viernes, 13 de febrero de 2015

LXI.

Después de una semana completa de partidos, de los cuales solo ganaron uno, llegó la hora de despedirse de su experiencia en Statesville. La federación de baloncesto había organizado una especie de cena/baile formal para despedir a los equipos que participaron en el torneo.

-¿Tenemos que ir elegantes? -preguntó Kevin, durante la comida.

-Eso creo. -dijo George, que los acompañaba.

Ya se lo que me voy a poner! -dijo de repente Lola. Miró a Inés que estaba a su lado.- ¿Sabes la chaqueta dorada? -su amiga asintió.- Con unos pitillos negros, la blusa blanca y los tacones dorados.

-¿Trajiste tacones? -le preguntó su padre.

-No es muy alta, los necesita. -dijo Robert, todos se rieron y Lola le tiró una servilleta de papel.

-¿Tú qué te vas a poner? -le preguntó Cosmo a Inés.

-Pues creo que el vestido rojo, con una chaqueta de cuero y unos tacones negros. -dijo Inés.

-Bueno, la cosa es que tenemos que escoger a alguien para dar un discurso. -dijo George.- ¿Queréis hablarlo o simplemente lo votamos? -un hombre, que parecía de la dirección de la federación se acercó a la mesa donde estaban comiendo.

-Disculpad. Quería comentaros una cosa. -dijo él. Todos se callaron y lo miraron.- La federación y el público está muy sorprendido con vuestro equipo por tres motivos: el año pasado fuisteis últimos de vuestra liga y este primeros, empezasteis la temporada muy mal y hubo una mejora increíble, y que sois el único equipo con dos chicas. Por eso, nos gustaría que dierais un discurso a mayores hablando un poco de esto. Si no os importa, claro.

-No habrá ningún problema. -dijo George. El hombre se despidió y George miró a sus jugadores.

-Propongo a Lola para una parte del discurso. -dijo Inés.

-Vale. -dijo George.

-Yo a Ryder. -dijo Thomas, todos se rieron y la pareja los fulminó con la mirada.

-Y yo al capitán, por supuesto. -dijo Caleb.

-¿Alguien más? -preguntó George.- Pues decidido. Vosotros dos -dijo señalando a Ryder y a Thomas.- haréis el discurso normal. Y Lola el discurso sobre lo de las chicas.

-Disculpa, entrenador. -dijo Thomas.- Si voy a dar un discurso, me gustaría que fuera el de la sección femenina. -todos miraron sorprendidos a Thomas.

-Si a Lola le parece bien... -dijo George.

-Claro. -dijo Lola.

-Pues decidido. Sed puntuales esta noche. -pidió George.

Toda la tarde la pasaron recogiendo sus cosas, para el viaje del día siguiente; descansando y haciendo los discursos.

-¿Qué te parece si nombramos a Nathan, Alex y a Jake? -propuso Ryder.- Creo que podemos dedicarles esto a ellos.

-¿Por qué no se lo dedicamos a toda la escuela? Todos pasamos por eso y me parece justo mencionarlos a ellos especialmente. -dijo Lola.

-Claro, así mucho mejor. -alguien golpeó en la puerta de la habitación de las chicas, donde la pareja preparaba el discurso. Era Thomas.

-Lola, ¿me dejas un momento a Ryder? -preguntó desde la puerta. Lola asintió y añadió.

-Claro, pero ¿para qué?

-Cosas de chicos... -dijo Thomas. Ryder habló con Thomas, como hicieron el resto de los chicos de Duendes Verdes, menos Lola e Inés.

La hora de la cena llegó y todos llegaron al gran salón donde se celebraba. Después de la cena, los equipos fueron dando sus discursos. Algunos de ellos incluso se emocionaban al darlos. La mayoría se dedicaban la victoria a ellos mismos o a sus entrenadores. Entre los últimos, llegó Duendes Verdes. Primero subieron Lola y Ryder.

-Hola. -dijo Ryder.

-Nosotros estamos aquí como representantes de Duendes Verdes. -dijo Lola.- Y no queremos decir mucho. Tan solo queremos decir que no todo fue bueno en este año. Empezamos el año con algunos problemas de grupo y cuando todo estaba mejor ocurrió algo en nuestro instituto.

-Un tiroteo, eso pasó. -dijo Ryder.- Muchos de nosotros, la gran mayoría, estuvimos mucho tiempo encerrados en el instituto y no lo pasamos bien. Algunos tuvieron secuelas físicas y otros tan solo mentales. -al decir esto, cogió la mano de Lola, que estaba recordando su hombro herido.

-Por eso queríamos dedicarles el haber llegado hasta aquí a todo nuestro instituto, que no pasó una buena época. Sobre todo a tres jóvenes: Nathan, Alex y Jake. -dijo Lola. Todos aplaudieron, aunque el discurso no hubiera terminado.

-Durante esa época solo había una cosa que lograba que nos distrajéramos: el baloncesto. Así que le queremos dar las gracias a nuestro entrenador, George, que nos ayudó a superar esa parte del curso. -todos volvieron a aplaudir.- Y ahora, le damos paso a nuestro capitán, Thomas Hale, que quiere decir unas palabras. -dijo Ryder, señalando a Thomas, que se acercaba a los micrófonos. Ryder y Lola volvieron a la mesa donde estaba Duendes Verdes y se sentaron, mientras Thomas hablaba.

-Bueno, supongo que todos habréis notado que no somos un equipo normal, somos un poco raros... -todos se rieron.- Pero raro no siempre significa malo, a veces significa bueno, como en nuestro caso. Nosotros éramos un equipo de chicos competitivos, que no nos llevábamos bien entre nosotros y que todos queríamos ganar por uno mismo. Pero esto cambió cuando estas dos chicas entraron en el pabellón. Lola, capitana de las animadoras, la chica popular. E Inés, una alumna de intercambio, algo tímida. Ellas dos se animaron a presentarse a las pruebas para el equipo. Al principio era incómodo. Pero con ellas aprendimos un par de cosas. Por ejemplo: que todos podemos jugar al baloncesto donde sea y como sea. No importa que lleves una trenza en la cabeza o que te pintes las uñas de rojo. -al mencionar esto, todo el equipo se rió.- Además, aprendimos a jugar sin botar, a entender las miradas de nuestros compañeros y, sobre todo, a ganar y a perder en equipo. Por eso pido un fuerte aplauso para Inés Fernández y Lola Forbes. -todo el público aplaudió, mirando hacia ellas.- Y queremos recordarle a Inés que siempre que quiera podrá volver, estaremos en las pistas de las vías del tren.

Todos volvieron a aplaudir y Thomas se despidió. Al bajar Inés y Lola lo abrazaron. Inés estaba aguantando las lágrimas, acaba de recordar cuánto los iba a echar de menos. Los discursos siguieron entre los últimos equipos y después la fiesta de verdad empezó. Los chicos se hartaron de bailar y cantar esa noche, de verdad que la disfrutaron.


Cuando llegaron al hotel cada uno se fue a su habitación. Pero, como todas la noches, todos terminaron durmiendo en habitaciones diferentes, en cualquier lugar. A la mañana siguiente emprendieron el viaje de vuelta a casa.

1 comentario: