Volvieron a casa y los días fueron pasando. Cuando se
quisieron dar cuenta, el día del último entrenamiento llegó. Inés
preparó la bolsa para ir a entrenar, triste. Todavía no había
empezado y ya se sentía como si hubiera terminado. Caminó sola
hasta el pabellón y, cuando llegó, se adentró en el vestuario de
las chicas, donde encontró a Lola.
-Hola. -dijo con una sonrisa Lola.- ¿Y esa cara larga?
-Es el último entrenamiento. No se que voy a hacer las
tardes de las siguientes dos semanas... -dijo Inés.
-Pues aprovecharlas. Con Mason, con nosotros... Podemos
hacer un montón de cosas en dos semanas. -dijo Lola, feliz.
-Lola, el viernes terminan las clases y después solo
tengo una semana para despedirme de todo...
-Bueno, no nos vamos a poner tristes hoy. Mejor vamos a
entrenar bien, disfrutándolo... Venga, que me tienes que hacer la
trenza.
Los chicos fueron todos a entrenar. George los entrenó
como si fuera un entrenamiento. Disputaron un Eliminador, quedando
ganadora Inés. Después jugaron un dos contra dos y por último un
cinco contra cinco. George hizo sonar el silbato y todos entendieron
que el entrenamiento se había terminado. Mientras todos se acercaban
para rodear a George, Ryder y Cosmo salieron corriendo hacia los
vestuarios, sin que nadie se enterara.
-Bueno, chicos. Se terminó por este año. -dijo
George.- Ha sido un placer entrenaros y espero volver a ver algunas
caras el año que viene. Lamento comentaros que no seré el
entrenador de la categoría juvenil el año que viene... -todos se
lamentaron.
-¿Por qué? -preguntó Caleb, que el año siguiente
seguirá siendo jugador de juvenil.
-Porque me ofrecieron un puesto más tentador. -dijo
George.- Seré el entrenador del equipo universitario de Duendes
Verdes.
-¿En serio? -dijo Logan, emocionado. El año que viene
sería su primer año universitario y le encantaba la idea de George
Forbes como su entrenador un año más.
-Sí, y necesito que me hagáis un favor... -dijo
George, pensativo.- Necesito un buen escolta, un buen escolta como
Mason Flint. Así que, por favor, convencerlo de que vuelva a Duendes
Verdes. -pidió George. Todos se rieron.
-Volverá, entrenador. -dijo Inés. Entonces, todos
miraron a Ryder y a Cosmo que volvían con algo en la espalda.
-¿Pensabas que nos íbamos a olvidar de ti? -preguntó
Cosmo. Le hablaba a Inés. Sacaron de su espalda una tarta de
chocolate y una pancarta, en la que todos habían escrito.
-¿Qué es esto? -preguntó Inés.
-Una pequeña despedida, para que no te olvides de
nosotros. -dijo Robert.
-Toma, leela. Escribimos todos. -dijo Jerry, señalando
la pancarta. Inés se puso a leerla.
-Gracias, chicos... -dijo emocionada, estaba a punto de
llorar.
-¡No! -gritó Cosmo.
-No, no, no, no... -dijo Kevin, levantando los brazos.
-No, Inés... -dijo Lola.
-No llores, por favor. -le pidió Caleb.
-Vale, vale... -dijo Inés, aguantando las lágrimas.
-¿Un abrazo de equipo? -propuso Thomas.
-¡Sí! -gritaron todos. Se unieron en un abrazo,
dejando a Inés en el medio.
En el medio del abrazo, Mason entró en el pabellón, al
ver el abrazo corrió y se unió a ellos. Todos se rieron.
-Hablando de Roma... -dijo Logan.
-¿Estabais hablando de mi? Debo de ser muy importante.
-dijo Mason.
-Sí, mucho... -dijo irónico Ryder.
-Tú me tienes envidia. -le dijo Mason.
-Una envidia bárbara... -dijo Ryder.
-Pero, ¿vosotros dos sois amigos? -preguntó George.
Todos se rieron.
-A veces parece que no... -dijo Lola. Todos se rieron.
-¡Buenas tardes! -dijo el director Marvin, apareciendo
en el entrenamiento. Todos lo miraron.- Venía a proponerle algo a la
señorita Fernández.
-Dígame. -dijo Inés.
-Me preguntaba si usted y Berta -la otra alumna de
intercambio procedente de España- podían dar un discurso el
viernes, en la despedida del curso.
-Claro. -dijo Inés.
-Perfecto. Un placer... -dijo despidiéndose.
Después de que el director se fuera comieron la tarta
de chocolate. Después cada uno se fue a su casa. Inés, Mason, Lola
y Ryder fueron los últimos en irse, con George.
-El equipo necesita un buen escolta que los dirija...
-le dijo George a Mason, convenciéndolo de que se uniera al equipo
universitario.
-Sí, y como yo todavía soy juvenil el año que
viene... -añadió Ryder.
-Claro... -dijo Mason.- Lo pensaré.
-Por favor, Mason. Además, todos sabemos que amas el
baloncesto. -dijo George.- Bueno, el diecinueve de agosto empezamos a
entrenar...
-Papá, todavía es tres de junio. -le dijo Lola. Su
padre la ignoró.
-Bueno, nosotros nos vamos. -dijo Mason. Pasando un
brazo sobre los hombros de Inés.
-Inés, espero que no te vayas sin venir a despedirte de
mi. -le dijo George.
-No se preocupe por eso. Y Mason el año que viene
estará jugando en su equipo, se lo aseguro. -dijo Inés con una
sonrisa. Mason e Inés se subieron en el coche de Mason y se fueron a
la casa de los Flint. Ryder y Lola se quedaron con George.
-Papá, vamos a cenar, ¿vale? Nos vemos después. -le
dijo Lola.
-Vale. -dijo George, cerrando la puerta del pabellón.-
Ryder, quiero que vuelva con el rimel intacto. -lo amenazó. Ryder se
rió.
-¡Papá! -le gritó Lola.
-No se preocupe, entrenador. Ni una lágrima. -prometió
Ryder.
¡Malas y buenas noticias! Primero las malas, solo quedan dos capítulos más a partir de éste. Y, la buena, tengo una nueva historia, que espero que os encante, tanto como a mi. Se llama "Red Lips" y espero empezar a subirla en cuanto suba el último y definitivo capítulo de "Cazadores de Duendes".
Disfrutad lo que queda y comentad qué os pareció la novela al completo.
Un beso,
Cris.~
La novrla jasta ahora me ha encantado , la relacion entre los chicos me encanta :)
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