domingo, 27 de enero de 2013

29.Patricia.




Las Navidades, y el verano se acercó. Esto, a Patricia le encantaba. Esa mañana se despertó con su pelo rizado totalmente despeinado -como cada mañana-. Entró a su baño y se peinó un poco. Se puso una camisa vaquera, sus shorts -muy shorts- y sus converses para bajar a desayunar con su mamá y su tripón de 8 meses.

Buen día! -la saludó con efusividad cuando le vió sentada en el comedor.

-Hola, cielo. ¿Como estás? -preguntó mientras se preparaba su taza de café con unos cereales de colores.

-Bien, hoy me voy a ayudar a la Tía Ana a preparar todo para pasar las Navidades en casa. -dijo sentándose a su lado con us desayuno ante el.

-Si necesitan más ayuda me llaman. -su hija la miró enarcando una ceja.

-¿A vos y a tu panza de 8 meses?

-Tenés razón. Llaman a Peter. -las dos rieron y vieron salir corriendo de la casa a Carolina.- ¿A donde va?

-Va con Santiago. -dijo su hija ya acabando de desayunar.- Yo me voy con Tía Ana. Vuelvo a la noche.

-¿Vas a salir a bailar, hoy? -le preguntó antes de salir.

-Si. -dijo sonriente antes de echarse a andar hacia la casa donde se crió su madre y donde vivía Ana.

La Tía Estrella ya había viajado para ayudar con la tarea. A ella no le gustaba que le llamaran Tía, la vieja de apenas 60 años estaba muy loca. De jóven fue actriz, pero no le fue muy bien. Está obsesionada con el sexo y con decir que tuvo novios que nunca existieron. Bebía mucho alcohol y solía emborracharse. Cuando Patricia llegó a la casa abrió con su llave verde. Si tía la recibió desayunando. Le ofreció desayunar pero esta se negó ya que ya había desayunado. Estrella bajó hasta el enorme comedor, en un pijama que le tapaba muy poco y dejaba ver su no lindo cuerpo.

-Buen día, Tía Estrella. -dijo Patricia.

Ay nena! No me llames más Tía, me hacés sentir como si tuviera 60 años. -se quejó esta.

-Tenés 60 años. -acotó Ana.

-Y vos 50. -le echó en cara su tía.

-¿Querés café? -le preguntó Ana.

-¿Café? ¿Por la mañana? ¡Vos querés que vaya mal al baño! -se quejó la vieja. Agarró una tostada y se fue al living al ver a las mujeres que te decían el futuro por la TV.

-No soporto a esta mujer. -dijo Patricia. Su tía se rió y recogió el comedor.

Las dos mujeres empezaron a ordenar la casa para prepararla para las Navidades. Aquella enorme mansión tenía 5 cuartos, el cuarto en donde dormirían Ana, Lucía, Alejandra y Lali; otro donde dormirían Carolina, Patricia, Soraya y Bea; otro donde se hospedarían los hombres Óscar, el novio de Lucía y Peter; el cuarto de Estrella que dormiría sola; y un último cuarto que permanecería vacío, ya que era en el que dormían María José y Carlos.

-Che, ¿aquí quien dormía? -preguntó Patricia montado una cama entre otras dos individuales.

-Acá dormía yo. Bueno, todavía duermo acá. -dijo Ana mirando su cuarto.

-Entonces acá duermen ustedes ¿no? -su tía asintió.- Che, ¿y porque Estrella duerme sola? ¡Es injusto!

-¿Querés dormir vos con ella? -su sobrina negó rápidamente.- Por eso duerme sola, porque nadie quiere dormir con ella.

-Normal... -suspiró Patricia. Su tía se rió y siguieron con la labor de ordenar la casa. Cuando tenían ya dos cuartos totalmente preparados decidieron dejarlo así por ese día. Se sentaron en el jardín con una café en cada par de manos. Y llegó Estrella con su ropa de adolescente.

Hola, chicas! -dijo cuando las vió.

-¿A donde fuíste, Tía? -con Ana, Estrella ya desistía de intentar que no la llamara Tía.

-Estuve con mi novio. -dijo ella orgullosa.

-¿Que novio? -dijo riendo Patricia.

Malcriada! -gritó ella.- Con mi novio.

-Mi hija no es una malcriada, eh. -dijo Peter apareciendo atrás de ella con las manos en los bolsillos del jean.

-Lo siento, Pitt. Pero es que me ofendió su pregunta. -dijo la vieja acercándose al recién llegado.

-Tía, ¿por que no vas a llamar a un tal Fernando que te llamo a la tarde y ya no estabas? -dijo Ana intentando salvar a su cuñado de las garras de su tía.

-¿Que Fernando? -Ana elevó un hombro.- ¡Hay cientos de Fernandos en mi vida! La próxima vez que te deje su apellido y su número de cuenta. -la vieja entró a la casa y Peter y su hija estallaron en risas.

