lunes, 23 de diciembre de 2013

Cuento número uno: Obra navideña.



Este cuento empieza con una protagonista, Leah Smith. Es una joven de veintiséis años, estudió Educación y da clase en una escuela en su pueblo natal. Pero, aparte de eso, dirige un grupo de teatro infantil. Niños entre cuatro y dieciséis años se juntan como actores. Leah es soltera y su única familia es su hermano mayor, Michael Smith. Michael está casado y tiene un pequeño niño de seis años, Ronald. Pero su hermano y familia no vivían cerca. Una tarde, antes de salir de su casa hacia el ensayo recibió una llamada.

-¿Hola? -dijo ella, sujetando el teléfono con el hombro.

-Leah, soy Mickey. -así lo llamó su hermana desde que podía hablar.

-Hola, Mickey. ¿Cómo estás? -preguntó ella, con una sonrisa.

-La verdad es que no muy bien... -al escuchar esto, Leah dejó de hacer todo lo que estaba haciendo y cogió el teléfono con la mano.- Nuestro vuelo se ha cancelado.

-¿Qué? ¿Por qué? -preguntó ella.

-Por nieves, Leah. No podremos ir esta Navidad... -dijo el mayor de los hermanos. Después de decir esto le dijo y repitió varias veces que estaban deseando ir, pero que no podría ser.

-Está bien, Michael. No te preocupes. -dijo Leah, decepcionada. Se despidieron y Leah se dejó caer sobre su sillón.

No sabía que haría ella en Navidad sin su familia. Le encantaba la Navidad, pero una Navidad sola no sería la mejor. Tuvo que levantarse e irse al ensayo, aunque ya no lo hizo con las mismas ganas que siempre. Llegó al teatro y los niños corrieron a saludarla. Todos querían mucho a su profesora.

-Chicos, empezamos. -gritó Leah, dando unas palmas para que todos la escucharan. Esas Navidades interpretarían una versión de Un Cuento de Navidad de Charles Dickens. Lo había modificado un poco para hacer la obra apta para veinte niños que estaban a su cargo.

El protagonista, un niño de catorce años, era Ebenezer Scrooge. Los tres fantasmas (del pasado, del presente y del futuro) eran un niño de diez años, otro de doce y otro de quince. Bob Cratchit era un joven de quince años. Su mujer, la señora Cratchit, una niña de catorce. Y sus tres hijos, Peter, Martha y Tim, eran un niño de siete, una niña de seis y, el más pequeño del grupo, con cuatro años. Fred, el sobrino de Scrooge, era un rebelde de trece años. Jacob Marley, el fantasma del socio de Cratchit, era un niño de catorce años. El señor y la señora Fezziwig eran interpretados por una pareja de siete años. Belle, la antigua prometida de Scrooge, era una preciosa niña de nueve añitos. La criada del viejo avaricioso era una niña de ocho años. Los recaudadores para los pobres era una pareja de amigos de siete años. Una niña de doce años interpretaba a una mendiga. Y los enterradores del cuerpo de Scrooge eran dos niñas de diez años. Así, todo le cuadraba.

Después del ensayo, Leah les ordenó a sus chicos que al día siguiente, día del estreno, fueran tres horas antes del estreno para el ensayo general y la preparación. Primero salieron los mayores y luego ella dejó que los más pequeños se fueran con sus padres, si es que estaban presentes. Todos los padres de los niños estaban allí, menos los padres de la pequeña Camilla. Camilla le daba vida a la hija de Bob Cratchit y tenía siete años. Sus padres se acaban de divorciar, lo que producía algunos problemas familiares a veces.

-¿Quién te tiene que venir a buscar hoy, Cami? -le preguntó Leah, mientras la acompañaba en la puerta del teatro.

-Creo que papá. -contestó la pequeña de seis años. Diez minutos después el señor Johnson, padre de Camilla, llegó corriendo.

-Lo siento, lo siento muchísimo. -dijo él, cogiendo a su hija en brazos.

-No pasa nada... -dijo Leah con una sonrisa de lado.

-De verdad, seguro que tiene otras cosas que hacer, en vez de cuidar de mi hija... -dijo el hombre, preocupado. Lo que él no sabía es que todos los planes de Leah se habían cancelado horas antes.

-No se preocupe. Nos vemos mañana. -dijo con aquella sonrisa que la caracterizaba. Después le habló a la niña, que estaba en los brazos de su padre.- Mañana tres horas antes, Camilla, acuérdate.

