viernes, 6 de febrero de 2015

LVIII.

Esa mano Ryder! -le gritó George para despertarlo cuando el viaje en autobús terminó. El autobús llegó al hotel con todo el equipo dormido, incluidos Lola y Ryder que estaban durmiendo abrazados.

-Aquí, entrenador. -dijo Ryder, levantando la mano libre. Estaba dormido, ni siquiera había abierto los ojos.

-La otra, estúpido. -le dijo George.- ¡Vamos todos arriba que ya llegamos! -gritó despertando a su equipo.

-¿Ya? -preguntó Thomas, levantando su cabeza del hombro de Inés.

-Sí, ya, capitán. -le dijo George.

-Tienes un hombro muy cómodo. -le dijo Thomas a Inés. Ésta se rió y todos se fueron levantando poco a poco.

Bajaron del autobús y cogieron sus cosas. Todos iban muy dormidos, despeinados, con mala cara o con almohadas bajo el brazo.

-Supongo que ustedes son el último equipo que queda por llegar... -dijo la recepcionista. Entonces se puso a buscar en una larga lista.- ¿Duendes Verdes?

-Los mismos. -dijo George.

-Habitación 201, Inés y Lola. -dijo la recepcionista. Inés cogió la llave y se dirigió hacia su habitación, seguida por Lola.- Habitación 202, Logan y Robert. Habitación 203, Thomas y Ryder. Habitación 204, Caleb, Jerry y Cosmo.

Todos se fueron a sus habitaciones, pero en menos de media hora, alguien estaba molestando a Inés y a Lola. Lola abrió la puerta, encontró a Ryder y sonrió. Ryder se acercó a besarle y mientras esto pasaba más chicos entraron en la habitación.

-¿Qué hacéis? -les dijo Inés.

-Disfrutad de vuestra compañía... -le dijo Cosmo, acostándose en la cama de Inés.

-Uno, estoy demasiado cansada para aguantaros. Dos, en media hora vamos a cenar ¿no podíais esperar? Y tres, levántate de mi cama.

-Vamos, chicas. Estamos de viaje, vamos a jugar al baloncesto y somos campeones nacionales. ¿Qué más queréis? ¡Vamos a disfrutarlo! -dijo Robert.

-Yo estoy con ellos, Inés. -dijo Lola, levantando la mano.

-Así me gusta, trenza. ¿Qué me dices, española? -le dijo Robert. Inés los miró a todos.

-Está bien... -dijo Inés. Todos lo festejaron con aplausos y gritos.- Chicos, chicos, que nos van a echar sin apenas cenar...

-Hablando de cenar. Me muero de hambre. ¿Vamos a cenar? -propuso Jerry.

Todos bajaron al comedor, a cenar juntos. Cuando llegaron a la puerta del comedor se encontraron con George.

-Entrenador, ¿podemos cenar? Nos morimos de hambre. -le dijo Kevin.

-Claro. Pasad. -dijo George.

Todos entraron con orden y se sentaron en una mesa justo para once personas. No se dieron cuenta hasta que se sentaron de quiénes estaban a su lado. Era el equipo de Palos Nuevos, también clasificado para ese torneo. Volaron algunas miradas, sobre todo por parte de las animadoras, pero Duendes Verdes se sentaron y los ignoraron.

-¿Se puede saber porque nosotros no tenemos equipo de animadoras? -preguntó Inés.

-Porque no tenemos dinero. -le dijo Logan.

-Aquí tenía que estar Bella... -musitó Inés. Lola se rió.

-Veo muchas risitas por aquí... -dijo el número diez de Palos Nuevos, acompañado por Sarah.- Una pena que no estemos en el mismo grupo, no competiremos por ahora. -dijo parándose detrás de Lola e Inés.

-Sí, una pena, una pena... -dijo irónicamente Thomas.- No queremos que paséis por otra humillación. Dos por año llega, ¿no? -todos aguantaron la risa ante el chiste del capitán.

-¿Lo sabéis por que sois expertos en humillaciones? -dijo Sarah.

-No te preocupes, cariño. Tú, nos ganas. -le dijo Inés.

-¿Te crees superior por estar con Flint? -le dijo Sarah. Inés se levantó para contestar, pero Ryder habló primero.

-Pues lo será, con todo lo que hiciste tú para conseguirlo... -dijo Ryder.

-¿Y tú quién crees que eres? -le dijo el número diez.

-Eso mismo te digo yo a ti. -le dijo Ryder, levantándose. Al mismo tiempo se levantaron Logan, Thomas y Cosmo.

-Creo que os vais. -les dijo Lola.

-Yo no lo creo. -le contestó Sarah.

-Fuera. -dijo Inés. El número diez y Sarah se fueron. George se estaba acercando a la mesa y se quedó mirando a los dos estudiantes de Palos Nuevos sorprendido.

-¿Y estos? -preguntó señalándolos.

-Tu hija tiene amistades... -dijo Robert. Todos se volvieron a reír.

-Bueno, como sea. Cuando terminéis de cenar a la cama y a dormir. Mañana vamos a ver el partido de los campeones italianos contra los franceses a las cuatro de la tarde. Y alguno más si queréis. -les dijo George.

-Sí, entrenador. -dijo Richard.

-Mañana a las ocho desayuno. -dijo George, antes de desaparecer.

-¿Eso significa que desde este momento hasta mañana a las ocho tenemos vía libre? -dijo Cosmo con una sonrisa.


Todos rieron y festejaron mientras esperaban la cena. Tenían una semana de vacaciones y, aun encima, haciendo lo que más querían: jugando al baloncesto.

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