miércoles, 14 de noviembre de 2012

4.Huesos.



-¿Como que los informes desaparecieron? -dijo Lali aparentemente angustiada.

-Si, ayer por la noche alguien se los llevó. -dijo Victorio. Peter miró a Lali.

-Tengo una copia de todos los informes que encontré. Pero no se si están todos los informes que necesitamos. -dijo Lali sacando de su bolso un portafolios con todos los informes encontrados de sus papás.

Victorio, Pablo y Mariana los ordenaron y archivaron bajo la mirada del resto del grupo. Pero tuvieron que esconderlos ya que la puerta se abrió, pero através de ella apareció Luna.

-Luna, antes de entrar se golpea la puerta. -dijo Agustín dando el frente con Rocío.

-Lo siento. Pero quería informarles que la familia de Lorenzo Costas acaba de llegar. -informó dejando ver atrás de ella a una mujer acompañada por una nena de unos 16 años.


-Hola, soy Lanzani y el es Riera.

-Ya hablamos con el, esta mañana. -dijo con voz ahogada la mujer.

-Queríamos saber porque murió, si descubrieron algo. -dijo la adolescente.

-¿Marisa? -preguntó Peter mirando a la nena, esta asintió.- ¿La hija de Lorenzo? -ella volvió a asentir.- A tu papá lo mataron.

-¿Por que? -dijo su madre.

-No lo sabemos. Pero lo único que nos puede llevar a su asesino es otro asesinato. ¿Les suena María José y Carlos Espósito?

-Si, murieron hace seis años. -dijo la mujer del asesinado.- Eran grandes amigos de mi marido. Pero hace seis años los mataron y nunca se supo quien.

-Ellos eran mis papás. -dijo Lali apareciendo en escena.

-¿Vos sos la pequeña Marianita? -preguntó Ana, la mujer de Lorenzo Costas.

-Si, soy yo. -dijo con una media sonrisa.

-Pocas veces nos vimos. Tus papás nunca quisieron meterte en medio de sus temas en la comisaría.

-Lo se. -dijo ella intentando mostrar sus dientes.- Les vamos a poner vigilancia por la policía... No quiere decir que les vaya a pasar nada, pero no queremos arriesgarnos.

-Pero, ¿corremos peligro? -preguntó Marisa.

-No lo sabemos, por eso les vamos a poner vigilancia. -explicó Peter.

-Muchas gracias... -las dos mujeres abandonaron la comisaría.


-¿Encontraron algo? -preguntó Lali cuando volvió a la sala donde Pablo y Victorio seguían buscando en los informes.

-Faltan, a lo menos tres documentos del caso de tus papás. -informó Pablo. Lali suspiró y tiró su cabeza hacia atrás. Pero su celular llamó su atención al sonar. Vió el nombre de la persona que llamaba y abrió los ojos como platos.

-¿Que pasa, Lalucha? -preguntó Rocío riendo de su expresión.- ¿Quien es?

-Ana.

-¿Quien es Ana? -preguntó ahora Nicolás.

-Mi hermana mayor... -dijo dejando su celular encima de la mesa.

-¿No le vas a atender? -preguntó Peter.

-No, nuestra relación no es la mejor que digamos... -explicó la petiza sentándose en una de las sillas de la sala de reuniones donde se solían juntar para charlar.

-Pero, tenés que hablar con ella sobre el tema de tus papás. -dijo Pablo.

-No, mejor que no sepa. Se va a poner loca y nos va a molestar a diario acá, en la comisaría. Mejor que no sepa nada. -el celular empezó a sonar de nuevo.

-Lali, o le atendés o le atiendo yo. -amenazó Nico. Lali rió y agarró su teléfono.

-¿Hola?

Sister! -gritaron desde el otro lado del celular.

-Ana... -dijo ella.

-¿A que no sabés donde estoy?

-¿Y si no me cuentas como quieres que sepa?

-En Dima. Estoy justo delante de la puerta de comisaría. -Lali abrió los ojos como platos.- Tenemos que hablar, tengo una sorpresita para vos.

-Pará, pará. -pidió agarrando ya su bols y su portafolios.- Esperá que ya salgo yo, justo tengo ahora un descanso. Colgó la llamada y miró a sus compañeros.

-Date el resto del día libre. -dijo Victorio. Ella besó las mejillas de Pablo y Vico , sabía que la iban a cubrir bien. Salió casi corriendo de comisaría, sin tropezar con nadie, por suerte. Y cuando salió a la calle su hermana la estaba esperando delante de un auto que estaba estacionado en la vereda.

-¿Que hacés acá? -preguntó Lali, cuando la vió mientras ella le abrazaba.

-Vine a verte y traje algo. -dijo señalando a una persona al otro lado de la vereda. Allá estaba parada Candela, prima y antigua compañera de trabajo que hacía dos años que no veía por distintos motivos. Al verla está saludó emocionada y comenzó a correr hacia ella, dando a mostrar la locura que la caracterizaba. Las dos se abrazaron fuerte y se hicieron preguntas una a la otra con euforia mientras Ana miraba de brazos cruzados.

-¿Vamos a tomar un café? -propusó Lali.

-Entre muertes. -contestó Candela. Las dos rieron y acompañadas por Ana caminaron hacia el bar. Al entrar Candela se tropezó con Gastón, que rápido la reconoció.

-¿Que hacés acá, huesos? -y ese era el apodo que Candela se ganó mientras trabajaba en la comisaría de Dima.- ¿De visita?

-No, para quedarme. -y eso sorprendió tanto a Gastón como a Lali. Después de charlar unos segundos más con Gastón se fueron a sentar en su mesa de siempre.

