-Will,
despierta. -le dijo su madre, Karen. Eran las doce del mediodía y él
seguía durmiendo cansado del entrenamiento de la noche anterior. El
entrenador Goldman había alargado el entrenamiento casi una hora y
ahora no podía moverse.
-Mamá es
sábado. Déjame dormir. -pidió él, dándole la espalda a su madre.
-Necesito
que hagas un par de cosas antes de comer. -le pidió su madre.
-¿Cómo?
-preguntó él enarcando una ceja.
Media hora
después, William estaba en la cocina de su casa esperando que su
madre le dijera lo que tenía que hacer esa mañana.
-Tienes que
ir a comprar al supermercado -le dio una lista con una serie de
alimentos- y llevarle esto a la hija de Bob y Emily Parsons. -le dio
una tarta de maíz y le sonrió.
-¿Por que
le hiciste una tarta a Brianna? -le preguntó su hijo.
-Porque me
acabo de enterar que está viviendo sola. Sus padres están en Nueva
York desde el verano y ella decidió quedarse sola en su casa. Quiero
que sepa que si necesita algo que estamos aquí.
-Mamá, va a
pensar que nos da pena. -dijo William.
-Bueno, pero
tú llévale la tarta y dale el número de casa y tu número.
-¿Por que
le tengo que dar mi número?
-Por si
tiene algún problema en el instituto y necesita que la ayudes.
-Está
bien... -suspiró y cogió la tarta y las llaves de su coche. Salió
de casa caminando y caminó hasta la casa de su izquierda, la casa
los Parsons. Tocó el timbre y en menos de un minuto Brianna le abrió
la puerta con el pijama todavía puesto.
-Hola,
William. -dijo sorprendida.- ¿Pasa algo?
-No, solo
quería darte esto. -le enseñó la tarta y ella la cogió.- Es de
parte de mis padres y mío.
-Gracias,
pasa. -dijo apartándose de la puerta. Cuando él entró ella cerró
la puerta con el pie y el se sorprendió cuando vio a Lucy corriendo
alrededor de Brianna.- ¿Os enterasteis no? -preguntó encaminándose
hacia la cocina. Él empezó a seguirla.
-¿Enterarnos?
¿De qué? -preguntó haciéndose el tonto. Brianna dejó la tarta
encima de la mesa y lo miró enarcando una ceja.- Mi madre se enteró.
-Perfecto,
ahora le doy pena a mis vecinos... -se quejó ella.
-Nosotros
solo queríamos decirte que si necesitas algo estamos en la casa de
al lado.
-Gracias,
pero por favor no digáis nada. No quiero que nadie sienta pena por
mi. Ni periodistas en la puerta de mi preguntándome si mis padres,
los famosos empresarios de “Bellos, fuerte y formal”,
abandonaron a su hija de diecisiete años sola en una casa tan
grande. -William se rió de la expresión de su vecina.
-No te
preocupes, no voy a decir nada.
-Gracias por
la tarta. -dijo sonriente ella.
-De nada.
Mi madre cocina muy bien, te va a gustar.
-Está
bien...
-Bueno,
tengo que ir a hacer unas compras al supermercado. -dijo mirando la
lista con cara extraña.- A ver si tengo suerte, porque no entiendo
nada. -Brianna rió y cogió la lista de las manos de su vecino.
-Es muy
fácil, Will. Si esperas cinco minutos a que me vista te acompaño y
te ayudo con eso.
-Claro.
-dijo con una sonrisa. Brianna subió corriendo las escaleras y se
adentró en su cuarto dejando a William solo en el salón mirando las
fotos. Encontró una en la que estaban ambos en unos columpios hechos
con ruedas de un parque que estaba cerca de sus casas. De pequeños
eran los mejores amigos, pero se fueron distanciando en cuanto
entraron en el instituto. Sonrió al recordar lo buena amiga que era
Brianna y entonces ella bajó las escaleras.
-Ya estoy,
¿vamos?
Los dos se
subieron en el coche de William y fueron todo el viaje hablando de
los entrenamientos, el equipo y el entrenador de Duendes Verdes.
Cuando llegaron al supermercado Brianna ayudó a William escogiendo
las mejores marcas y los mejores precios. William llevó a Brianna a
su casa y le agradeció una vez más lo que había hecho por él.
Cuando Brianna bajó del coche se topó con los hermanos Evans
paseando por delante de su casa.
-Hola.
-saludó cuando pasó por su lado.
-Brianna,
¿cómo estás después del entrenamiento de ayer? -le preguntó
Noel, mientras Ryan intentaba averiguar de quien era el coche de
donde salía Brianna.
-Ahora estoy
cansada. ¿Vosotros?
-También,
cansados. -dijo Noel.
-Por cierto,
esta noche hacemos una fiesta en nuestra casa. Para darle la
bienvenida al curso y sobre todo para darle la bienvenida a Duendes
Verdes. Y como eres parte del equipo deberías asistir. -dijo Ryan.
-Está bien.
Allí estaré.
Brianna les
sonrió y entró en su casa. Le dio de comer a Lucy y empezó a
preparar su comida. Los hermanos Evans aprovecharon que estaban por
ahí para invitar personalmente a William a la fiesta de esa noche.
Él prometió su asistencia y se encargó de llamar a Mery Murray y a
Tyrone Mosby. Brianna llamó a Cassandra y a Kayla. Y así se fue
corriendo la voz de la fiesta hasta llegar al punto en que casi todos
los adolescentes de Bugle estaban invitados a la fiesta de los
hermanos.
William
después de comer con su familia subió a su habitación para dormir
un rato, antes de prepararse para la fiesta. Brianna comió sola y
limpió todo lo que había ensuciado. Después subió a hacer los
deberes de Matemáticas. Cuando William se despertó Brianna todavía
seguía haciendo los ejercicios de Matemáticas con la música de
fondo. Las ventanas de las habitaciones de ambos jóvenes estaban
enfrentadas, haciendo que se pudieran ver y comunicar a través de
ellas, como hacían cuando eran pequeños. William abrió la ventana
y cogió una piedrecita de las macetas que su madre había puesto
sobre su ventana. Lanzó la piedra que golpeó la ventana de Brianna
y llamó su atención. Ella abrió la ventana también y se asomó.
-¿Te
invitaron los hermanos Evans a la fiesta de esta noche? -le preguntó
él a ella.
-Si.
-¿Y vas a
ir?
-Creo que
si. Ya llamé a Cassandra y a Kayla. Las tres vamos a ir.
-¿Quieres
que te lleve en coche? -le preguntó él. Ella sonrió pero negó.
-Le dije a
Cassandra que iría con ella caminando.
-Está bien.
Entonces nos vemos esta noche.
-Si, nos
vemos.
Este capítulo se lo quiero dedicar especialmente a Vale, que firma siempre, fiel a Cazadores de Duendes.
Un beso enorme.
Cris.~

Gracias!! Me encanta como escribes!! Estoy muy enganchada con esta historia!! más!
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