sábado, 17 de noviembre de 2012

5.Por el bien de los dos.



Era domingo, Lali se paró de su cama y se vistió con una remera azul, sus jeans y los converses negros. Subió hasta el octavo A y abrió la puerta con la llave que su prima le dió cuatro días atrás. Entró y Lolo, el dálmata con apenas tres meses de vida que Candela adoptó cuando llegó a Dima, le mordió sus jeans.

-Ts, ts... Lolo, no. ¡No! -la petiza lo agarró en brazos y le hizo unos pequeños mimitos.

-¿Lali? -Candela salió de su cuarto con el pelo alborotado y en pijama de invierno.

-Si, Cande, venía a avisarte que hoy voy a pasar el día en casa de Ana.

-¿Por que? -la flaca se estaba preparando el desayuno.

-Vamos a celebrar el cumpleaños de papá. -Candela le sonríe de medio lado.

-Bueno, que la pasen bien.

-¿Querés venir? -preguntó Lali, mientras su amiga se sentaba en el sillón del living con su desayuno.

-No, hoy no me pienso sacar el pijama. Prefiero que me lo saquen. -la flaca rió y Lali le lanzó un almohadón también riendo.

-Huesos, entonces, me voy. Me esperan en casa. -y es que la casa en la que creció ahora la habitaba la familia de Ana donde comerían en familia hoy.

La petiza se despidió de su prima y bajó hasta las calles de Dima. Allá buscó su auto, el que apenas agarraba ya que no le gustaba. Pero esta vez era demasiado lejos como para ir caminando. Prendió la radio para que el camino hasta la casa de su hermana se hiciera más ameno. Cuando llegó dejó el uto detrás de el de su hermano y bajó de el. La pareja de Goldens la recibieron juguetones. Cuando por fin fue capaz de adentrarse en la enorme casa. Al entrar se encontró con Soraya y Beatriz corriendo por casa. Al verla corrieron a abrazarla.

Lali! -y que no la llamaran tía hacía que muchas personas dudaran de su parentesco.

-Hola, niñas. -Lali besó las cabezas de su sobrinas y se adentró en el living, donde Eduardo, su cuñado; Óscar, su único sobrino; y Pato, su hermano más mayor; miraban el televisor. ¿No me piensan saludar? -los tres hombres giraron su cabeza al escuchar la voz e la petiza.

Lali! -su sobrino fue el primero en pararse y abrazarla.

Que alto y lindo estás! Ya abrá alguna minita por ahí.. ¿no? -dijo acariciándole un cachito de pelo a su sobrino, que ya era más alto que ella.
-¿Y vos no tenés ningún chongo? -rió su sobrino. El uhh de su hermano y su cuñado se escuchó en toda la casa. Por eso Ana llegó al living.

-¿Vos no me vas a saludar? -eso se lo dijo a su hermano. Este, con sus treinta y nueve, se paró y la abrazó.- ¿Hace un mes que no me ves y te tengo que pedir un abrazo? Que feo...

-La, ayudame a poner la mesa. -pidió Ana. Su hermana pequeña con una sonrisa la acompañó. Las dos pusieron la mesa charlando.

Pato! -gritó Lali desde el comedor. Su hermano asomó la cabeza.

-Decime, Lali.

-¿Donde está, Lucía? -preguntó por ella ya que era la única sobrina que no había visto.

-Buff... No lo se. Desde que vive con sus amigos no se nada de ella. -dijo el mayor de los Espósito suspirando.

-Papá, no exajeres. Lu te llamó ayer. -dijo Óscar entrando en el comedor. Las hermanas de Pato rieron.

-No se rian. Cuando a ustedes les pase ya dirán: Ay pobre, Pato, que tenía razón. -dijo imitando las voces de sus hermanas pequeñas. Ana, que estaba a su lado, le golpeó el brazo.