Eugenia salió de la cocina con dos licuados para la mesa 4. Y se fijó que la mesa de sus amigos estaba ocupada por otras personas. Una era Lali, otra no la conocía, y la otra... Corrió hasta la mesa y le tapó los ojos a Candela.

-Umm... Por las manos frías, la hora, y el lugar donde estoy juraría que es Eugenia. -esta le destapó los ojos y se abrazaron fuerte.

-¿Que van a tomar? -dijo Eugenia de contarse toda la vida con Candela.

-Un café. -para Ana

-Otro. -para Candela.

-Yo un juguito, Euge. -dijo Lali. Sus dos familiares la miraron enarcando una ceja.- El café solo a la mañana.

-Siempre tan estricta vos...

-Así de sola estás. -se quejó Ana. Lali la fulminó con la mirada y las bebidas de las tres mujeres llegaron.

-Cande, entonces, ¿te quedás? -dijo Lali. La flaca asintió.

-El mes pasado le mandé un mail al capitán Vázquez pidiendo trabajo y me aceptó en seguida. Lo único que me falta es hospedaje. -miró a su prima con ojitos de perro mojado.

-No, Cande. En mi casa no. Es muy chiquita.

Tenés un cuarto libre! -se quejó la flaca.

-Pero allá es donde trabajo, tonta. Pero ya se donde te podés quedar. Doña Águeda alquila el octavo A. -casa donde las primas estuvieron alquiladas cuatro años. Cuando Candela se marchó Lali decidió comprar el tercero A.

-¿Vivir sola? No, no... -la petiza la miró enarcando una ceja.- Lali, no. Sabés que no me gusta estar sola.

-Comprate un perro. -dijo Ana mirando sus manos. Las dos amigas la miraron y Candela se echó encima de su prima para abrazarla.

-Siempre dije que vos eras mi prima más lista, Anu. -dijo besándo reiteradas veces la mejilla de Ana.- Voy a buscar a Rochi para que me acompañe. Lalu, encárgate de que Doña Águeda me alquile el dpto. ¡Os quiero primas! -esto último ya lo dijo mientras salía corriendo.

-¿Como están Soraya y Beatriz? -Soraya y Beatriz eran las hijas de Ana. Ana y Eduardo tuvieron dos hijas: Soraya, con 13 años y Beatriz, con 6 añitos recién cumplidos. Pero ella no era la única Espósito con descendientes. Patricio, el único Espósito, tenía a Óscar que lucía sus quince y a Lucía con sus dieciocho. Se notaba que Lali era la más pequeña con diferencia ya que su sobrina mayor solo era dos años más chica que ella. La mala suerte hizo que María, la mujer de Patricio y madre de los chicos muriera hace cuatro años a causa de un conductor borracho.

-Bien, se quedaron con Eduardo. Por cierto, acordate que este domingo vamos a celebrar el cumple de papá. -y aun que ellos no esuvieran acá seguían celebrando sus cumpleaños y fechas importantes.- Ya avisé a Pato.

-¿Como le va al estúpido? -y esque la relación de Patricio y Mariana era así, aun que se amaran.

-Bien, aun que Óscar anda teniendo problemas en la escuela con la Física.

-Bah.. No es tan importante. -las dos hermanas rieron. Aun que su relación no era la mejor se querían.


Después de treinta minutos más las dos hermanas se despidieron y Ana volvió a Capital con su familia. Lali decidió hacer lo que su prima le pidió y llamó a Doña Águeda, la cual no se negó a alquilarle el dpto a la flaca. Después decidió volver a la comisaría.

Victorio! -gritó el nombre de su amigo cuando lo vió de lejos, el estaba con Agustín.

Peticita de mi vida! -dijo Agustín cuando la vió llegar.

-¿Acabaron por hoy ya? -preguntó la pequeña.

-Si, ¿que quería tu hermana? -preguntó por curiosidad Vico.

-Nada, es que vino Candela y la acompañó hasta acá. -los dos hombres se miraron con sus ojos abiertos como platos.- ¿Pablo ya se fue? -pero no recibió respuesta.

-Me tengo que ir a llamar a mi madre. -dijo Victorio saliendo por la puerta de la comisaria.

-Yo tengo que hablar con Nicolás. -Agustín también se fue casi corriendo.

Lali suspiró riendo y cuando iba a entrar su celular sonó. Un mensajito de texto llegó hasta ella.

¿Che, me conseguiste el dpto? Yo ya tengo con quien compartirlo. Se llama Lolo.
Besitos, Candela.


Si, ya podés llevar tus cosas. Doña Águeda le dejó la llave a Pepe, el portero.
Te quiero. Lali.

Cuando acabó de escribir entró al lavoratorio y se encontró con Pablo y Rocío besándose.

A vos te quería ver! -la pareja al escuchar a la petiza se separaron.

-¿Que querés Lali? -preguntó Pablo.

-¿Encontraron algo más en los archivos de mis papás? -preguntó agarrando una silla para sentarse. Pablo agarró otra y se sentó en frente de ella -con la mesada de por medio- y Rocío encima de Pablo.

-No, solo sabemos que nos faltan tres documentos. En la biblioteca habían registrados 17 documentos, y nosotros tenemos 14. Mañana los revisaremos por si se traspapelaron. Ahora, andá a casa.

-¿Ya vieron a Cande? -preguntó Lali antes de irse. A la pareja se le formó una sonrisa, todos amaban a la flaca.

-Si, ya estuvimos con ella. Nos dijo que iba a alquilar el octavo A. -dijo Rocío.

-Si, ya hablé con Doña Águeda y está todo bien. Parece que Huesos va a volver a su vida de antes.

-¿Vamos a cenar? -propuso Rocío.

-Si, a Entre muertes. -los tres salieron y entraron en el bar donde pasaban más de 7 horas diarias.

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