-Blake, ¿haces el resumen de esta página? -le propuso Francesca.
Ambos estaban en la biblioteca y hablaban susurrando.- Si tienes
alguna duda me preguntas.
-Está bien.
-Voy a buscar un libro, ¿sí? -dijo Francesca.
Blake asintió y ella se levantó y se perdió entre los pasillos de
libros y libros. Llevaba ya dos semanas buscando información y no
había encontrado nada. Alguna tragedia, pero nada que ver con su
padre. Mientras ayudaba a Blake a estudiar para el examen de historia
que tenía en final del verano, ella buscaba cosas de Louis, sin
éxito. Aquella terminó como el resto de mañanas, con las manos
vacías. Blake la llevó a casa en coche y él se fue a la suya.
Cuando Francesca entró en la casa de su tíos escuchó los gritos de
Victoria.
-¡No podéis hacerme esto! ¿Pensáis que podéis escoger mi futuro?
-gritó Victoria, mientras Francesca entraba. Al verla, los tres
cesaron la discusión.
-Hola, ya llegué. -dijo Francesca. Nadie le contestó, tampoco la
miraban fijamente.- Estaré en mi habitación. -dijo señalando las
escaleras.
Subió y se sentó en la cama. Los gritos no tardaron en volver.
Victoria era la que estaba más enfadada. Nina tampoco se quedaba
atrás, Sean parecía que se quedaba un poco al margen de la
discusión. Francesca no pudo evitar intentar escuchar la discusión,
así que abrió la puerta de su habitación y se quedó allí,
apoyada en el marco de la puerta.
Pero la puerta de la habitación de al lado llamó su atención.
Estaba abierta y eso era raro. Todas las habitaciones que no
utilizaban estaban cerradas con llave siempre. A su otro lado estaba
la habitación de Victoria y al final del pasillo la del matrimonio.
Esa nunca la había visto abierta.
Así que entró. Entró y cerró la puerta detrás de ella. Era una
habitación casi vacía, solo tenía cajas y un armario. Las cajas
ponían Mudanza 1990, y debajo de eso cosas como: Cocina,
Nonis, Baños... Pero ninguna ponía Louis y era extraño, ya
que, pese a que Louis se hubiera mudado ya, siempre quedan algunas
cosas en casa de tus padres. Siguió buscando alguna señal de algo
de su padre, pero nada. Hasta que abrió el armario.
Dentro del armario había pequeñas cajas y algunos recuerdos. Todos
llevaban el nombre de su padre en el pie. Cajas con cartas y fotos.
Libretas de la escuela y algún libro de texto en mal estado. Un bote
de cristal con canicas de colores dentro.
-Al fin algo tuyo, papá... -musitó Francesca. Ya no solía hablar
sola, o con su padre, desde que estaba en Fear Hill no lo solía
hacer.- ¿Qué es todo esto? -preguntó cogiendo cajas y cajas.
Escuchó los pasos airados de alguien subiendo las escaleras. Cogió
la caja que tenía entre las manos e intentó salir por la puerta de
la terraza. Ésta estaba cerrada. Entonces salió por la ventana, la
que estaba sobre el suelo de la terraza. Corrió hasta la puerta de
su habitación, entró y escondió la caja debajo de la cama. Justo
cuando dejó la caja, alguien abrió la puerta.
-¿Qué haces en el suelo, Frankie? -preguntó Nina, desde la puerta.
Ahora todos la llamaban Frankie.
-Nada, busco un pendiente que se me cayó. -dijo Francesca,
inventando sobre la marcha.
-Espera, que te ayudó. -dijo Nina, agachándose.
-¡No! Da igual, estaba viejo y roto. -dijo Francesca, ayudando a su
tía a levantarse.
-Siento lo que acaba de pasar, no queríamos que lo... -dijo Nina,
preocupada.
-Da igual, Nina. Mi madre y yo discutimos continuamente. Incluso
peor, porque solemos romper cosas... -dijo Francesca. Así hizo reír
a su tía, que lo necesitaba.