Niñas, vengan a comer! -gritó Ana. Sus dos hijas entraron corriendo y se sentaron a un lado de su primo, a su otro lado estaba Lali, que era otra nena más. Entonces el timbre sonó y Ana fue a abrir. Cuando volvió ya no lo hizo sola, Lucía la estaba acompañando.

Mirá la desaparecida! -Lucía rió por el comentario de su papá, le agarró la cara y le dió un beso en la mejilla. Saludó a todos y se sentó.

-¿Que hacías, que llegaste tan tarde? -preguntó Lali.

-Estudio, Lali. Yo no soy como vos que ya tenías trabajo a los diecisiete. Yo, en cambio, tengo que estudiar. -la hija mayor de Pato estudiaba para ejercer de forense. Se ve que la familia Espósito le gustaba eso de las muertes y los crímenes.

-Yo ya te dije que podías entrar en la comisaría conmigo. -dijo Pato.

-Papá, no quiero trabajar con vos. -dijo sutilmente. Toda la familia rió ante la poca vergüenza de Lucía.

-Niñas, ¿que tal en la escuela? -le preguntó Lali a sus sobrinas.

-Muy bien. -dijeron a coro las pequeñas. Y es que las dos tenían unas notas para colgar en la pared, tal y como hacían todos los años.

-¿Y por que a mi no me preguntas? -dijo Óscar haciendose el indignado. Llevaba un pequeño actor dentro.

-A ver, polvorita... ¿Cuantas asignaturas reprovaste? -toda la familia rió ante aquella escena tía/sobrino.

-Solo dos, biología y matemática. Pero las voy a rendir.

-A mi me encanta la matemática y la biología se me daba bien. -dijo Lali.- Sacá tus libros que te lo explico.

-¿Estás bromeando no? No voy a estudiar ahora..

-Bueno, vení el martes a casa y te ayudo un poco. ¿Te parece? -su sobrino dudaba ante la propuesta.

-Dale, andá. Lali, explica muy bien. -añadió Pato.

-Bueno, está bien. ¿En tu edificio hay alguna minita así de mi edad? -su papá y su tío rieron desfachados.

-En el segundo hay un pibe de tu edad y una hermana un año más pequeña. Y en el octavo vive la hermana de Pablito que es de tu edad.

-¿Y están buenas?

Óscar! -se quejó Ana riendo.- Cuando vayas ya te darás cuenta.

-Tía, ¿tenés postre? -eso lo preguntó Lucía.

-Si, hay torta de chocolate que trajo Lali. -explicó Ana. Todos miraron a Lali que nunca cocinó nada.

-¿La hiciste vos, Lali? -preguntó Soraya.

-No, la hizo Euge, mi amiga. -explicó Lali.

Ana y Eduardo sirvieron la torta y todos comieron de ella.

-Lali, decile a tu amiga que cocine más veces. -dijo Beatriz.

Los ocho después de recoger todo se sentaron en el living y se pusieron a harlar. Pero Pato se paró y fue hasta el jardín a fumar un cigarro. Lali lo acompañó.

-¿Que tal en el trabajo? -preguntó el mayor.

-Se volvió a abrir el caso de papá y mamá. -al decir esto la cara de su hermano se transformó totalmente.- Lo estamos llevando nosotros...

-Lali, te dije que no investigaras más. -dijo su hermano mayor algo enojado. Lo sabía todo ya que el también estuvo en la investigación.

-Pero necesito saberlo. ¡Necesito saber quien me dejó sin papás cuando tenía catorce años!

-Lali, es peligroso. -dijo Pato.

-¿Que decís? Todo mi trabajo es peligroso. ¿Crees que corro más peligro llevando el caso de papá y mamá que el de un tipo metido en caso de drogas? Soy policía, Pato, se lo que hay allá afuera.