-Sí, señorita Smith. -dijo ella, feliz. Los dos se fueron y Leah los siguió hasta la entrada.

-Hasta mañana, Leah. -le dijo el conserje del teatro.

-Adiós.

Al día siguiente, todos los niños estuvieron puntuales en el teatro. Estaban bastante nerviosos y Leah les transmitió calma. Primero dirigió el ensayo principal, con la ayuda de Sophia Williams, madre de la niña que le daría vida a Belle, que siempre la ayudaba el día del estreno. Después del ensayo llegó la hora del vestuario y del maquillaje. Los primeros en prepararse fueron los mayores, o los que necesitaban más caracterización. Con la ayuda de Sophia, media hora antes del estreno todos estuvieron listos.

-Ve a cambiarte, yo los vigilo. -le dijo Sophia.

Leah le sonrió y fue al baño a arreglarse un poco. Se puso el vestido que su amiga le había regalado por su cumpleaños, un vestido negro precioso. Lo acompañó con unas gordas medias grises, debido al frío; unas botas negras y una chaqueta de punto rosa. Se maquilló un poco y cuando volvió con sus niños todos se sorprendieron.

Que guapa!

-Señorita, ¿no tendrá un novio por ahí?

-¿Dónde compró esas botas?

Las preguntas la bombardearon y ella simplemente sonrió. Y los preparó antes de salir al escenario. Estaba todo ya listo. Se asomó por una cortina y vio casi todo el teatro lleno, se sonrió a si misma y respiró hondo.

-¿Todos listos? -preguntó cuando reunió a todos los jóvenes actores en un círculo. Gritaron un gran y ella sonrió.- Pues vamos allá. -Leah salió al escenario y con un micrófono presentó la obra.- Buenas noches. Esta año el grupo de teatro hemos preparado una versión del famoso Cuento de Navidad. Los niños se han esforzado mucho, así que pido un fuerte aplauso para ellos. -sonrió y con los aplausos del fondo, desapareció del escenario y le dio paso a Scrooge.

-Esta noche vendrán a visitarte tres espíritus. Escúchales y deja de ser un egoísta o tus cadenas serán más pesadas que las mías... -dijo el joven de catorce años que interpretaba a Jacob Marley. Salió del escenario y el protagonista continuó su actuación.

Lo estaban haciendo de maravilla, hasta los más pequeños. Cada vez que uno de ellos salían del escenario ella les chocaba la mano y los felicitaba.

-Cratchit, le nombro mi socio. -dijo Scrooge. La familia Cratchit celebró el ascenso con el viejo y la obra terminó. Primero, se cerró el telón y después se volvió a abrir con todos los niños detrás de ellos.

La pequeña Camilla fue a buscar a Leah y tiró de su mano para que saludara con ellos, desde el escenario. Entonces, entre el público, vio a su sobrino sentado sobre los hombros de Michael. Le aplaudían y la saludaban. Ella les sonrió de oreja a oreja y saludó. Los niños más mayores del grupo aparecieron con un ramo de flores para su profesora y se lo entregaron acompañado por un beso en el mejilla.

Cuando ya todos los niños corrían hacia el público, para disfrutar de la actuación de un coro que cantaba villancicos y Leah recogía todo lo suyo, el señor Johmson llegó al backstage.

-Enhorabuena, señorita. -dijo sorprendiendo a Leah. Ella le sonrió.

-Gracias.

-Camilla me ha dicho que está soltera, y me preguntaba si un día de estos aceptaría un café conmigo... -dijo el señor Johmson. Leah le sonrió.

-Por supuesto. -dijo Leah.

-¿Me da su número? -preguntó el padre de la niña, dándole el teléfono. Leah apuntó su número y se lo devolvió. Entonces, vio a su hermano y a su sobrino llegando por el largo pasillo.

-Si me disculpa... -dijo señalando a su familia.

-Por supuesto, la llamaré. -prometió él.


Leah corrió hacia su sobrino, que corría hacia ella. Lo abrazó y lo cogió el brazos. Después abrazó a su hermano. Por último, a su cuñada. Michael explicó que finalmente viajaron hasta allí en coche. Leah les agradeció lo que acababan de hacer por ella y los cuatro se fueron a celebrar la Navidad juntos. Y, por supuesto, Leah y el señor Johmson salieron y tuvieron un final feliz.

1 comentario:

  1. Hay me encantó!!!!!! Una pregunta, no vas a volver a escribir laliter?

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