martes, 16 de diciembre de 2014

XL.

Están bien! -gritó una voz masculina.- Tranquilos, policía... -dijo él. Los chicos abrieron los ojos y vieron al policía.- Vamos, os ayudaremos. -dijo ofreciéndoles una mano. Claire agarró la mano y se levantó.

Todos se ayudaron entre ellos para salir de allí. Los policías los ayudaron a salir del instituto. Salieron en fila, despacio. Marcel, en cuanto vio a sus hijos empezó a gritar pretendiendo acercarse a ellos, pese a que dos policías no lo dejaran avanzar. Isabella e Inés, en cuanto lo vieron corrieron hacia él. Con una valla de protección por el medio los tres se abrazaron.

Ryder llevaba a Lola con ayuda de Mason. La llevaron hasta donde estaban dos enfermeros de una ambulancia. Allí, los enfermeros la cogieron y no los dejaron avanzar.

-Gracias, de verdad. -le dijo Ryder a Mason. Él asintió. Una mujer de treinta y siete años corrió hacia ellos. Era la madre de Ryder. Él la abrazó fuerte en cuanto llegó a ella.

-Hola, Mason. -dijo la mujer, llorando. Le acarició la mejilla.

-Hola, Loreen. Está bien, no te preocupes. -dijo Mason.

-Gracias, por cuidarlo siempre. -dijo Loreen.

-No me las des. -dijo Mason.- Voy con mi familia... -dijo señalando su espalda. Los dos asintieron y Mason se acercó a su padre, a su hermana y a Inés. Cuando Marcel lo vio abrió los brazos y los dos se abrazaron fuerte.

-¿Lola? ¿Dónde está? -preguntó Inés, preocupada.

-Está en la ambulancia, está bien. -dijo Mason, secándose las lágrimas de sus ojos.

-Tengo que ir a verla. -dijo Inés, buscando desesperada con la mirada a la ambulancia donde estaba su amiga. Cuando la vio iba a caminar hacia ella, pero Mason la detuvo con un brazo por su cintura.

-No te dejarán verla. Está siendo atendida, sus padres estarán con ella. -dijo Mason. Inés dejó de intentar escapar, pero un policía los interrumpió.

-Tienen que acompañarnos. Serán atendidos por un enfermero y después tienen que hablar con uno de los nuestros. -dijo el policía.

-Pero... -dijo Marcel.

-Tranquilo, papá. Estamos bien. -le dijo Isabella. Los tres siguieron al policía. Fueron a una ambulancia donde estaban Cosmo, Logan y Thomas, siendo atendidos y cubiertos con unas mantas.

-Dos de vosotros tenéis que venir conmigo a otra ambulancia. -les dijo un policía. Mason e Inés se fueron. Fueron a otra ambulancia donde estaba Gave, el otro chico que estaba con ellos en la biblioteca. Les dieron una manta a cada uno y se apoyaron en la parte de atrás de la ambulancia.


-Es nuestra hija, tenemos que verla. -se quejó Marilyn cuando le prohibieron ver a su hija mientras la atendían.

-La están atendiendo, señora. Debe de esperar. -le dijo un policía. Ryder, con un brazo sobre los hombros de su madre, pasaba por ahí en ese momento.- Por ahora agradézcale a ese joven que la ayudó. -le dijo el policía señalando a Ryder. El matrimonio Forbes lo miraron.

-Ryder, ¿qué le pasó? -le preguntó George.

-Cuando sonó el primer disparo la gente empezó a correr desesperada. La empujaron contra una taquilla y la lastimaron. Tiene un corte en el hombro y debe de tener un hueso descolocado o algo así. Pero está bien. -explicó Ryder.

-Gracias a Dios... -dijo Marilyn.- Por favor, déjenos ir a verla. -le pidió al policía. Este miró a sus espaldas y cedió, dejando al matrimonio ir hasta la ambulancia. Los dos corrieron hasta donde estaba su hija siendo atendida por dos enfermeros.

-¿Qué hacen aquí, señores? -les preguntó uno de los enfermeros.

-Somos sus padres. -dijo George. El enfermero miró a Lola y ésta asintió. Su padre estiró la mano y le acarició la pierna.

-Tiene el hombro dislocado y un corte que necesitará puntos. Un doctor está de camino. -les informó el enfermero.

-¿No la pueden llevar al hospital? -preguntó George.

-No, debe de permanecer aquí.

-Bueno... -dijo Marilyn.- ¿Estás bien, cariño?

-Sí, mamá. -dijo Lola, esbozando una sonrisa.

Mason e Inés, sentados uno al lado del otro, esperaban a que les dijeran que se podían ir a casa. Entonces sacaron a otro grupo de adolescentes del instituto. Los iban repartiendo entre las tres ambulancias que allí había. Una chica, lloraba desesperada, pero Gave gritó.

-Roma. -dijo él. Se levantó y corrió hacia ella. Los dos se abrazaron efusivos. Mason e Inés se miraron y sonrieron. Se estaban acercando uno al otro cuando Ryder los interrumpió.

-¿Café? -les propuso. Los dos lo vieron con dos bandejas de cuatro cafés cada una. Detrás de él iba Owen con otras dos bandejas de cafés. Inés se levantó y abrazó a Owen.

-Sí, gracias. -dijo Mason, cogiendo dos cafés de las bandejas.- Owen, mi hermana está en aquella ambulancia, le gustará verte. -le dijo a su cuñado. Él sonrió y fue hacia la ambulancia. Cuando llegó hasta la vista de Isabella, ésta se levantó y corrió a abrazarlo. Owen repartió los cafés y Ryder llegó después.

-¿Cómo está Lola? -preguntó Thomas.

-No se, no me dejaron ir a verla. -explicó Ryder.

-¿Esos cafés son para alguien? -le preguntó Isabella, abrazada a Owen.

-Se los iba a llevar a Claire y a Julian. -dijo Ryder.

-Déjame ir a mi, por favor. -pidió Isabella. Ryder le dio la bandeja e Isabella caminó hasta la ambulancia dónde estaban Claire, Julian y Rachel.- Chicos, café.

-Sí, por favor. -pidió Claire.

-¿Rachel? -le preguntó Isabella, ella negó.

-Lo de hoy no significó que seamos amigas, te sigo odiando, Flint. -le dijo Rachel. Después de eso se levantó, dejó la manta en la ambulancia y se fue.

-Esto me pasa por ser buena persona... -se quejó Isabella.

La noche cayó y los chicos seguían allí, no podían irse todavía. Los policías no sacaron a más alumnos con vida del instituto. Lo único que sacaron fueron tres cadáveres y la banda que intentó destruir más vidas.

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