-Lali,
llegó esto para vos hoy a la mañana. -le dijo Romina, secretaria de
Vázquez, cuando la petiza entró por la puerta acompañada de Peter.
Le entregó un sobre y los saludo con un beso en la mejilla a los
dos.
-¿Que
es? -preguntó Peter.
-No
se, será algo sin importancia. -lo dejó en su box y acompañó a
Peter a hablar con Vázquez. Porque, recapitulemos, Lali no debe de
salir de la comisaría como policía, por sus seguridad.
Se
despidió de Peter en la puera del despacho de su jefe y volvió a su
box. Se sentó en su silla y prendió la PC. Mientras esta arrancaba
decidió abrir el sobre. Le sorprendió ver una carta escrita a mano
y con una perfecta caligrafía. Comenzó a leer. Cada palabra que
leía se le helaba más la sangre. Pero tuvo que dejarla para
observar a sus amigos saliendo casi corriendo de la comisaría, todos
armados. Ella agarró su bolso, su placa y su arma, la cual estuvo un
tiempo guardada en el cajón de su box.
Caminó
un poco hasta encontrar su auto y se subió a el. Desde dentro,
agarró sus celular y marcó el número de su hermano. Antes de
pulsar la tecla-llamada, recapacitó y guardó el celular sin llamar
a nadie. Arrancó el auto y se dirigió al lugar donde se crió, la
mansión Espósito. Cuando llegó a esta, suspuso que estaba vacía
por el simple hecho de que nadie le abrió el gran portalón. Buscó
las llaves en su bolso nerviosa para abrir.
En
cuanto entró corrió al antigua cuarto de sus padres, el cual,
permanecía tal cual, decidieron no utilizarlo. Miró los cuadros con
fotos de ella con sus hermanos, con sus papás, con su prima... Se
acercó a la puerta que conducía a la habitación contigua, la
biblioteca de María José Espósito. Era, quizás, la habitación
más grande de la casa. Las estanterías cubrían las paredes y
hacían tres pasillos. Al final de estos, se encontraba el famoso
escritorio donde la mamá Espósito pasaba largas horas.
La
más pequeña Espósito comenzó a buscar por las estanterías y se
sumergió en la cantidad de libros de su madre. Hasta que dió con lo
que quería. Eran unas carpetas, donde guardaba los casos más
importantes que resolvió en su vida. Y en una de esas carpetas
encontró el nombre que ella quería Costas. Costas se llamaba el
hombre que fue asesinado unos mese atrás por el cual se re abrió el
caso de sus padres. Agarró esa carpeta y salió de la biblioteca
dejando todo como estaba. Lo que no se esperaba ver cuando salió fue
a su cuñado en la cocina, solo.
-Eduardo.
-lo saludó ella.
-Hola,
Lali. ¿Que haces acá?
-Vine
a buscar unos archivos de mis padres. -dijo enseñando la carpeta.-
¿Vos? ¿No trabajás?
-Si,
pero me dieron un tiempito libre y vine a arreglar unos asuntos.
-Ah...
-Lali asintió poco convencida, pero tenía cosas más importantes en
la cabeza.- No le digas a nadie que vine ¿si? No les gusta que anden
en las cosas de nuestros papás, pero era necesario...
-Dale,
vos tampoco le digas. Quiero darle una sorpresa. -dijo el. Lali se
despidió y salió de la enorme casa. Agarró el auto y se dirigió a
su casa. Allá tranquila iba a mirar el caso con detenemiento.
Pablo
y Victorio volvieron con un hombre con las manos atadas. Lo dejaron
en un lugar seguro y entraron Peter y Nicolás con otro hombre hacia
la sala de interrogatorios.
-¿Querés
ir vos? -le preguntó Nicolás a Peter. El morocho negó.
-Andá
vos.
-Dale.
-Nico sonrió y se adentró a interogar a aquel hombre.
Peter
salió por los pasillos para ir a ver como estaba Lali. Pero cuando
llegó a su box se encontró con Pato leyendo preocupado la carta.
-Hola,
Pato. -le palmeó la espalda y pudo ver la cara de preocupación de
su cuñado.- ¿Tu hermana?
-Eso
mismo te iba a preguntar. Esta en problemas. -a Peter se le paró el
corazón al escuchar esto.- Fue a buscar a los asesinos de mis
padres.
-¿Como?
-Eso,
acompañame. Por favor. -pidió el. Peter asintió agarrando su arma
y su placa para irse con su cuñado.
