El martes llegó y los nervios y la ansiedad por saber
si estarían en el equipo o no seguía en el cuerpo de Lola e Inés.
Las dos durmieron poco, nerviosas. Se levantaron antes y desayunaron
poco. Llegaron al colegio y en cuanto se vieron forzaron una sonrisa.
-¿Cómo estás? -le preguntó Inés a Lola.
-Nerviosa, ¿tú?
-También... -dijo Inés, las dos soltaron un suspiro y
unos brazos las rodearon por los hombros.
-Hola, mis chicas. -dijo Cosmo.
-¿Tus chicas? -preguntó riendo Lola.
-Sí, sois mis chicas favoritas. -dijo Cosmo.- No se lo
digáis a mi novia. -dijo en un susurro. Así consiguió sacarles una
carcajada a las dos.- No os preocupéis.
-Cosmo, déjalas en paz. -le dijo Thomas.
-Hola, Thom. -dijo Inés, éste les sonrió.
-Chicas, una duda. -dijo Thom. Las chicas escucharon
atentamente.- ¿Hoy por fin podré ducharme con vosotras? -las dos se
volvieron a reír.
-No, Thom. -dijo Lola.
-¿Por qué? -preguntó Thom, abriendo los brazos. Los
cuatro entraron en el instituto riéndose.- Os esperamos en el
entrenamiento. -dijo Thom, cuando se despidieron de ellas. Con Inés
y Lola estaban Grace y Claire.
-Yo no se cual de todos ellos está mejor. -dijo Grace,
mirando a los chicos del equipo de baloncesto irse riendo por el
pasillo.
-¡Grace! -se quejaron Inés y Lola a la vez.
-¿Qué? Tiene razón. -dijo Claire.- Tenéis mucha
suerte.
-Tenemos suerte porque son muy buenos chicos. -dijo
Inés.
-Bueno, no todos... -dijo Grace, cuando Ryder estaba
pasando por el pasillo.
-Incluso él es muy buena persona. -dijo Lola. Cuando
Ryder pasó por al lado de las chicas las saludó con una sonrisa.
-Chicas me tengo que ir, tengo clase de matemáticas.
-dijo Inés. Entonces por el pasillo pasaba Kevin, compañero del
equipo y de matemáticas.- ¡Kevin, esperame!
A la hora de la comida, en la mesa de Isabella y
compañía se habían unido las nuevas animadoras del equipo de ésta.
Eran simpáticas, aunque algo tímidas. La comida se vio interrumpida
por Roberto, que apoyó sus manos en los hombros de Lola.
-¡Robert! -dijo Inés, sonriendo.
-Hola, Inés. Trenza... -dijo dándole un pequeño
masaje a los hombros de Lola.- ¿Cómo estáis?
-Un poco nerviosas, pero bien. -dijo Lola.
-¿Hoy sabréis ya lo que decidió la federación o no?
-preguntó Roberto.
-Supongo y espero que ya lo sepamos hoy. -dijo Inés.
-Bueno, nos vemos por la tarde. -dijo Roberto, volviendo
a su mesa.
A la hora de entrenar ya estaban todos allí. Lola con
la trenza puesta y todos tirando a canasta hasta que George llegó.
Empezaron a entrenar, sin que nadie mencionara nada sobre las chicas.
El entreno fue duro, muy duro, pero todos lo hicieron. Al final de
todo, estaban agotados, pero aun así terminaron el entrenamiento con
una sonrisa. Después se fueron a las duchas.
-Inés, Lola, esperad. -dijo George, cuando iban a
entrar en el pasillo hacia los vestuarios. Las dos se acercaron a
George.- Ayer, ¿fuisteis vosotras las que llamasteis a la federación
para que viniera a ver el entrenamiento?
-Sí. -contestó Lola.
-¿Por qué? -preguntó George.
-Porque nos prohibiste tirar la toalla. -dijo Inés.
George sonrió, estaba satisfecho.
-Pues esa norma está dando sus frutos. -dijo George,
las dos chicas se miraron sin entender.- Me llamaron de la
federación, podréis jugar.
Al decir esto, las dos empezaron a gritar y se
abrazaron. Después abrazaron a su entrenador y echaron a correr por
los pasillos hacia el vestuario. Los chicos escucharon los gritos
desde su vestuario, cuando Inés y Lola estaba ya en el vestuario,
los chicos preguntaron.
-Chicas, ¿qué pasa? -preguntó Caleb.
-¡Podemos jugar! -gritaron las dos a la vez.
Los chicos de la alegría salieron del vestuario y
entraron en el de ellas. Por suerte las dos seguían todavía
vestidas. Se abrazaron y celebraron la noticia en el vestuario de las
chicas, eufóricos. Hasta que George llegó.
-Vosotros, a vuestro vestuario. Ya. -ordenó George
Forbes. Los chicos salieron del vestuario y volvieron al suyo.
Todo volvió a la normalidad, Inés volvió a su casa
con Thomas, Logan y Cosmo. Y Lola lo hizo con su padre. Cuando Inés
llegó a su casa, subió corriendo las escaleras y entró en la
habitación de Isabella, que estaba estudiando encima de su cama.
-¡Podré jugar! -dijo feliz. Isabella la miró,
procesando la información y después se levantó corriendo para
abrazarla. Las dos, emocionadas, empezaron a gritar.
-¿Qué pasa? ¿Qué pasa? -preguntó Mason, desde el
pasillo y de la mano de Arianna.
-Voy a jugar en el equipo. -dijo Inés.
-Va a jugar en el equipo. -repitió Isabella.
Mason y Arianna se unieron al abrazo. Era el primer
abrazo familiar de Inés con los Flint.

Siguela me encanta
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