Lola se sentó al lado Julian en clase de Química.
Abrió los libros, pero no los miró en toda la hora. En mitad de la
clase Julian le dio un codazo para captar su atención.
-Cambia esa cara que parece que te van a ejecutar esta
tarde. -al decir esto Lola esbozó una sonrisa.- Ya se que esto de
que se acabe el verano es una mierda, pero tampoco es tan malo. -su
amiga se rió y el la empujó con el hombro.- ¿Qué pasa?
-Que tengo todo patas arriba, no se que hacer... -dijo
ella, mordiendo su bolígrafo.
-A ver, cuéntame. Tal vez pueda ayudarte. -dijo él,
dejando al profesor totalmente de lado.
-Mi padre, -hizo una pausa- se va a hacer cargo del
equipo de baloncesto del instituto.
-¿Qué hay de malo en eso? Lola, tu padre es un gran
jugador de baloncesto.
-El problema es que quería presentarme a las pruebas
para entrar en el equipo, pero con mi padre no puedo hacerlo.
-¿Te quieres presentar al equipo de baloncesto?
-preguntó Julian, muy sorprendido.
-Sh... -dijo Lola, tapándole la boca.- No quiero que
nadie se entere, por ahora. -miró a Julian, que seguía con los ojos
abiertos como platos.- El baloncesto es mi vida y no entiendo porque
no puedo jugar en un equipo como tú juegas al football. Imagínate
que pudieras ver a otra gente igual que tú jugar, y tú estuvieras
sentado en las gradas. ¿Cómo te sentirías?
-Lola...
-¿Cómo te sentirías? -le repitió ella,
interrumpiéndolo.
-Mal, mal... -miró la cara de su amiga.- Vale, estaría
comido por la rabia.
-Así es como me siento yo. ¿Qué hago ahora? -se
preguntó a sí misma, tapándose la cara con las manos.
-Lola, Lola... Espera. -dijo sacando las manos de Lola
de su cara. Levantó la mano y miró al profesor.- Señor Morgan, que
Lola se siente un poco mal. ¿Podríamos salir a tomar el aire un
poco?
-¿Los dos? -preguntó el señor Morgan, mirándolos por
encima de sus gafas.
-Verá, es que ella...
-Está bien, está bien, Thomson. Salgan. -dijo firmando
sus pases de pasillo.- Cualquier cosa con tal de no verlo. -el
profesor y Julian no se llevaban nada bien.
Cogieron sus pases, se los colgaron al cuello y salieron
de clase de Química. Recorrieron el pasillo y se sentaron en las
escaleras que bajaban.
-Vamos a ver, -dijo él, intentando entender a Lola.- tú
quieres entrar en el equipo de baloncesto. -hizo una pausa y Lola
asintió.- Ibas a hacerlo, pero cuando te enteraste de que tu padre
era el entrenador te echaste atrás.
-Exacto. Lo peor es que me convenció una de las chicas
de intercambio, Inés, que vive con Isabella. Ella lo va a hacer.
-¿Quieres mi opinión sincera? -preguntó Julian,
señalándose a sí mismo. Lola asintió.- Yo creo que deberías
hacerlo. Me convenciste con esa parte de imaginarme en tu
situación... -Lola se rió.- ¿Qué vas a hacer?
-Voy a presentarme con Inés. -dijo segura. Lo miró y
lo sonrió.- Espero que no salga muy mal...
-No te preocupes. Los chicos de baloncesto no son tan
guapos como los de football, pero no son malas personas...
-No... -dijo Lola muy irónica.- Porque Ryder es una
persona bellísima.
-Vale, Ryder Johnson no es una buena persona. Pero no
hay ninguno más como él. -dijo pasando su brazo por los hombros de
ella. Lola apoyó la cabeza en el hombro de Julian, pero el timbre
sonó y tenían que salir corriendo de allí, si no querían ser
atropellados por el resto de los alumnos.