-Escuchame bien. -el la agarró por los hombros.- Ese caso tiene algo más atrás que el asesinato que papá y mamá. Lali, no investigues,podemos estar en peligro. -a la pequeña de los Espósito le costó entender lo que su hermano le quería decir.- Lali, el siguiente soy yo. Y después me seguís vos. Y desgraciadamente, después de vos va Lucía. Todos los Espósito que tengamos algo que ver con una placa -sacó su placa del bolsillo y la enseñó.- estamos en peligro con esta gente.

Lali se quedó callada y pensativa durante un par de minutos en los que Patricio la miraba esperando respuesta a lo que le había contado. Y esa respuesta llegó en forma de cachetada.

-¿Por que no me contaste antes? -preguntó enojada.- Por eso insististe para que cerraran el caso. Porque estamos en peligro.

-Si no somos nosotros, van a ser ellos. -señaló con la mirada a la familia que dentro de la casa reía con tranquilidad sin saber que de verdad estaban en peligro.- Seguro que ya se enteraron que volviste a abrir el caso. Tenés que cerrarlo Lali. No podés seguir con esto.

-Pero no puedo cerrar el caso ahora, estamos avanzando mucho. Y además una muerte más se le suma al caso.

-Lali, si no cierras el caso, irán a por vos o a por mi. Y no vas a solucionar nada. Ellos lo hacen todo en blanco, no dejarán ni una huella o una pista.

-Pero...

-No le contés esto a nadie. Ellos, aun que no lo sepas seguro que nos vigilan. -Lali miró a los lados intentando ver a algún tipo de monstruo asesino pero solo logró ver el jardín en el que se crió.

-¿Como hago para cerrar el caso? -preguntó ya algo asustada por la situación que estaba viviendo.

-Haz todo lo que puedas, porque salvarás tu vida.

Mariana no pudo hacer más que abrazarlo. Tenía ganas de llorar, muchas ganas e llorar. PEro no podía. Se prometió ser fuerte y lo sería.

-Andá a casa a descansar. Yo te cubro con la pesada. -los dos rieron. Es que siempre tuvieron ese juego entre los dos que Ana no comprendía.

Y tal y como dijo Pato. Lali se fue a su casa y el la cubrió con la familia. Cuando llegó a su casa, en vez de pararse en el Tercero A, fue hasta el Octavo C. Allá quien le abrió fue Rocío, quien la invitó a tomar algo con sus compañeros de techo, Pablo y Euge.

-¿Te pasa algo, enana? -preguntó Nicolás. La petiza negó.

-No, pasa que no me encuentro del todo bien. -explicó ella.

-¿Querés una pastilla o algo? -Rocío se paró y se acercó a donde guardaba todos las medicinas posibles. Cosas de vivir con una casi médico, como la llamaban Peter y Nicolás.

-No, de verdad, Rochi. Ya se me pasará.

Después de unos mates más el timbre sonó y Candela apareció proponiéndoles salir a correr en compañía de Lolo. Nicolás y Rocío aceptaron y se fueron con ella después de cambiarse de ropa por otra más apropiada para hacer deporte. Pablo se fue a hacerle compañía a su hermana. Y Euge volvió con Gastón a su pequeño dpto. Así solo quedaron Peter y Lali en el living del Octavo C.

-A vos te pasa algo más... -eso era una afirmación de Peter.

-No, en serio, Peter. No me pasa nada.

-A mi no me mentís, pequeña. -se sentó a su lado y pasó su brazó por encima de lso hombros de la petiza.- ¿Problemas de polleras? -Lali medio rio por el chiste de Peter. Pero en vez de salir carcajadas salieron lágrimas por sus ojos. Peter la atrajo a su pecho por la nuca.- ¿No me querés contar?

-No te puedo contar. -esa era la corrección de Lali.- Te juro que te lo contaría. Pero no puedo, por el bien de los dos.

Y otra vez seremos dos extraños
Otra vez volveré a hacernos daño
Otra vez estoy en el fondo del dolor
Y otra vez, tu y yo, por el bien de los dos.

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