La puerta de la cocina se abrió y Lola entró. Su
madre, que estaba cocinando la cena, la miró con una sonrisa antes
de volver a mirar la comida.
-¿Cómo te fue en el instituto? -le preguntó la señora
Forbes.
-Pregúntale a papá. -dijo Lola, antes de desaparecer
hacia su habitación. Entró en ella y cerró la puerta con fuerza,
dando un portazo. George entró cuando el portazo estaba sonando y
miró hacia arriba, y después miró a su mujer.
-¿Qué pasó?
-Se presentó en la prueba para entrar en el equipo de
baloncesto. -explicó George, sentándose en una silla de la cocina.
Su mujer, de la sorpresa, dejó la comida y lo miró.
-¿En serio? -preguntó la señora Forbes, su marido
asintió.- ¿Y qué pasó?
-Nada, dejé que ella y su amiga hicieran la prueba.
Pero no van a entrar en el equipo.
-¿Por qué? Tú mismo dijiste un millón de veces que
tu hija era buena en baloncesto.
-Pero son hombres, Marilyn.
-¿Tiene eso algo que ver? -la mujer se apoyó en la
mesa, al lado de su marido, con una mano en la mesa y la otra en su
cintura.- Lola es buena al baloncesto, como tú. Deja que juegue.
-No, no lo voy a permitir. Esos animales la pueden
matar. -dijo George, negando con la cabeza.
-Pero, ¿está capacitada para jugar en el equipo? -al
preguntar esto, George la miró confundido.- Quiero decir, ¿es lo
suficientemente buena para darle pelea al resto del equipo?
-Bueno, teniendo en cuenta que es una... -dijo George,
pensativo, intentando no responder a la pregunta.
-George. -se quejó Marilyn, quería una respuesta
sincera.
-Sí, es buena. -admitió George.
-¿Y su amiga? -preguntó Marilyn.
-Es muy buena.-dijo él, pensando en la prueba de Inés.
-¿Entonces? Dales una oportunidad, deja que entrenen un
tiempo con vosotros... -pidió Marilyn, sentándose encima de su
marido. Éste pasó las manos por la cintura de ella y apoyó la
cabeza en su hombro.- Por favor, George...
-Lo voy a pensar esta noche. -prometió George. Su mujer
le sonrió y le dio un pequeño beso.
-¡La comida! -exclamó Marilyn, viendo salir humo de su
comida. La miró y la sacó del fuego.- Bueno, ¿pedimos una pizza?
-su marido se rió. Y lo mismo hizo Lola, sentada en las escaleras de
su casa, escuchando la conversación de sus padres.
Inés llegó caminando a la casa donde viviría durante
un año entero. En el jardín, jugando con un balón naranja y la
canasta, estaba Mason. El balón rebotó cuando lanzó a canasta e
Inés dejó la mochila en el suelo, corriendo hacia el balón.
-Inés Fernández coge el balón en la línea de tres
puntos. Se prepara para lanzar y... -dijo Mason, haciendo como si
fuera un periodista deportivo. Inés se rió y lanzó. El balón
entró sin problema en el aro y Mason se quedó sorprendido.
-¿Pasa algo? -le preguntó Inés, apoyando las manos en
su cintura.
-Fue suerte. -dijo Mason, cogiendo el balón. Inés lo
pidió con las manos, él se lo dio y ella volvió a lanzar y a
encestar.
-¿Suerte otra vez? -preguntó Inés. Mason, sorprendido
le volvió a pasar el balón. Inés volvió a lanzar y volvió a
encestar.- Tres de tres no está mal.
-No está nada mal... ¿Cómo lo hiciste? -le preguntó
Mason. Cogiendo el balón.
-Entrenando durante muchos años. Mi hermana mayor fue
la capitana de su equipo de baloncesto cinco años seguidos y yo
tenía que seguir su camino. Fui capitana desde los once años, es
decir cuatro.
-¿Juegas al baloncesto? -preguntó Mason, muy
sorprendido.
-Sí. -dijo sonriendo Inés.
-Yo era la estrella de mi equipo. -dijo Mason,
señalándose y sonriendo.
-Lo se... -dijo riendo Inés.
-¡Chicos a comer! -gritó Adela desde la puerta. Inés
cogió su mochila, Mason su balón y los dos entraron en la casa a
comer.
-Cariño, vamos a comer. -dijo George, asomándose a la
habitación de su hija. Lola estaba sentada en el suelo leyendo un
libro.- Tienes sillas para sentarte. -le dijo su padre. Ella lo miró
sin moverse demasiado.
-No tengo hambre. -dijo Lola.
-Hay pizza. -dijo George.
-Sigo sin hambre. -dijo Lola, totalmente insensible.
-Vamos, Lola. No me hagas esto. -pidió George.
-Yo te pedí que me dejaras jugar al baloncesto y parece
que tú te niegas a que cumpla mi sueño. Todo lo contrario a lo que
hiciste tú, ¿no? -dijo ella, sin moverse de su sitio.
-Lola, por favor. No hagas de esto algo personal...
-pidió George.
-Papá, dejaré de hacer de esto algo personal cuando tú
me trates como a los demás. -dijo Lola. George dejó a su hija sola,
marchándose dolido por las palabras de su propia hija.
Adela Flint cocinó espaguetis con salsa de tomate para
toda la familia. Se sentaron alrededor de la mesa y empezaron a comer
cuando Isabella, que fue la última en llegar, se sentó en la mesa.
Esa comida le encantaba a la pequeña Arianna, por eso comía con
ganas, llenando el tenedor hasta que no podía coger más y
ayudándose con otro tenedor.
-Arianna, por favor, ¿que va a pensar Inés de ti? -le
dijo Isabella.
-Bella, deja a tu hermana en paz. Come tranquila, Ari.
-le dijo Mason.
-Vale... -dijo la más pequeña con la boca llena.
-Chicas, ¿os habéis presentado a alguna prueba hoy?
-preguntó Marcel.
-Sí, soy animadora otro año más. -dijo Isabella,
sonriendo y aplaudiendo.
-Yo me presenté a las pruebas para el equipo de
baloncesto. -dijo Inés. Al decir esto, todos los miembros de la
familia Flint dejaron de comer y la miraron en silencio.
-¿Al equipo masculino? -preguntó Adela.
-Sí, exacto. -dijo Inés. Mason sonrió y asintió.
-¿Te dejaron hacer las pruebas? -preguntó Mason, muy
sorprendido.
-Sí, pero no nos dijeron si estamos dentro o no...
-dijo Inés, mirando su comida.
-Que valiente... -dijo Arianna, impresionada. Todos se
rieron y continuaron cenando.
¡No me decís nada! ¿Qué os parece?
Un beso,
Cris.~

Me encanta, tienen q entras!!!
ResponderEliminarMásss Noveee!!!