domingo, 25 de mayo de 2014

19.-Los nervios del novio.

Ahora a la derecha! -gritó John.

-No, por el medio. -dijo Danny.

-Yo creo que es por ahí. -dijo Edward.

-Que no, por el medio. -dijo Lucas.

-No, por la derecha. -dijo Sam.

-No, así no. -dijo Angie.


-¿Queréis hacerlo vosotros? -se quejó Esther. Nadie contestó y ella se volvió a concentrar. Estaban intentando hacerle el nudo de la corbata a Paul. Esther estaba intentándolo pero no había manera de hacerlo. Miró a sus amigos y vio a todos con con la corbata perfecta, menos a John y a Sam.- ¿Cómo os hicisteis el nudo vosotros?

-Nos lo hizo Ellen. -confesó Lucas.

-¿Dónde está mi madre? -preguntó Paul.

-Está en la habitación de Karen y Jack. -dijo Angie.

-¿Haciendo qué? -preguntó Paul, histérico.

-Yo que sé. -dijo Angie.

-Necesito hablar con ella. -dijo Paul levantándose y empujando a todos los que estaban delante de él. Estaba nervioso y todos lo notaron.

-Vale, pero tranquilo. Yo la voy a llamar. -dijo Esther. Paul asintió y Esther salió acompañada por John. El resto también se fueron, pero no a buscar a Ellen, simplemente salieron de la habitación y esperaron en la puerta. Esther y John volvieron con Ellen.

-¿Qué pasa, cariño? -preguntó Ellen, entrando en la habitación de su hijo preocupada. Esther y John entraron tras ella.

-Necesito hablar contigo. -dijo Paul.

-Nosotros vamos bajando. Queremos coger un buen sitio. -dijo John.

-John, espera. Que te hago el nudo de esa corbata. -dijo Ellen.- Dile a Sammuel que entre, que también lleva la corbata hecha un desastre.

Después de arreglarles las corbatas a John y a Sammuel, Ellen se quedó a solas con su hijo.

-A ver, ¿qué te pasa? -preguntó Ellen, sentándose en la cama, a su lado.

-Mamá, estoy tan nervioso que no puedo ni pensar. -dijo Paul. Su madre le acarició la espalda y sonrió. Justo en ese momento, Bob entró en la habitación.

-¿Qué pasa aquí? -preguntó con una sonrisa.

-Tu hijo está nervioso. -dijo Ellen.

-A, si es solo eso... -dijo Bob. Ellen y Bob se rieron. Paul no entendía la broma.

-A mi no me hace gracia. -dijo Paul.- Estoy sudando, temblando...

-Paul, eso es normal. -dijo Ellen.

-Es más, si no estuvieras nervioso sería un problema. -dijo Bob. Se dispuso a explicarse.- Todos estuvimos nerviosos el día de nuestra boda. Todos y absolutamente todos lo estuvimos.

-Yo incluso llegué a llorar de histeria. -confesó Ellen.

-Y yo me quise escapar. -dijo Bob.

-No me estáis ayudando. -dijo Paul.

-Lo que te queremos decir es que eso es totalmente normal. Además, vivirás muchas más situaciones como esta en tu vida: el día del nacimiento de tu primer hijo, …-dijo Ellen.

-De todos tus hijos. -corrigió Bob. Ellen y él se sonrieron.

-El primer día de escuela de tus hijos, el día de las notas de tus hijos, en cualquier entrevista de trabajo, o cuando quieras arriegarte a tomar una decisión.

-O el día de la boda de tu hijo. -añadió Bob.

-¿Estáis nerviosos? -preguntó Paul.

-Claro que lo estamos. Nuestro primogénito está a punto de casarse. Además, acabamos de conocer al novio de tu hermana. Estamos histéricos. -confesó Bob.

-Pues no lo parece. ¿Cómo lo hacéis? -preguntó Paul.

-Es muy fácil. Solo tienes que sonreír y agarrar con fuerza algo. -dijo Ellen.- Además, si piensas en todo lo que te espera... ¡Te vas de vacaciones! Pasado mañana los dos tenemos que ir a trabajar. -se quejó Ellen.

-Ya tuviste tu luna de miel, mamá. -dijo Paul.

-Venga, saca una sonrisa y baja ahí ahora mismo. Tienes que casarte. -dijo Bob.

-Pero antes tienes que disculparte con tus amigos. -añadió Ellen.

-¿Fui un poco brusco? -preguntó Paul.

-Sólo un poco. -dijo Ellen, irónica.

Los tres se abrazaron y se sonrieron. Ellen arregló la corbata de Paul y los tres suspiraron profundamente. Bajaron al salón de la ceremonia y la pareja entró para sentarse. En cambio, Paul se quedó fuera. Allí estaban Catherine, Lauren, Esther, Edward, Lucas, Danny y John, sus mejores amigos desde el instituto.

-Te casas... -dijo Lauren. Paul asintió.

-Me caso. -dijo mientras suspiraba.

-¿Estás listo? -preguntó Edward.

-¿Alguna vez se está listo para algo así? -preguntó Paul. Todos se rieron.

Cuidado Brooke! -le gritó Ava. Brooke y sus amigas estaban saliendo del ascensor, listas para la ceremonia. Paul se giró, pero siete pares de manos se lanzaron contra sus ojos, impidiéndole la visión.

Paul! ¿Qué haces aquí? -preguntó Micaella.

-Creo que me voy a casar. -dijo Paul. Todos se rieron.

-Me refiero a por que no estás en el altar ya. -dijo Micaella.

-¿Hay un altar? Dijimos que nada de altares. -dijo Brooke.

-Es una forma de hablar. -dijo Micaella.

-Venga, nosotros ya entramos. -dijo Lucas. Lucas, Danny, Edward Connor y John eran los testigos, al igual que Ava, Emily, Micaella, Taylor y Emma. Le dieron la vuelta a Paul y los chicos entraron en el salón.

-Estás preciosa, Brooke. Nos vemos dentro. -dijo Lauren. Ella y Esther entraron y se fueron a sentar entre el resto de la gente.

Ava, Emily, Emma, Taylor, Micaella y, por último y por ser la madrina, Catherine se colocaron por ese orden para entrar. Al final de todo, Brooke y su hermano.

-¿Estamos listas? -preguntó Ava, que estaba a punto de entrar.

-¿Alguna vez se está lista para esto? -preguntó Brooke.

Catherine sonrió, era la misma respuesta que la de Paul. Sabía que estaban hechos el uno para el otro, todo saldría perfecto. Ava asintió, la música empezó a sonar y dio el primer paso hacia delante.

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