La hora de la comida tardó en llegar para todos, pero
por fin llegó. Cada uno iba a su mesa correspondiente, con su grupo.
Pero Lola se acercó a su mesa, dejó la bandeja y se acercó a la
mesa donde estaba Inés, con el grupo de amigos de Isabella.
-Inés, ¿puedo hablar contigo un momento? -le preguntó
Lola.
-Claro. Ahora vuelvo. -les sonrió a los amigos de su
compañera y se levantó con Lola.
-Quería decirte que sí que voy a hacer la prueba
contigo.
-¿De verdad? -preguntó Inés, mientras se le formaba
una sonrisa en la cara y los ojos le brillaban de emoción.
-Pero, -dijo Lola, interrumpiendo la emoción de Inés-
tienes que saber algo. Mi padre es el nuevo entrenador y no nos lo va
a hacer fácil.
-Me da igual, tenemos derecho ¿no? -dijo Inés.
-No pone en ningún lado que podamos hacer las pruebas.
-dijo Lola.
-Pero tampoco pone que no podamos hacerlas. -añadió
Inés.
-Entonces, ¿lo hacemos?
-Por supuesto. -dijo Inés ofreciéndole la mano. Las
dos estrecharon las manos y se rieron.- Te espero en la puerta
principal a las tres y media.
La prueba a las cuatro, por lo que las dos volvieron a
sus mesas habituales. Los alumnos disfrutaron la hora de la comida,
su momento más libre del día. Los profesores estaban en la sala de
profesores y ellos estaban en su lugar favorito. A las tres todos los
que harían prueba para los equipos de football y soccer se fueron,
eran antes que las pruebas de baloncesto y las animadoras.
-Suerte. -le susurró Julian a Lola, antes de salir del
comedor.
Ella le sonrió y el le guiñó un ojo antes de irse con
sus compañeros de equipo. Ella se quedó en la mesa, pero surgió
una duda que no tenía antes: ¿Cómo se iría de la mesa sin que sus
amigas la interrogaran? Cuando una pelea surgió al fondo del comedor
y todos fueron a ver que pasaba Lola se escapó corriendo. Ya eran
las cuatro menos veinte, pero Inés seguía en la puerta del
instituto.
-Pensé que no vendrías. -dijo Inés al verla.
-Tuve un pequeño problema, pero todo solucionado.
-¿Dónde nos podemos cambiar? Tú conoces mejor el
instituto que yo, tú mandas.
-Vamos a los baños. -dijo Lola. Corrieron hasta los
baños y se metieron en baños continuos. Se cambiaron, algo
apretadas, pero rápido. Cuando salieron se aseguraron de que no
había nadie en los pasillos que las pudieran ver y salieron
corriendo hacia el pabellón. Abrieron la pesada puerta y vieron a un
grupo de adolescentes alrededor del padre de Lola, que se estaba
presentando. La puerta, al cerrarse, hizo ruido y todos las miraron.
-Llega tarde. -dijo el padre de Lola, George Forbes. No
había visto quien entraba en el pabellón, pero cuando el grupo de
adolescentes le dejó ver quien había entrado se quedó inmóvil,
sorprendido.- ¿Qué hacéis aquí? -preguntó, pese a que se
imaginaba la respuesta y lo que vendría después.
-Venimos a presentarnos a las pruebas. -dijo Inés.
Todos los jugadores apretaron los labios para no reírse.
-Es un equipo masculino. -contestó George.
-Tenemos derecho a hacer la prueba en igualdad de
condiciones que todos ellos. -contestó Lola. Al decir esto, todos
miraron a George.
-Está bien, en igualdad de condiciones. -repitió
George, quería que quedara claro que ni que porque fueran mujeres ni
porque Lola fuera su hija iba a recibir un trato especial.- ¿En qué
posiciones jugáis?
-Yo soy escolta. -dijo Lola.
-Y yo base. -dijo Inés.
-Muy bien. ¡Empezamos!

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