Lali
revisaba los documentos nerviosa. Hasta que encontró un lugar
señalado. Señalado con la letra de su padre. Quedaba cerca. Así
que, armada, caminó hasta la dirección que apuntó en su brazo.
Cuando la encontró se dió cuenta de que era un almacen abandonado.
Sacó su arma y entró despacio. Hasta que vió una sombra a lo
lejos.
-Quietos,
policía. -gritó apuntándolo con la pistola.
-Ya
llegó. -dijo una voz femenina que salió de aquel cuerpo. Lali
escuchó un ruido encima de su cabeza y miró al techo, cuando volvió
la mirada la mina ya no estaba. Pero entonces vió a muchas personas
correr de un lado a otro delante de ella y se confundió. Hasta que
la puerta del almacén se abrió bruscamente y escuchó la voz de su
hermanos.
-¡Quietos!
-gritó el mayor de los Espósito.
-¡Es
el! -gritó la misma voz que anunció la llegada de Lali.
Lali
al ver a una persona acercarse a su hermano disparó su arma, pero
falló. Falló tres veces más. Corrió cuando vió a un sujeto cerca
de ella. Pero alguién le golpeó fuerte en la cabeza y quedó
inconsciente.
Abrió
los ojos y allá estaba Ana.
-¿Que
pasó? -preguntó tocándose la cabeza.- Ay, me duele.
-Llevas
casi 24 horas inconsciente. -dijo Ana, dejando un mechón de su pelo
atrás de la oreja.
-¿Donde
está Pato? Estaba conmigo en el almacén.
-¡Lali!
-dijo Peter cuando abrió la puerta y la vió despierta. Fue
corriendo a saludarla mientras Candela, que estaba atrás de el,
llamó a una enfermera.- ¿Estás bien? ¿Te pasó algo?
-Me
duele un poco la cabeza. Nada más. -dijo ella. Entonces ya una
enfermera le revisaba.
-Estás
en perfecto estado, Mariana. -dijo la enfermera.- Con suerte, mañana
dormirás en tu casa.
-Gracias.
-le dijo Ana, cuando esta se retiró.
-No
me respondiste, Ana. ¿Como está Pato?
-Lali,
escuchame. -dijo Peter.- A Pato lo operaron ayer, porque una bala
incidió en su estómago y se la tuvieron que quitar. Todavía está
inconsciente. -a Lali se le empañaron los ojos.
-Lali,
tranquila. Vos también reciviste un disparo. No te podés angustiar.
-dijo Candela. Lali se miró a si misma, pero Peter con la midara le
señaló la cintura. Allá es donde ellá tenía unas vendas y una
pequeña mancha roja a un costado.
-Tienes
que tener fe, Lali. -dijo Ana.
-Ana,
ya tuve fe cuando me dijeron que mis papás estaban mal. Me hice
ilusiones y mira como acabó todo. -la mayor Espósito desvió la
mirada al suelo. Y entonces dos cabezas morochas se asomaron con una
cara larga, la cual intentaban disimular.
-Parece
que tenemos una tía muy fuerte. -dijo medio riendo Lucía.
-Si,
parece que los Espósito nos toca ser fuertes. -dijo Óscar. Los ya
habían perdido a sus abuelos, una madre, no estaban preparados para
perder a su tía y a su padre a la vez también.
-¿Como
está su papá? -preguntó Lali.
-Está
igual que ayer, inconsciente. Los médico dicen que hasta que
despierte no nos pueden decir nada más de lo que ya sabemos. -dijo
Lucía.
-¿Familia
de Mariana y Patricio Espósito? -preguntó un médico desde la
puerta del cuarto. Lucía, Óscar y Ana salieron a charlar con el. Y
Lali miró a su prima y a su novio pidiendo saber algo más. Peter le
besó la cabeza y Candela salió a hablar con el doctor también.
Cuando esta abrió la puerta del cuarto de Lali, ella pudo ver a los
hermanos abrazados y a Ana tapándose la cara.
-Peter,
andá a preguntar que pasó. Y contame la verdad, por favor. -pidió
Lali.
-Lali,
yo no me muevo de acá. Ya vas a saber lo que tengas que saber.
-¿Crees
que Pato se murió? -preguntó Lali, diez minutos después al no
recibir noticias.
-No
se, Lali. Seamos positivos. -pidió el acariciando la espalda de su
novia.
Prepárense para la segunda etapa de la novela.
Noo! que nos e muera! Más!
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