-Francesca,
vamos, vístete. -le dijo Victoria, cuando la encontró viendo la
televisión en el salón de su casa.
-¿Qué?
¿Para qué? -preguntó Francesca.
-Sasha
y su grupo van a ensayar en el café y podemos ir a escucharlos.
-dijo Victoria.
-¿En
serio? No sabía que Sasha tenía una banda, yo la escuché cantar
sola. -dijo Francesca, levantándose. Su prima la empujaba hacia las
escaleras.
-Sí,
vamos, que podemos ir a verlos y eso es un privilegio.
Después
de diez minutos, que tardó en arreglarse Francesca, subieron al
carísimo coche de Victoria. Ésta condujo hasta la playa. Dejó el
coche y lo cerró con el botón de la llave. Fueron hasta la puerta
de cristal del café. Unos chicos estaba preparando el escenario ya.
Peter, en cuanto las vio, se acercó a la puerta y les abrió.
Después volvió a cerrar la puerta con llave. Era domingo por la
tarde y, como había ensayo, el café no abría sus puertas.
-Sentaros
donde queráis. -dijo Peter.- ¿Algo para beber?
-Un
refresco. -dijo Francesca.
-Que
sean dos. -añadió Victoria.
Ambas
se sentaron en una mesa, en silencio. Cuando Sasha salió de la
cocina la saludaron con la mano y ella les sonrió. Peter no tardó
en llevar sus refrescos a la mesa. Pocos minutos después, Sasha, la
mayor, la madre de la otra Sasha, salió de la cocina. Miró a
Francesca y a Victoria y se acercó a hablar con su hijo mayor.
-¿Esa
es la madre de Sasha? -preguntó Francesca.
-Sí,
Sasha. Es una buena mujer pero yo nunca le caí bien... -dijo
Victoria. Francesca preguntó con la mirada.- Desde pequeños que
Peter y yo somos amigos, y nunca le caí bien. Ella trata con mucho
amor a todos los amigos de Peter y de Sasha, pero nunca a mi...
-¿Por
qué?
-No
lo se, tampoco me importa mucho. Yo soy amiga de su hijo, no soy la
novia de su hijo, que la tendrá que aguantar el resto de su vida.
-dijo Victoria.
Las
dos primas se rieron en voz baja, ya que el grupo de Sasha estaba
ensayando. Después de hablar con Peter, su madre se dirigía a la
puerta de salida, pasando por delante de Victoria.
-Hola,
Vicky. -dijo con una sonrisa falta.
-Hola,
Sasha. -dijo Victoria.- Esta es mi prima, Francesca. -dijo
levantándose.
-¿Tu
prima? -preguntó Sasha, sorprendida.- ¿De parte de padre?
-No,
de parte de mi madre. -dijo Victoria. Entonces la sonrisa falsa de
Sasha desapareció, opacada por la mirada de preocupación.
-Es
un placer, Francesca. -dijo Sasha.
Después
prácticamente salió corriendo del café. Entonces Francesca se dio
cuenta de que algo pasaba entre Nina y Sasha, no era normal lo que
estaba pasando.
-¿Tú
crees que puede que le caigas mal por tu familia? -preguntó
Francesca.
-Es
posible. Ella y mi madre no se llevan nada bien. -dijo Victoria.- En
una ocasión mi madre me dijo que fueron cosas de la adolescencia.
Francesca
se quedó pensando, pero la música la distrajo. El grupo de Sasha
era bueno. Estaba formado por cinco chicos. La primera, Sasha, voz y
guitarra. Después estaba un chico moreno, que tocaba la batería y
hacía algún coro. Se llamaba Zane. Otro chico era Ben, bajo y voz
principal. Era más moreno que Zane, alto y guapo. Danny tocaba el
teclado, era rubio, aun que casi moreno. Y, por último, Gustave,
Gus, la otra guitarra. La mayoría de las canciones las cantaban Ben
y Sasha.
-Oye,
¿cómo estás llevando el verano? -le preguntó Victoria a su prima.-
Llevas casi un mes aquí y no me has contado que piensas hacer lo que
queda de verano.
-Pues
no se... Pasar el tiempo... -dijo Francesca. Pero la mirada de
Victoria la hizo confesar.- Estoy buscando información de mi padre.
-¿Qué?
-preguntó Victoria. Francesca se sentó bien y se acercó a la mesa,
para que nadie más, aparte de Vicky, la escuchara.
-Que
no se nada de la infancia ni de la adolescencia de mi padre. Y como
tu madre no me quiere contar nada, he decidido buscar información
por mi cuenta.
-¿Y
has encontrado algo? -preguntó Victoria. Francesca negó.- Si
necesitas algo puedes pedírmelo.
-Pues
sí... -dijo Francesca, pensativa.- ¿Tú sabes cuál era la casa en
la que vivieron cuando eran pequeños?
-¿La
de la colina? Claro. -dijo Victoria.
-Necesito
que me digas cuál es. -dijo Francesca.
-Claro,
es más, te lo puedo enseñar desde casa. Se ve desde la terraza.
-dijo Victoria.
-Y
una cosa más, Vicky. -dijo Francesca.- No se lo cuentes a tu madre,
por favor.
-Claro
que no, Frankie. -dijo Victoria.
Frankie,
la había llamado Frankie. ¿Qué problema tienen aquí con los
apodos? A nadie le llaman con su nombre. Nonis, Vicky, Sasi...
Dijo pensativa Francesca. Debería de averiguar de eso también.
Pero seguro que con información de su padre también descubrirá el
porque del apodo de su tía, que era el que más le llamaba la
atención.
-¿Chicas
que os pareció? -les preguntó Sasha, sentándose en la silla vacía
de la mesa donde estaba las chicas, durante el descanso de su ensayo.
-Estuvo
genial, Sasha. -dijo Victoria.
-No
sabía que tuvieras un grupo. Pensé que ibas por solitario. -dijo
Francesca.
-Necesitaba
un par de caras bonitas para que a las chicas les gustara lo que
cantamos. Así funciona el espectáculo... -explicó Sasha. Las tres
se rieron.- Venid, os presento. -hizo que las primas se levantaran y
se acercaron a los chicos, que descansaban.- Chicos, ellas son Vicky
y Francesca, amigas. Chicas, ellos son Ben, Danny, Zane y Gus.
-Encantados.
-dijeron un par a la vez.
-Hola,
chicas. ¿Queréis mi número? -dijo Gustave, levantándose. Victoria
y Francesca se rieron.
Francesca,
mientras el resto se reía y bromeaba, miró la foto de 1986. Aquella
de los jóvenes sonriendo y disfrutando. No sabía porque, pero
llamaba su atención...

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