Miércoles, veintiséis de septiembre de 2001. Inés se
despertó y miró por la ventana. El sol ya estaba brillando, pero no
tenía ganas de levantarse. Pero lo hizo, arrastró los pies hasta el
baño y se lavó la cara. Se asomó por la puerta del baño que daba
a la habitación de Isabella y la vio todavía dormida.
-Bella... Bella... -dijo desde la puerta. Su amiga se
sentó en la cama. Llevaba una camiseta verde sin mangas y el pelo
rubio, rizado y suelto.
-¿Qué pasa? -preguntó con la voz dormida.
-Hay que despertarse. -dijo Inés.
-¿Qué día es hoy? ¿Viernes?
-Siento decirte que todavía es miércoles. -dijo medio
riendo Inés.- Vamos, levántate. Vamos a llegar tarde.
Las dos se arreglaron y se vistieron. Cuando estuvieron
listas, bajaron a desayunar. En la cocina, Mason estaba estudiando.
-¿Ya estás estudiando? -le preguntó Isabella.
-Querrás decir aun. -le corrigió Mason.
-¿Llevas toda la noche estudiando? -le preguntó Inés,
Mason asintió.
-Pobre... -dijo Isabella. Las dos chicas se acercaron y
abrazaron a Mason.
-Te voy a preparar café. -dijo Inés. Inés preparó
café para tres y se sentaron juntos a desayunar. Marcel llegó por
la puerta de su paseo matutino y traía cartas en la mano.
-Llegó la carta para la competición de ballet de
Arianna. -dijo abriendo una carta.
-¿Qué pone? -preguntó Isabella. Después de unos
segundos Marcel sonrió.
-Pasó a la siguiente ronda. -dijo feliz. Los chicos se
sonrieron los unos a los otros.- Que es este fin de semana en Nueva
York.
-¿Nueva York?
-Wuau... -exclamó Inés.
-Se lo voy a contar a Arianna. -dijo Marcel. Subió las
escaleras de tres en tres y despareció de la vista de los jóvenes.
-Inés, si no nos vamos ya no llegamos a tiempo. -le
dijo Isabella.
-Chicas, os llevo yo. Vamos. -dijo Mason.
Mason Flint llevó a su hermana y a Inés a clase. Pero,
en el aparcamiento, mientras él hacía maniobras para salir del
instituto, su antiguo profesor de filosofía lo paró.
-Señor Flint, cuanto tiempo. -dijo él, desde la
ventanilla del coche.
-Lo mismo digo, señor Payne. -le dijo Mason.
-¿Cómo le va? -preguntó el señor Payne.
-Muy bien.
-¿Estaba estudiando periodismo, no?
-Exacto.
-Es que tenemos un pequeño problema en el club de
audiovisuales, quizás lo llame algún día porque necesitemos ayuda.
-Me parece perfecto. Siempre es un placer ayudar al club
de audiovisuales. -dijo Mason. Después de esa pequeña charla Mason
se fue a hacer su examen.
Fue una mañana tranquila, bastante tranquila. Inés y
Lola se encontraron cuando Inés salía de clase de Historia y Lola
de clase de Literatura. Caminaron juntas hasta el comedor.
-Entonces, ¿tu hermana va a tener un bebé? -preguntó
Lola, mientras Inés le contaba un poco de las cartas de su familia.
-Sí, está embarazada de dos meses ya. -dijo Inés, con
una sonrisa enorme.
-Que bien, vas a ser tía. -dijo Lola.
-Sí, viajaré a España cuando el bebé nazca. O eso
espero. -dijo Inés.
-Me alegro mucho. -dijo Lola. Entonces, Meredith,
animadora y amiga de Rachel, chocó el hombro con Lola.- ¿Qué
haces? -le preguntó Lola, parándose en el medio del pasillo.
-Lo siento, no te vi. -dijo Meredith. El tono hizo que
le hirviera la sangre a Lola, pero en ese momento pasó Roberto y
Ryder por ahí.
-Trenza, vamos. -le dijo Roberto.
-Sí, no vale la pena. -añadió Ryder. Lola suspiró
para tranquilizarse y se fue con los chicos y con Inés.
Por la tarde, los dos equipos de animadoras entrenaron,
el equipo de football también y el de baloncesto, por supuesto.
Cuando Isabella e Inés llegaron a casa se encontraron con Marcel,
Adela, Mason y a Arianna sentados en la mesa de la cocina, pero no
estaban comiendo.
-Chicas, sentaros. -dijo Adela. Las dos se sentaron
entre Arianna y Mason.- Arianna pasó la ronda del concurso de ballet
con su grupo de baile.
-Lo sabemos. -dijo Isabella.
-Y es este fin de semana en Nueva York, por lo que
tendremos que viajar. -dijo Marcel.
-Nosotros dos vamos a ir, tenemos muchas ganas de volver
a visitar Nueva York, y Arianna también, claro. ¿Vosotros queréis
venir? -preguntó Adela.
-Yo no puedo ir, tengo que estudiar. -dijo Mason.
-Yo iré. -dijo Isabella con una sonrisa.
-¿Y tú, Inés? -preguntó Marcel.
-Yo me tengo que quedar. Este fin de semana tenemos el
primer partido y no puedo faltar. -dijo ella. Inés tenía muchas
ganas de visitar Nueva York, pero el baloncesto iba primero.
-Pues iremos nosotros cuatro. ¿Estáis seguros de que
no queréis venir? -volvió a preguntar Marcel.
-Sí. -contestaron los dos a la vez.

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