domingo, 28 de diciembre de 2014

XLIII.

Dos semanas y media de clase ya habían transcurrido, y todo estaba bastante mejor. Los chicos intentaron volver a la normalidad. Era ya 15 de marzo y esa noche se celebraría el primer partido de football después del accidente. Todos estaban dispuestos a ir, no solo por los fallecidos, sino por animar a todo el equipo que habían perdido a sus compañeros. La mañana empezó y debajo del nombre del instituto estaba anunciando el partido de esa noche.

-¿Cómo está, Julian? -le preguntó Isabella a Claire. Claire se había quedado leyendo el anuncio, Isabella la vio y se acercó a ella.

-Bien, como puede... -dijo Claire.- ¿Y Owen?

-Ahora mejor. -dijo Isabella.- Lo pasó mal, pero ahora está bastante mejor.

-No te preocupes, seguro que lo de está noche le ayuda. -le dijo Claire. Las dos empezaron a caminar hacia la entrada, pero una discusión llamó su atención.

Papá, ya estoy bien! -le gritó Lola a su padre, mientras bajaban del coche.

-Lola, los doctores te dijeron un mes y un mes pasarás sin jugar. -le dijo su padre, cerrando el coche con llave.

-Pero si ya estoy bien no entiendo porque tengo que esperar más. Ya entrené y todo. -dijo ella, persiguiéndolo. Ryder e Inés se tropezaron en la entrada con Claire e Isabella y se quedaron mirando la escena con ellas.

-Lola, este fin de semana no jugarás y punto. -le dijo su padre. Él entró en el instituto y ella se quedó parada delante de las escaleras.

Rubia! -le gritó Inés.- Venga, vamos.

Lola se unió a sus amigos y entró en el instituto. Ryder la abrazó por los hombros y ella le sonrió. Los cinco caminaron por el mismo pasillo donde el hombro de Lola se estampó contra una taquilla. Lola miró esa taquilla y suspiró.

-¿Por qué discutías con el entrenador? -le preguntó Ryder a Lola, mientras ella sacaba unos libros de su taquilla. Claire, Inés y Bella ya se habían ido y los habían dejado solos.

-No quiere que juegue mañana. -dijo ella, sin mirarlo. Ryder miró al suelo, no quería darle la razón a su entrenador, pero tampoco le mentiría.- ¿No dices nada porque estás de acuerdo con él? -le preguntó Lola, mirándolo.

-Lola, todavía no estás lista para jugar. -dijo él, suavemente.

-¿Por qué?

-Porque tu hombro no iba a soportar tanto tiempo de esfuerzo. -dijo Ryder.

-No me lo puedo creer... -dijo ella. Cerró la taquilla de golpe y se fue, dejando a Ryder a su espalda. Él intentó agarrarla, pero ya era demasiado tarde.

La tarde pasó, pero cuando la noche llegó todos se unieron en el partido del equipo de football de Duendes Verdes. Las gradas se llenaron rápidamente. El equipo de baloncesto estaba sentado muy cerca del campo. Inés y Lola llegaron juntas. Sus amigas estaban en el campo, como animadoras de Duendes Verdes.

-¿Nos tenemos que sentar con los chicos? -preguntó Lola.

-Pues sí, Lola. Deberíamos. ¿Por qué lo preguntas?

-Discutí con Ryder, y no quiero hablar con él todavía.

-Vamos, no seas infantil... -dijo Inés, agarrando a su amiga de la muñeca y tirando de ella hacia sus compañeros de equipo.- Hola, chicos.

-Hola, chicas. -dijeron varios a la vez. Inés se sentó entre Robert y Cosmo. Lola, entre Robert y Ryder.

-Oye, ¿qué les pasa a estos dos? -le preguntó Robert a Inés.

-Discutieron esta mañana... -dijo Inés.

-Lola... -le dijo Ryder, ésta desvió la mirada.- Lola, vamos.

-Déjame en paz. -le pidió ella. Se levantó y se cambió de sitio, Robert fue tras ella. Entonces Mason llegó y se sentó al lado de Inés y de Ryder.

-Hola, ¿cómo estás? -le preguntó a Inés. Ésta asintió y él besó su cabeza.

-Ya empieza. -dijo Cosmo.

Las animadoras salieron al campo e hicieron uno de sus espectáculos. Todos aplaudieron y después los chicos de Duendes Verdes salieron. Se hizo un silencio al verlos. Ellos solían jugar de verde, pero hoy iban de negro, de negro por sus compañeros. Se unieron en un círculo.

-Vamos allá, chicos. -dijo Owen.

-Por ellos. -dijo Julian, poniendo su puño en el medio del círculo.

El primero en poner el puño fue David, principal enemigo de Julian, más exactamente uno de los que le atacó en el pasillo. Pero esa vez estaban todos unidos. Todos unieron sus puños y gritaron el nombre del equipo. Cuando se separaron y miraron al público este se levantó y empezó a aplaudir.

El partido transcurrió totalmente fuera de lo normal. Lo normal era el mal rollo entre los jugadores de Bugle, las jugadas egoístas, las peleas dentro del mismo equipo... Pero en esa tarde los jugadores de Duendes Verdes eran realmente un equipo, un verdadero equipo. El partido lo ganaron, por supuesto, y todos los alumnos de Bugle los aplaudieron de pie y con emoción. Incluso, Lola dejó que se le escapara alguna lágrima. Robert la abrazó. Hasta que Ryder llegó y la abrazó él.

-¿Me perdonas? -le preguntó él, mientras la abrazaba. Ella asintió.

-Es que me di cuenta de que tan solo no puedo jugar durante un mes, ellos no podrán jugar nunca más. -dijo llorando. Ryder la abrazó más fuerte.

-¿Pensaste en lo que te propuse? -le preguntó Mason a Inés.

-¿En qué? ¿En mantener algún tipo de relación durante tres o cuatro meses, hasta que me vuelva a mi país, al otro lado del Atlántico? -preguntó ella. Mason iba a reclamar, pero eso era lo que le había dicho.

-Sí, eso mismo.

-Sí que lo pensé. -dijo ella.

-¿Y?


No le dijo nada más, simplemente le sonrió, lo agarró del cuello de la camisa y lo beso. Un beso por sorpresa, así, como él había hecho con ella anteriormente.

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