viernes, 25 de enero de 2013

28.Carolina.





Las vacaciones de invierno era la época preferida de Carolina. Su madre, Mariana Espósito, pasaba casi todo el día con su papá, Juan Pedro Lanzani, en la comisaría. Pese a que no trabajase estaba con el y sus compañeros -que son los mismos que los de ella-. Su hermana melliza, Patricia Lanzani, salía mucho. Se despertaba temprano, desayunaba con su mamá y se iba con sus amiguísimas Laura y Paula.

En cambio ella, le encantaba dormir y dormía hasta tarde. Desayunaba tranquila y sola, escuchando la radio. Los antiguos éxitos de la música la volvían loca. Después se vestía y solía salir con sus amigas. A ellas las llamaban las Inas, ya que todos sus nombres terminaban en Ina. Ellas eran: Catalina, Agustina, Josefina y Carolina. Pero no estaban solas, siempre iban acompañadas por: Alan, Manuel, Yago -que seguía enamoradísimo de Carolina pero ella seguía sin hacerle caso-, Daniel y Alberto, a los que llamaban los Inos, por siempre estar acompañando a las mismas.

Pero justo ese día no iba a salir de su casa, ya que estaba bastante cansada y debía ordenar toda la casa. Pero una persona interrumpió su día. Suspiró cansada y fue a abrir la puerta. Pero se sorprendió al ver a aquella persona que no veía desde la boda de su primo.

-¿Santi? -preguntó retoricamente ella.

-Carol. -dijo sonriente el.- Justo pasaba por acá y me acordé del día de la fiesta y creí que debía visitarte. ¿Me equivoqué? -preguntó. Ella negó dejándolo pasar.

Hizo dos cafés calentitos, para pasar el frío. Se sentaron en las escaleras a charlar. Hablaron de todo hasta que en un momento el se acercó a ella. Pero ella no se separó y contestó a aquel dulce y suave beso. Un beso llevó a otro, y otro a otro más. Hasta que claro, los interrumpieron.

Hola! -gritó su papá cuando llegó. Carolina y Santiago, como estaban en la escalera más alta subieron rápido al cuarto de Carolina y cerraron la puerta sin hacer ruido.

-Seguro que salieron con sus amigos. -dijo Mariana.

-Entonces estamos solos... -dijo picarón Peter.

-Peter, no... Peter... ¡Peter! -se quejó Mariana riendo de su marido.

-No, no, no, no... -dijo Carolina que estaba escuchando todo desde su cuarto con Santiago.- Nunca creí que iba a escuchar esto... No puede ser... -Santiago rió de una Carolina traumatizada.- No te rias. Son mis papás, yo no puedo escuchar esto...

-Vamos a ver, tus papás te tuvieron a vos y a tu hermana. ¿Esperabas que fueran virgen? -ella rió del mal chiste que dijo su "amigo".

-No, además, mi mamá está ahora embarazada. -la cara de sorpresa de Santiago pedía una explicación.- Mi mamá tenía solo 21 años cuando nosotras nacimos. Ahora tiene 36, aun está en edad de tener hijos. Papá solo tiene un año más que ella.

Que suerte! Yo soy el más pequeño de cuatro hermanos. Dos hermanas y un hermano, el más mayor.

Carolina rió de Santiago mientras el le seguía contando historias de cuando era pequeño. Como cuando su hermano mayor, Fran, llevó a cenar a su novia a casa. O cuando sus hermanas, Manuela y Antonella, hicieron una fiesta en casa y sus papás se enteraron. Cuando Antonella se escapó de casa durante dos días y la estuvieron buscando a diestro y siniestro.

Tenés una vida re divertida! -rió Carolina.

-Y ahora yo, escondiendome en la casa de una mina porque sus papás llegaron. Solo falta que nos oigan, suban y yo tenga que saltar por la ventana.

-Entonces, si que tendrías una anécdota como las de tus hermanos.

Fue cuando el se acercó a besarla y ella apoyó su mano en la mesa de luz y cayó el despertador al suelo.

-¿Que fue eso? -se escuchó la voz de Mariana.

-¿Nos estarán robando? -preguntó Peter.

