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El
despertador volvió a sonar en casa de Brianna y ella lo apagó
perezosa. Se levantó dos minutos después y se fue a duchar. Preparó
sus cosas, le dio el desayuno a su perra e hizo la cama. Encontró
una carta en el buzón que informaba que sus padres habían ingresado
el dinero de ese mes en su cuenta. Brianna Parsons vivía sola con su
perra, Lucy, a los diecisiete años. Sus padres, divorciados, eran
los dueños de una gran empresa que vendía cosméticos, llamada
“Bello, fuerte y formal” y vivían en Nueva York. Hacía
un año que ninguno de los dos vivía con su hija. Ella eligió
quedarse en Bugle, su ciudad de siempre. Brianna pasó el verano con
su abuelo y volvió a Bugle una semana antes de empezar las clases.
De casa de su abuelo había traído a Lucy un dálmata de apenas tres
meses, su única compañía en casa.
Cuando dejó
todo listo, salió de casa, cerró la puerta y se sentó en la parada
del autobús. Mientras lo esperaba vio el coche de su vecino salir de
su garaje. Ni siquiera lo saludó, se limitó a llevar la mirada a su
móvil y esperar que el autobús escolar llegara. Cuando llegó al
instituto Cassandra ya la estaba esperando para desayunar juntas en
la cafetería. El timbre sonó y Cassandra se despidió para asistir
a su clase de Filosofía, y Brianna a clase de Inglés. Cuando
Cassandra llegó a su clase solo había un sitio libre, al final de
la clase y al lado de Ryan Evans.
-Hola. -le
dijo antes de sentarse. Él le sonrió y ella se sentó en silencio.
Eric Shaw
llegaba tarde a clase de Historia, pero no tenía ganas de correr
para llegar. En realidad, le daba igual.William le había devuelto la
ilusión de tener algo que ver con el equipo este año. Ser delegado
era una muy buena idea, pero llegó tarde y Harry Goldman ya no lo
quería en su equipo. Caminaba despacio y un coche se paró a su lado
y bajó la ventanilla para hablar con él.
-Shaw llegas
tarde. -le dijo William desde su coche.- Sube que te llevo. -Eric le
hizo caso y subió al coche. William arrancó de nuevo y condujo
rumbo el instituto.- ¿Te pasa algo? Estas muy callado.
-Pasa que
ayer fui a hablar con Goldman y no me quiso en el equipo.
-¿Por qué?
-preguntó sorprendido.
-Cuando
llegué las pruebas se habían terminado y ni siquiera me escuchó.
-Hoy hablaré
yo con él.
-No quiero
meterte en líos, Will. Da igual.
-No da
igual. -ya había apagado el coche y estaba cogiendo sus cosas.- A
las cinco en el pabellón, tendrás tu puesto de delegado.
-Pero,
Will...
-No hay nada
que discutir. Vamos, ¿qué clase tienes ahora?
-Historia.
-¡Que
casualidad! Yo también. -los dos rieron y corrieron hasta la puerta
de la clase de Historia.
A la hora de
la comida Brianna y Cassandra se sentaron en una pequeña mesa
mientras hablaban de sus clases del día. Kayla las sorprendió por
la espalda y su bandeja llena de comida en las manos.
-¿Me puedo
sentar con vosotras? -les preguntó. Las dos miraron su sitio
habitual, al lado de Brandon, vacío.- No soporto a sus amigos.
-confesó cuando observó a sus compañeras del equipo mirando su
antiguo sitio.
-Claro,
siéntate. -dijo Brianna.
-¿De qué
hablabais? -les preguntó sentada entre ambas.
-De lo
buenos que estaban alguno de los jugadores de Duendes Verdes este
año. -confesó Cassadra. Las tres rieron y las miradas de la antigua
mesa de Kayla se posaron en ellas.
-¿Qué hace
tu noviecita con ellas? -le preguntó Sheldon a Brandon.
-No se,
Sheldon. Serán sus amigas, aparte de ser sus compañeras de equipo.
-dijo indiferente Brandon.
-Ten
cuidado, te estamos avisando. -dijo Megan Aldrin una de las chicas
del grupo de Brandon y Sheldon.
