miércoles, 19 de diciembre de 2012

17.La vuelta.




-No quiero volver. ¿Porque no nos quedamos a vivir acá? -propuso Alex cuando ya estaban en el aeropuerto.

-Porque seguro que echarías de menos a tus amigos, ¿no? -dijo Pablo.

-Yo echo de menos a los rubios. -Rocío hablaba de Gastón y Eugenia.

-Chicos, vamos, que nuestro avión se va sin nosotros. -dijo Agustín llegando en compañía de Bicolás. Entonces los dos miraron a Victorio que estaba en la puert con una mina, Emma. Peter también miró y medio sonrió. Todos se pararon y comenzaron a prepararse, mientras, Agustín y Nicolás iban a donde estaban Victorio.

-Vico, nos tenemos que ir. -dijo Agustín.

-Ok, ya voy.

Dejaron que se despidiera y volvieron los tres juntos a donde sus amigos los esperaban.

-Volvemos a casa... -dijo Lali algo melacólica sentada al lado de Peter en el avión.

-¿Estás bien? -le preguntó Peter pasando el brazo por su espalda.

-Si, estuve pensando en que... Como tu y yo estamos, así... bien ¿no? -Peter enarcó una ceja y la miró.- Quizás, si quieres, puedes venir a casa a...

-Lali... Dale, decilo.

-Que si quieres venir a vivir a casa. -dijo rápido y sin mirarlo. Peter rió y ella lo miró.- ¿No querés venir? No pasa nada, yo puedo seguir viviendo sola como hice los últimos... ¿Podés parar de reírte? -le dijo a Peter.

-Si.

-¿Que si que?

-Si quiero.

-Pará, yo dije que vinieras a vivir conmigo, no dije boda. -dijo Lali. El volvió a reir y la besó.


Pablo y Rocío estaban sentados atrás de ellos y estaban escuchando todo.

-Vos también podías venir a vivir con nosotros. -le dijo Pablo a Rocío.

-Pero, vos vivís con Alex. Y no se si es lo mejor que tu hermana, vos y yo vivamos bajo el mismo techo... -Pablo la agarró de la cara y se acercó a ella.

-Alex, te ama. No tanto como yo, pero te ama. Y yo quiero empezar una vida de pareja de verdad con vos. -Rocío sonrió y lo abrazó.


Me quieren joder! Me dejan la casa entera vacía. -se quejó Nicolás, sentado entre Agus y Vico, los cuales reían.

-Te quedaste solo, man. -dijo el cachetón.

-Mejor, partuza todos los días. -añadió Vico.

-Ustedes también viven solos y no hacen una fiesta cada noche. -dijo Nicolás.

-Eso es porque somos dos en casa. Pero ahora vas a vivir vos solo. -se excusó Agustín.

Partuza las veinticuatro horas! -se emocionó, se puso los auriculares y seguramente que estaba imaginándose su gran fiesta.


-No se si es lo mejor que yo los venga a recibir... -dijo Candela frotándose un poco el brazo, no por frío sino por nervios.

-Tranquila. -dijo Euge apoyándo sus manos en los hombros de la más flaca.

Miren, acaban de llegar! -dijo Gastón señalando un panel donde decía que el vuelo de New York acababa de llegar.

-Estoy deseando verlos. -dijo Euge emocionada. Entonces las puertas de otra sección del aeropuerto, por donde llegaban y salían los pasajeros, se abrieron. Los tres se acercaron a esperar a sus amigos, pero estos no salían. Practicamente había salido todo el avión cuando Euge vió a Nicolás, Vico y Agustín acercándose a ellos. La rubia levantó la mano saludándolos y ellos sonrieron al verlos. Acelaron el paso y en menos de treinta segundos estaban abrazándose.

-¿Y el resto? -preguntó Cande, todavía abrazada a la cintura de Victorio.

-Ya vienen... -dijo Agustín mirándola a los ojos, aun que ella pronto los apartó. Y una figura, pequeña, le tapó los ojos. Ella se dió vulta y abarazó alegre a su prima.

Ya están acá! -dijo Euge abrazándo a Peter el cual se sacaba la bufanda agobiado.

Que calor hace acá, macho! -se quejó este.

-Acá es verano, Pitt. -dijo Rochi.

No! -extendió la única vocal.- ¿Estás de broma? -su amiga le golpeó en el centro del estómago, despacito claro.

-¿Vamos a comer algo? Los invitamos nosotros. -dijo Gastón que los ayudó con las valijas.

Fueron a dejar las valijas a sus respectivas casas mientras Gastón y Euge, en compañía de Cande, preparaban algo para comer en Entre muertes.

-Era re lindo todo. -dijo Lali, comiendo lo que sus amigos le prepararon.

-Yo me mudo. -sentenció Alejandra con la boca llena. Todos rieron pero alguién que golpeaba la puerta los interrumpía. Cande fue a abrir y las voces de los Espósito mayores se escucharon. Lali se paró y abrazó al primer cuerpo que apareció, el cual fue Óscar. Fue saludando uno a uno y Euge los invitó a comer con ellos, a lo cual no se negaron.

-Está todo re bueno. -dijo Ana, la cual volvió a aparecer sin su marido.

-Che, ¿y Eduardo? -preguntó Lali por su cuñado.

-En casa, tenía que trabajar y no vino. -explicó Ana.

-Mejor... -dijo Pato, su hermana le pateó por debajo de la mesa. Digamos que Pato y Eduardo no son mejores amigos...

-¿Y cuando me vas a llevar a mi a ver Nueva York? -preguntó su único sobrino.

-Cuando rindas Matemática y Biología. -contestó su padre. Los presentes rieron.

-Che, ¿café? -preguntó Gastón. Todos se prendieron, incluso las más pequeñas que pedían chocolatada mientras que a Alejandra y a Óscar les permitieron beber un poco de café. Peter acompañó a su amigo a la cocina y los dos volvieron con una bandeja repleta de tazas cada uno. Peter les sirvió a Soraya y a Bea las tazas de girafas que ya les pertenecían, y a Óscar una taza con el dibujo del Monstruo de las Galletas.

-Me gusta... -dijo el morocho mirando a Peter, el cual le chocó la mano y siguió repartiendo cafés.


Lo que nadie vió fue a dos cabezas asomados a la esquina y mirando la escena desde la ventana del bar. Una de ellas agarró su celular y marcó un número.

-La Espósito pequeña ya está acá, señor. -dijo tapándose lo más que pudo con un sombrero.

-Perfecto. Vuelvan, mañana va a ser un lindo día.

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