-Tenés suerte que te salvé. Si no te viola acá mismo. -dijo Ana.

-Lo se, gracias cuñadita. -Peter le regaló un beso en la mejilla y miró a su hija.- ¿Te llevo a casa? -propuso.

-Si, por hoy ya acabamos y además, hoy voy a ir a bailar. -dijo agarrando sus cosas.

-¿A bailar? Saliste jodona, eh. -rió Peter.

-Tengo de quien heredarlo. -dijo segura Patricia.

-¿Quien te lo dijo ya? -preguntó Peter.

-Pablo me lo contó todo, pirata. -lo acusó su hija.

-Pará, antes era un pirata. Ahora soy un padrazo ¿o no? -dijo Peter.

-Si decí que la paternidad te sentó bien. -dijo Ana parándose para despedirse de su sobrina.- Gracias por ayudarme, linda.

-De nada, sabés que me encanta venir a esta casa. -dijo mirando para la mansión Patricia.

-Chau, Ana. Si necesitás algo, ya sabés. -dijo Peter.

Los dos Lanzani subieron al auto y Peter manejó hasta su casa.

-¿Tu hermana? -preguntó Peter al entrar y solo ver a Lali frente al televisor.

-Salió con su novio. -dijo Mariana.- Me llamó para avisarme que iba a llegar tarde.

-¿Como tarde? Lali como llegue embarazada te hacés cargo. -amenazó Peter.

-¿Por que yo?

-Porque cuando nacieron dijimos que vos te encargabas del tema del sexo y yo del alcohol y las drogas. -dijo Peter. Patricia rió y subió a su cuarto a preparase para salir a bailar.

Se vistió con una pollera negra de cintura alta, una remera blanca, una americana negra y, como no, los tacos negros. Se maquilló muy sencillamente y se echó perfume. Agarró dinero y el celular y los metió en los bolsillos de la americana. Había algo que odiaba mucho eran los bolsos por eso siempre guardaba todo el los bolsillos.

-¿A donde vas así, loca? -preguntó su padre cuando la vió bajar las escaleras.

-A bailar, papá. -se acercó a darles un beso a cada uno de sus papás y se fue. Caminó moviendo las caderas, como su tía Candela le había enseñado, hasta que se encontró con Laura y Paula. Ellas tres eran inseparables. Camiraron hasta la zona de discotecas y pubs. Pagaron la entrada a una y entraron. Fueron a la barra a pedir y se sentaron a observar mientras bebían.

-Mirá, ahí vienen las Inas y los Inos. -dijo Laura mirando al enorme grupo que entraba por la puerta.

-Entre ellas tu hermana luciendo nuevo novio. -dijo Paula mirando a Santiago de la mano de Carolina. Patricia se paró y saludó a su hermana antes de agarrar a Yago y separarlo un poco de los demás.

-Che, ¿por que vino Santiago con ustedes? -le preguntó ella.

-Porque a todos les cae re bien y es re simpático. Además es en re novio de Carolina y ella está re colada por el. Entonces por eso viene con nosotros. -dijo algo enojado.

-¿Por que no dijiste nada vos? -preguntó Patricia.

-¿Que voy a decir, Patri? ¿Que no quiero que venga porque estoy locamente enamorado de Carolina? Por favor... -dijo desviando la mirada. Patricia le agarró los cachetes haciendo que la mirara.

-Pues si. Dale, Yago. Carol es re lenta, decile vos lo que sentís por ella.

-No, no. Voy a ser el estúpido y no quiero. Da igual. Quizás deba buscarme una minita hoy.

-El truco de un clavo saca otro clavo, no funciona. -dijo ella cruzándose de brazos.

-No se, Patri. Algo se me ocurrirá. Chau. -le dió un beso en el cachete y se fue.

Bailaron hasta que se le cansaron los pies y hasta que la hora que Mariana había marcado para volver a la casa. Las hermanas caminaron por las calles, tuvieron que parar para que Patricia se sacara los tacos y caminara descalza hasta su casa. Cuando llegaron vieron la ambulancia para frente a su casa. Asustadas corrieron a dentro de la casa. Al entrar vieron a Mariana en una camilla sudando y quejándose y a Peter llamando deseperadamente a alguien por el celular.

Peter están acá! -gritó Mariana entonces Peter su celular y se acercó a ellas.

-¿Que pasó? -preguntó Carolina.

-Va a nacer tu hermano. -dijo Peter agarrando prendas de abrigo para los tres y dándoles a cada una el suyo.- Vámonos al hospital.

Que bien! Unas mellizas y el otro prematuro. Se acabó, Peter, se acabó. -amenazó Mariana. Sus hijas se rieron y los cuatro montaron en la ambulancia camino hacia el hospital. Esa familia se iba a completar al fin.

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