Caroline, cediéndole su sudadera del equipo de football y sentándose a su lado.

-Gracias. -ella se la puso y cuando se sentó a su lado, apoyó la cabeza en su hombro.

-Que bonita pareja... -les dijo la profesora de Inglés cuando pasó por su lado. Él se rió y ella se puso colorada. Después tuvo que volver a competir contra chicas de undécimo curso. No fue tan fácil ganar, pero lo consiguieron.

-¿Quién es la capitana, chicas? -les preguntó el profesor de Educación Física, todas señalaron a Caroline. Ella levantó la cabeza del hombro de su novio otra vez.- ¿Cómo no me di cuenta antes? Rodolfo es la capitana. -bromeó él. Caroline le sonrió.- Me acaban de preguntar si estaríais dispuestas a jugar contra chicos también.

-Claro, ¿por qué no? -dijo Caroline, mirando a sus amigas que asentían.

-Que valientes. Perfecto. -dijo el profesor, antes de continuar organizando los juegos de esa tarde.

El siguiente partido las chicas jugaron contra los pequeños de noveno grado, a los que ganaron sin problemas. Estaban invictas, todavía.

-Creo que somos los únicos dos equipos invictos. -le dijo Brittney, cuando se cruzaron.

-Todavía, querida. -le dijo Caroline. Se llevaba muy bien con las chicas del equipo superior al de ella, pero en el fondo deseaba con todas sus ganas ganar el torneo y demostrarle a sus compañeros de lo que eran capaces ellas y sus amigas.

Y la final femenina llegó con el equipo de Los renos de Navidad y el equipo de las mayores, Señoras Claus. Se enfrentaron en el campo y todo el público se dividió en los dos equipos. Gritaban animando y, algunos, desanimando. El partido estaba muy ajustado y los dos equipos tenían los mismos puntos. Alguna se caía el suelo para coger el balón y lo conseguía, otras remataban con tanta fuerza que el equipo contrario era imposible que se la devolvieran. Pero todo estaba muy igualado. El equipo de Caroline, se reunió en un círculo y pensaron en una jugada perfecta.

-¿Preparadas chicas? -les preguntó Brittney.

-Nunca estuvimos más preparadas... -le dijo Hannah. Caroline les guiñó un ojo y el balón volvió a juego.

Y la jugada que Caroline había funcionado, haciendo que Emily marcara el tanto de la victoria. Las chicas ganadoras se abrazaron en el medio del campo y después saludaron a las perdedoras.

Después de ese partido jugaron uno más, contra los chicos ganadores. Ese partido sí que lo perdieron, pero por lo menos dieron pelea. Lo que ninguna sabía es que había un seleccionador de volleyball para la selección nacional, observándolas. Lo supieron el veintiséis de diciembre, cuando una carta llegó a casa de Caroline.


-Caroline, es para ti. -le dijo su madre. Ella, sorprendida de que llegara una carta para ella, la abrió. Cuando vio el sello de la federación de volleyball se emocionó, pero más se emocionó cuando leyó que la querían en la selección. Ese fue el mejor regalo de Navidad de su vida.

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