-Agarrá el arma y subimos. -dijo Mariana. Santiago miró a Carolina totalmente asustado.

-La ventana. -dijo ella empujándolo hacia ella.

-¿En serio? -dijo el. Ella asintió y abrió la ventana.

-Dale, después te llamo. -dijo ella. Lo despidió con un beso en la mejilla y cerró la ventana. Se acostó en la cama y se hizo la dormida.

-¿Carol? -preguntó su papá. Ella abrió los ojos y los miró.- ¿No nos escuchaste llegar?

-No, me quedé dormida... -dijo ella.

-¿No estarías con un chico, cierto? -dijo Mariana.

-No, ¿porque lo decís? -dijo Carolina.

-Porque un pibe se va por el jardín cojeando... -dijo riendo la embarazada.

Que lista es mi hija! -dijo Peter saliendo del cuarto acompañado por Mariana.

Carolina rió y se dejó caer en la cama. Permaneció en su cuarto hasta que Patricia entró corriendo.

-¿Con quien estabas a la tarde? -preguntó ella.

-Se llama antes de entrar... -se quejó Carolina.

Contestame! -ordenó su hermana.

-Estaba con Santi. -dijo Carolina.

Que fuerte! ¿Están.... ? -su melliza hizo señas con las manos.

-No, bah... No se. -su hermana gritó de alegría.- ¡Mi primer cuñado! -celebró Patricia.

-Patri, ¿quien te dijo a vos que es tu primer cuñado?

-Tuve antes un cuñado y no me avisaste. ¡No me hables más! -se quejó Patricia antes de salir de su cuarto. Pero Carolina corrió a abrir la puerta y gritarle mientras bajaba las escaleras de la casa.

-¿Yo tuve o tengo cuñado, hermanita? -preguntó gritando.

-Ese no es el tema. -dijo antes de darle la espalda y marcharse. Carolina suspiró y volvió a su cuarto.

La hora de la cena llegó y Carolina bajó al comedor para cenar con su familia. Pero cuando llegó a este, se encontró con Peter y Patricia cantando.

-Carolina trátame bien, no te rias de mi, no me arranques la piel... -canturreaban padre e hija a coro mientras Mariana reía preparando la cena. (http://www.youtube.com/watch?v=v2mN_D4m3lQ)

-¿Me están jodiendo? Papá yo no te digo nada cuando está más que claro que la barriga de mamá no es por comer mucho. Es un bebé, que se tuvo que hacer y solo de imaginármelo... -su padre corrió a taparle la boca.

-Listo, me callo. -dijo Peter.

-Yo no... ¡Carolina trátame bien...! -siguió Patricia.

-Patri recordemos aquel pibe que llegó el mes pasado, aquel que te persigue y...

Ya está! -gritó Patricia.- Estamos todos en paz.

Cenaron entre risas y bromas, como hacían siempre. Después de la cena las niñas subieron a sus cuartos y la pareja se quedó en el living.

-¿Al final, Eduardo entró en razón? -preguntó Peter. Con Lali y su pequeña panza, aquella que apenas se notaba, sobre su pecho.

-No, quiere que las nenas pasen Noche Buena y Navidad con el. -dijo ella.- Elegirán ellas.

-Entonces, no te preocupes. Soraya y Bea no son unas nenas y saben pensar con claridad.

-Pensamos que podemos ir todos a pasar las Navidades en la mansión Espósito. Es decir, dormir todos juntos allá. Será como cuando éramos chicos. -dijo la petiza emocionada.- ¿Que decís?

-Que me encanta la idea. ¿Cuantos vamos a ser?

-Mirá, nosotros, -mientras iba enumerando iba contando con los dedos.- Ana, Soraya, Bea, Lucía, su novio, Óscar, Alejandra y como invitada especial, mi tía, Estrella. -al final necesitó dos dedos de Peter para contarlos a todos. Serían doce en aquella enorme casa.

-¿Tu tía? ¿La que se emborracho en nuestra boda y en la fiesta de Carol y Patri? -preguntó Peter. Lali asintió.

-Si, es un poco especial... -la excusó Lali.

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