sábado, 30 de agosto de 2014

V.

La puerta de la cocina se abrió y Lola entró. Su madre, que estaba cocinando la cena, la miró con una sonrisa antes de volver a mirar la comida.

-¿Cómo te fue en el instituto? -le preguntó la señora Forbes.

-Pregúntale a papá. -dijo Lola, antes de desaparecer hacia su habitación. Entró en ella y cerró la puerta con fuerza, dando un portazo. George entró cuando el portazo estaba sonando y miró hacia arriba, y después miró a su mujer.

-¿Qué pasó?

-Se presentó en la prueba para entrar en el equipo de baloncesto. -explicó George, sentándose en una silla de la cocina. Su mujer, de la sorpresa, dejó la comida y lo miró.

-¿En serio? -preguntó la señora Forbes, su marido asintió.- ¿Y qué pasó?

-Nada, dejé que ella y su amiga hicieran la prueba. Pero no van a entrar en el equipo.

-¿Por qué? Tú mismo dijiste un millón de veces que tu hija era buena en baloncesto.

-Pero son hombres, Marilyn.

-¿Tiene eso algo que ver? -la mujer se apoyó en la mesa, al lado de su marido, con una mano en la mesa y la otra en su cintura.- Lola es buena al baloncesto, como tú. Deja que juegue.

-No, no lo voy a permitir. Esos animales la pueden matar. -dijo George, negando con la cabeza.

-Pero, ¿está capacitada para jugar en el equipo? -al preguntar esto, George la miró confundido.- Quiero decir, ¿es lo suficientemente buena para darle pelea al resto del equipo?

-Bueno, teniendo en cuenta que es una... -dijo George, pensativo, intentando no responder a la pregunta.

-George. -se quejó Marilyn, quería una respuesta sincera.

-Sí, es buena. -admitió George.

-¿Y su amiga? -preguntó Marilyn.

-Es muy buena.-dijo él, pensando en la prueba de Inés.

-¿Entonces? Dales una oportunidad, deja que entrenen un tiempo con vosotros... -pidió Marilyn, sentándose encima de su marido. Éste pasó las manos por la cintura de ella y apoyó la cabeza en su hombro.- Por favor, George...

-Lo voy a pensar esta noche. -prometió George. Su mujer le sonrió y le dio un pequeño beso.

La comida! -exclamó Marilyn, viendo salir humo de su comida. La miró y la sacó del fuego.- Bueno, ¿pedimos una pizza? -su marido se rió. Y lo mismo hizo Lola, sentada en las escaleras de su casa, escuchando la conversación de sus padres.

Inés llegó caminando a la casa donde viviría durante un año entero. En el jardín, jugando con un balón naranja y la canasta, estaba Mason. El balón rebotó cuando lanzó a canasta e Inés dejó la mochila en el suelo, corriendo hacia el balón.

-Inés Fernández coge el balón en la línea de tres puntos. Se prepara para lanzar y... -dijo Mason, haciendo como si fuera un periodista deportivo. Inés se rió y lanzó. El balón entró sin problema en el aro y Mason se quedó sorprendido.

-¿Pasa algo? -le preguntó Inés, apoyando las manos en su cintura.

-Fue suerte. -dijo Mason, cogiendo el balón. Inés lo pidió con las manos, él se lo dio y ella volvió a lanzar y a encestar.

-¿Suerte otra vez? -preguntó Inés. Mason, sorprendido le volvió a pasar el balón. Inés volvió a lanzar y volvió a encestar.- Tres de tres no está mal.

-No está nada mal... ¿Cómo lo hiciste? -le preguntó Mason. Cogiendo el balón.

-Entrenando durante muchos años. Mi hermana mayor fue la capitana de su equipo de baloncesto cinco años seguidos y yo tenía que seguir su camino. Fui capitana desde los once años, es decir cuatro.

-¿Juegas al baloncesto? -preguntó Mason, muy sorprendido.

-Sí. -dijo sonriendo Inés.

-Yo era la estrella de mi equipo. -dijo Mason, señalándose y sonriendo.

-Lo se... -dijo riendo Inés.

Chicos a comer! -gritó Adela desde la puerta. Inés cogió su mochila, Mason su balón y los dos entraron en la casa a comer.


-Cariño, vamos a comer. -dijo George, asomándose a la habitación de su hija. Lola estaba sentada en el suelo leyendo un libro.- Tienes sillas para sentarte. -le dijo su padre. Ella lo miró sin moverse demasiado.

-No tengo hambre. -dijo Lola.

-Hay pizza. -dijo George.

-Sigo sin hambre. -dijo Lola, totalmente insensible.

-Vamos, Lola. No me hagas esto. -pidió George.

-Yo te pedí que me dejaras jugar al baloncesto y parece que tú te niegas a que cumpla mi sueño. Todo lo contrario a lo que hiciste tú, ¿no? -dijo ella, sin moverse de su sitio.

-Lola, por favor. No hagas de esto algo personal... -pidió George.

-Papá, dejaré de hacer de esto algo personal cuando tú me trates como a los demás. -dijo Lola. George dejó a su hija sola, marchándose dolido por las palabras de su propia hija.


Adela Flint cocinó espaguetis con salsa de tomate para toda la familia. Se sentaron alrededor de la mesa y empezaron a comer cuando Isabella, que fue la última en llegar, se sentó en la mesa. Esa comida le encantaba a la pequeña Arianna, por eso comía con ganas, llenando el tenedor hasta que no podía coger más y ayudándose con otro tenedor.

-Arianna, por favor, ¿que va a pensar Inés de ti? -le dijo Isabella.

-Bella, deja a tu hermana en paz. Come tranquila, Ari. -le dijo Mason.

-Vale... -dijo la más pequeña con la boca llena.

-Chicas, ¿os habéis presentado a alguna prueba hoy? -preguntó Marcel.

-Sí, soy animadora otro año más. -dijo Isabella, sonriendo y aplaudiendo.

-Yo me presenté a las pruebas para el equipo de baloncesto. -dijo Inés. Al decir esto, todos los miembros de la familia Flint dejaron de comer y la miraron en silencio.

-¿Al equipo masculino? -preguntó Adela.

-Sí, exacto. -dijo Inés. Mason sonrió y asintió.

-¿Te dejaron hacer las pruebas? -preguntó Mason, muy sorprendido.

-Sí, pero no nos dijeron si estamos dentro o no... -dijo Inés, mirando su comida.


-Que valiente... -dijo Arianna, impresionada. Todos se rieron y continuaron cenando.

¡No me decís nada! ¿Qué os parece?
Un beso,
Cris.~

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