domingo, 14 de diciembre de 2014

XXXIX.

Los alumnos estaban siendo desplazados hacia una zona deportiva del otro lado de la ciudad. Los autobuses iban y volvían. Los padres empezaban por ir a donde estaban los alumnos que ya estaban a salvo, pero algunos, desgraciadamente, tenían que irse e ir al instituto donde sus hijos permanecían encerrados. Entre ellos Marilyn y George y Marcel Flint. Adela Flint tuvo que quedarse con la pequeña Arianna en casa y cuidarla.

Marcel estaba entre coches de policías, esperando. Entonces vio salir a Grace Young y Owen Hall del instituto. Al verlos pensó que podrían saber algo de su hija, así que avanzó hasta ellos.

-Chicos. -gritó desesperado. Ambos adolescentes salían llorando y asustados. Se estaban reencontrando con sus padres.- Por favor, decidme que Isabella e Inés serán las siguientes en salir porque estaban con vosotros.

-Lo siento... -dijo Grace, llorando.

-Están en la biblioteca. -dijo Owen, después de pensar un poco.- Fueron a la biblioteca. Pero, señor Flint, Mason también estaba allí.

-¿Qué? Mason debería de estar en la universidad. -dijo Marcel, angustiado por la idea de que su hijo también estuviera allí dentro.

-Estaba con sus amigos, al lado de la puerta de la biblioteca. Seguro que está con Isabella y con Inés. -dijo Owen, intentando tranquilizarlo, pero fue en vano.


-Estoy cansada, Bella. -le dijo Lola a su amiga.

-¿Qué? -preguntó Isabella, asustada.

-Es normal, acaba de tomar un calmante y ha estado perdiendo sangre. -dijo Logan.

-Seguro que tienes frío también. -dijo Ryder. Se sacó la sudadera y se la cedió. Logan hizo lo mismo, tapando las piernas de su amiga. Fuera empezó a llover y eso hizo que la angustia de los presentes en la biblioteca se multiplicara.

-¿Sabes por qué me enfadé cuando me besaste? -le dijo Inés a Mason. Él negó.- Por esto, mira. -dijo enseñándole una hoja que había sacado de su mochila.

En la hoja explicaba que en mayo la avaluarán para ofrecerle otra beca para terminar los estudios en Estados Unidos. Pero el número de becas había bajado mucho. Tan solo tres personas de las cien que viajaron podrían quedarse otro año más.

-Pensé que tu beca era solo para un año. -dijo Mason.

-Y así es. Pero el otro día recibí esto, que dice que si juego bien mis cartas podría quedarme otro año más...

-¿Y qué pasa? -preguntó Mason.

-Que no quiero empezar a quereros mucho. -dijo Inés empezando a llorar desconsoladamente.- Que tengo miedo de sufrir cuando tenga que volver.

-Pero esto dice que podrías quedarte otro año más. -le dijo Mason.

-Pero puede que no lo consiga.

-Inés no puedes decidir que no vas a querer a nadie de los que conociste aquí, que no los quieres echar de menos. Es inevitable. -dijo Mason, secando una lágrima de la cara de Inés.

-Después me di cuenta de que era demasiado tarde. Cuando estuve en España no hacía otra cosa que contar cosas de vosotros, o pensar en lo que estaría pasando aquí. Ya os quiero demasiado para tener que volver en Mayo.

-¿Por eso no querías que entre tú y yo naciera nada? -preguntó Mason, uniendo cabos. Inés asintió.

-Lo siento. -añadió después. Mason bufó y la abrazó. Después del abrazo, ambos se acercaron a Lola.- Lola, ¿cómo estás?

-Mal... -confesó ella, con la voz cansada. Inés le acarició la cara.

-Tranquila, Lola. -le dijo Mason.- Espera. -dijo cuando una idea se le pasó por la cabeza. Fue hasta su mochila y la llevó hasta donde estaban ellos. La abrió y sacó un poco de chocolate.- Toma, seguro que te sientes mejor si comes algo.

Mason le partió un cacho de chocolate y ella se lo comió.

-Sabe bastante mejor que la medicina. -dijo Lola, haciendo que todos esbozaran una sonrisa.

-Gracias... -le dijo Ryder a Mason.

-No hay de qué. -dijo Mason. Los dos se miraron durante largos segundos.

-¿Y si salimos? -propuso uno de los chicos que no conocían.

-Sí, tenemos que salir. -dijo otro de ellos.

-No, ¿cómo vais a salir? -dijo Cosmo.

-No sabéis cuántos son, dónde están, que estarían dispuestos a hacer... No sabéis nada. -dijo Julian.

-Pero hay más gente allí fuera. -dijo el primero.

-Estarán seguros. -dijo Claire.

-¡¿Seguros?! ¿Sabes lo que es que tu novia esté por ahí, puede que viva o muerta? -dijo uno de ellos, muy nervioso.

-Sí, yo lo se. -interrumpió Isabella.- Mi novio no está aquí y me aguanto.

-¿Por qué? -le preguntó él.

-Porque si salgo pongo en peligro a todos los demás y no voy a hacer eso. -dijo Isabella, se hizo un silencio incómodo.- ¿Cómo te llamas?

-Gave. -dijo él.

-¿Y tú novia? -le preguntó Rachel.

-Roma, se llama Roma. -dijo él, nervioso.

-Por favor, Gave, no nos pongas a todos en peligro. -le pidió Ryder. Gave estaba de pie, nervioso. Miró a Ryder, que abrazaba a Lola. Ella estaba sudando, pálida, temblando. Dudó unos segundos y después se volvió a sentar.

-Owen está bien. No es un chico tonto. -le dijo Claire a Isabella.

-Lo se, y nosotros vamos a estar bien. -dijo Isabella, respirando profundamente.

Pero la puerta se intentó abrir. Todos más asustados de lo normal se apretaron contra una pared. Estaban muy asustados y las lágrimas empezaban a salir por los ojos de todos. Mason abrazó a Isabella y a Inés. Cosmo, Logan y Thomas se unieron a ese abrazo. Julian y Claire se juntaron con Ryder y Lola, intentando no tocar mucho a Lola.


Golpearon la puerta muy fuerte, la estaban intentando abrirla a la fuerza. Un golpe, dos y tres, la puerta se abre. Todos cierran los ojos asustados. Los pasos se acercan muy despacio y las respiraciones se dejan de oír por un instante.

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