El viernes 22 de marzo de 2002 Inés Fernández cumplía
17 años. Recibió llamadas de toda su familia y mails de todos sus
amigos de España. Pero era viernes y tenía que ir a clase. Nadie la
felicitó, nadie sabía que era su cumpleaños, o eso pensaba ella.
-Isabella, ¿nos puedes explicar cómo vas a hacer que
Inés no esté en casa mientras preparamos la fiesta? -le preguntó
Lola, disimuladamente.
-Lo tengo todo planeado. Mi hermano la va a venir a
buscar y se la va a llevar a dar una vuelta. Mientras, nosotros
corremos a casa y preparamos la fiesta. -explicó Isabella.
-¿Mason Flint va a venir a buscar a Inés? -preguntó
Grace, riéndose.
-Sí, están insoportables. Aun encima no quieren que
mis padres se enteren y tengo que ocultarlo siempre. -se quejó
Isabella.
-Pequeña Flint, nosotros compramos la comida. -le dijo
Logan. Isabella sonrió.
-Y yo me encargo de la música. -dijo Ryder, pasando por
la mesa donde se sentaban las chicas.- Lola, ¿me acompañas?
-Claro.
-Ahora silencio, que ahí viene. -dijo Claire, viendo
llegar a Inés a la cafetería.
-Ryder, ¿qué haces aquí? -le preguntó Inés con una
sonrisa.
-Nada, saludar. -dijo apoyando una mano en el hombro de
Lola. Les sonrió y se fue a su mesa.
Después de la comida las clases continuaron y todos
volvieron a clase. Menos Ryder, Lola, Cosmo, Logan y Thomas, que
tenían cosas que hacer. Salieron a escondidas del instituto y en la
puerta se encontraron.
-¿A dónde vais? -preguntó Logan.
-A por la música a mi casa y a la suya. -explicó
Ryder, cogido de la mano con Lola.
-Pues como lleguéis así de agarraditos a la casa del
entrenador Forbes... Por favor, sacadle una foto a su cara... -pidió
Thomas, riéndose con sus amigos. Lola negó ante la tontería de sus
compañeros.
-¿Vosotros a dónde vais? -preguntó Ryder.
-A por la comida y por el alcohol. -dijo Logan,
sonriente.- Aquí, nuestro amigo Cosmo, ya es mayor de edad. -dijo
señalándolo. Él hizo una pequeña reverencia y todos se rieron.
-¿Por qué no nos vamos de aquí? Si nos ve algún
profesor nos metemos en un buen lío. -dijo Lola. Los cinco chocaron
sus manos y cada grupo se fue en una dirección diferente.
Ryder y Lola fueron primero a casa de Ryder. Después
irían a casa de Lola y después a casa de los Flint, a ayudar a
Isabella con la fiesta. Llegaron a la puerta de la casa de Ryder y
Lola se quedó parada.
-¿No vas a entrar? -le preguntó Ryder.
-No... -dijo Lola, como si fuera evidente.
-Vamos, Lola, mi madre no está en casa. -dijo Ryder,
tirando de Lola. En cuanto abrió la puerta, se encontraron con la
madre de Ryder. Era una mujer joven, de pelo corto y rizo.- ¿Mamá?
¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar trabajando?
-Hoy es mi día libre, Ryder. ¿Tú no deberías estar
en el instituto? ¿Y ella quién es? -preguntó sonriendo. Ryder le
explicó que no estaba en clase porque tenían que preparar una
fiesta sorpresa para Inés y su madre no puso inconveniente.- Todavía
no me contestaste quién es esta chica.
-Soy Lola Forbes, señora Johnson. -dijo Lola,
ofreciéndole la mano.
-Por favor, no me llames señora Johnson. Ya no soy ni
señora, ni Johnson. Ahora soy Loreen Clack de nuevo. -dijo ella con
una sonrisa.
-Mamá... -se quejó Ryder.
-Tú cállate y ve a buscar la música. Yo me quedo
hablando con Lola. -le dijo Loreen a su hijo.
Lola y Loreen se quedaron en la cocina. Mientras, Ryder
apuró lo máximo cogiendo la música, pensó que Lola debería de
estar pasando un mal rato. Pero cuando volvió se encontró con su
madre y su chica riéndose juntas.
-Ya estoy, cuando quieras Lola. -dijo Ryder,
sorprendido.
-Espera, que le estoy contando cuando te caíste de la
bicicleta. -le dijo su madre.
-¡Mamá, cállate! -le gritó su hijo. Eso provocó la
risa en las chicas otra vez. Agarró a Lola y la obligó a levantarse
y coger su abrigo.- Tenemos prisa, mamá. Volveré de noche.
-¿Y tú volverás, Lola? -le preguntó Loreen, mientras
la pareja salía de su casa.
-Otro día. -dijo Lola. Loreen los despidió desde la
puerta de su casa.
-¿Se puede saber qué estabas haciendo? -le preguntó
Ryder.
-Hablar con tu madre. -dijo Lola, sonriente.- Vamos, que
en mi casa sí que no hay nadie. -dijo Lola, riéndose.
Llegaron a casa de los Forbes y, efectivamente, no había
nadie allí. Ryder entró con Lola y la acompañó. Se sentó en su
cama mientras ella buscaba la música y la ropa que se pondría esa
tarde.
-¿Vestido negro o falda roja con camisa negra?
-preguntó ella, sacando ropa de su armario.
-Que más da... -dijo Ryder, riendo.
-No da igual. Quiero ir guapa. ¿Vestido o falda?
-Falda. -dijo Ryder, señalando la prenda.
-Perfecto. Ahora fuera, que me voy a cambiar. -le dijo
Lola, echándolo.
Ryder salió de la habitación y se apoyó en la pared.
De repente, Lola sacó su brazo por la puerta, lo cogió por la
camiseta y tiró de él hacia dentro. Se besaron y Ryder cayó de
espaldas en la cama. Así estuvieron un rato, hasta que Ryder
intervino.
-¿No deberíamos ir a casa de Isabella? -preguntó él.
-A menos que quieras ir para discutir un rato con Mason,
no. -dijo ella, riéndose. Pero a Ryder no le hizo gracia.
-Ya me quitaste las ganas de hacer nada... -dijo él,
apartándola y sentándose en la cama. Ella se mordió el labio y se
rió.
-No tenemos que ir a casa de los Flint hasta dentro de
una hora como mínimo, mi padre está trabajando hasta dentro de tres
y madre no llegará hasta que anochezca, pero si a ti no te apetece
hacer nada... -dijo ella, abrochándose los botones de su camisa al
lado de Ryder. Él la miró de reojo.
-Eso es trampa... -se quejó él, antes de volver a
besar a Lola.

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