-No hay de
que preocuparse. -dijo Brandon, volviendo a prestarle más atención
a su comida.
Ryan y Noel
Evans llegaron a la cafetería, cogieron su comida y se sentaron en
su mesa habitual. Mientras comían hablaban de la lista de jugadores
y jugadoras del equipo. Entonces llamaron a Jamie Horn y ésta les
informó de los integrantes del equipo femenino.
-Gracias
Jamie. -dijo Ryan antes de que Jamie volviera a su mesa. Entonces
Noel se levantó.- ¿A dónde vas?
-A felicitar
a alguien. -dijo ya de espaldas y caminando hacia la mesa de
Cassandra, Kayla y Brianna.- Felicidades a las tres chicas. Me
dijeron que estabais en el equipo.
-Si, -dijo
sonriente Kayla.- estás delante de la nueva pívot, -dijo
señalándose a si misma.- la nueva escolta, -señaló a Cassandra.-
y la nueva base. -señaló a Brianna.
-Enhorabuena.
Me dijeron que te quisieron quitar el sitio, Brianna. ¿Mery Murray
no era escolta?
-Si, pero
este año se presentó como base y quedó en el equipo. Voy a tener
que trabajar mucho si quiero ser titular... -dijo ella.
-No te
preocupes, va a ir todo perfecto. Ya verás.
-Y
felicidades a ti también. He oído que vuelves a ser pívot. -le
dijo Cassandra.
-Si, pero yo
tengo un rival bien difícil. Mi hermano... -las tres chicas rieron y
él les sonrió.- Vuelvo a mi mesa. Nos vemos por la tarde.
-Hasta
luego. -se despidieron las tres a coro.
Los chicos
llegaron al pabellón y fueron a los vestuarios a cambiarse y
prepararse para entrenar. El primero en salir fue William que se
encontró con Harry Goldman esperándolos y con Eric Shaw en las
gradas esperándolo a él.
-Entrenador,
¿podemos hablar? -preguntó William acercándose a él.
-Claro,
Morgan.
-Creo que se
equivoco en no darle una oportunidad a Eric Shaw para poder ser
delegado del equipo... -al ver que lo quería interrumpir empezó a
hablar más rápido.- Él fue uno de los mejores jugadores de Duendes
Verdes en toda la historia. No faltaba a ningún entrenamiento y lo
daba todo en la pista. Creo que se merece una oportunidad. Por favor.
-Llegó
tarde a las pruebas... -dijo el entrenador.
-En realidad
las pruebas eran para los jugadores. Yo no soy jugador. -intervino
Eric Shaw. El entrenador se quedó en silencio y pensativo unos
segundos. Finalmente aceptó.
-Está bien.
Pero recuerda que estás a prueba. -lo amenazó. Eric asintió con
una sonrisa que le ocupaba toda la cara.- Ahora a entrenar... -dijo
viendo aparecer al resto dele quipo por el túnel de vestuarios.-
Calentamos con el ejercicio de ayer. -los jugadores se colocaron para
empezar a entrenar. Pero empezaron a entrenar a un ritmo bajo, y esto
al entrenador le molestó.- ¡Quietos! Dejad los balones en el suelo.
Y a la línea de fondo.
Los chicos y
chicas dejaron los balones donde estaban y se colocaron ocupando toda
la línea de fondo.
-¿Sabéis
hacer líneas no? -preguntó el entrenador. Los chicos asintieron y
empezaron con el odioso ejercicio que se solía utilizar como
castigo.- Tenéis treinta segundos.
Las líneas
consistía en correr desde la línea de fondo hasta la del tiro
libre, volver a la de fondo, correr a la medio campo, volver a la de
fondo, correr hasta el tiro libre más lejano, volver a la de fondo y
correr de fondo a fondo dos veces. Cuando terminaron se apoyaron en
sus rodillas y miraron a su entrenador.
-Si queremos
ganar tenemos que trabajar duro. -avisó Goldman.
-Pero el año
pasado quedamos penúltimos, es imposible ganar todo este año. -dijo
Leonard Aniston, base del equipo.
-Por eso
vamos a hacerlo, porque es imposible. Otra vez el mismo ejercicio,
bien hecho.

Más me encanta!
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