-Bueno, hoy cenaremos con los Hudson, en un restaurante al pie de la
playa. -al decir esto, Francesca sabía que no se trataba del
Sasha's.
-¿Irá Vicky, también? -preguntó Francesca. Nina asintió. Quizás
estuvieran discutiendo por eso, porque Vicky no quería ir y Nina la
estaba obligando.
-¿No te apetece ir? No pasa nada... -dijo Nina, al ver la cara de
Francesca. Entonces la adolescente entendió que no era por eso por
lo cual Nina y Vicky discutían.
-¿No te parece mal?
-No, para nada. Tranquila. -dijo Nina, sonriente.
Sus tíos y su prima se fueron temprano, ya que tenían una reserva
en uno de los más caros restaurantes de Fear Hill. Se despidieron de
Francesca y le dejaron algo para cenar. Francesca aprovechó e
intentó volver a entrar en la habitación donde había encontrado
todo aquello de su padre, pero estaba cerrada con llave otra vez.
Así que sacó la pequeña caja de debajo de la mesa y empezó a
sacar fotos. Reconoció a su tía y a su padre en casa todas, cuando
eran pequeños. No había fotos de cuando su padre era más mayor. En
la última foto tendría aproximadamente doce años. Estaban
ordenadas cronológicamente, o eso parecía.
Pensó que con eso no le llegaba, pero tampoco podía entrar en la
habitación. Lo intentó, intentó entrar. Intentó abrir la puerta
con una horquilla del pelo, pero después se dio cuenta de que solo
funcionaba en las películas. Después intentó entrar por la
ventana, tal y como había salido, pero también estaba cerrada y no
podía abrirla desde fuera.
Se rindió y decidió dejar eso para otro día. Salió a la terraza a
tomar el aire y se apoyó en la barandilla. Desde allí vio la
piscina, con el agua calmada y alumbrada por una luz exterior de la
casa. Suspiró y bajó hasta el borde de la piscina. Se sentó con
los pies en el agua, como había hecho en el primer día.
-Papá, ¿por qué no puedo encontrar más de ti? -preguntó en voz
alta.
-Porque no buscas bien.
Al escuchar otra voz que no fuera la suya se asustó. Miró el muro
y, sobre él, asomaba la cabeza de Ian. No parecía que hubiera ido a
la cena, ya que no estaba peinando y estaba sin camiseta. La estaba
mirando, la miraba con pena.
-¿Qué? -preguntó Francesca.
-No te asustes, no te estoy acosando. -dijo Ian.- Estaba tirando a
canasta y te escuché.
-Yo estaba... estaba... -dijo Francesca, nerviosa.
-Estabas hablando con tu padre. Yo también lo hago, a veces hablo
con mi abuela. -dijo Ian.
-¿Cómo sabes lo de mi padre? Ah... tu madre... -dijo después de
pensarlo medio segundo. Ian asintió.
-Además, te escuché hablar con él el día que llegaste. -dijo Ian.
-¿Qué? Pensé que había sido tu hermano el que asomó a mirar
porque me había escuchado. -dijo Francesca.
-Y fue él. Yo estaba en la ventana de mi habitación. -dijo
señalando una ventana con vistas a la piscina. Francesca se acordó
de que estaba nadando desnuda y se puso colorada.- Él no te vio,
pero yo sí. Siento lo de tu padre.
-No te preocupes, pasó hace ya casi diez meses. -dijo Francesca.
-¿Cómo que casi diez meses? Eso es muy poco tiempo, Francesca. Aquí
no tienes que fingir estar bien, o por lo menos no conmigo. Se que no
hemos pasado mucho tiempo juntos, pero puedes confiar en mi.
-Gracias, Ian. Pero estoy bien. -insistió Francesca.
Estuvieron hablando un poco más, hasta que Ian se fue. Francesca no
se bañó en la piscina esa noche, después se fue a la cama. Tenía
mucho en lo que pensar.

El papa tiene con ver con la mama de Sasha, toy segura!!
ResponderEliminarMásss Noveeee!!!!
Hay no entiendo nada!!!!! Tengo mucho intriga!!!!
ResponderEliminar