miércoles, 19 de febrero de 2014

Cita.


Se puso el vestido blanco, con unas medias grises y las botas con un poco de tacón. Poco maquillaje, perfume y pulseras. Se miró por quinta vez al espejo y cogió su abrigo gris, hasta las rodillas. Las llaves de su coche y su bolso.

Camisa negra con pantalones del mismo color. Colonia y barba de dos días, como a ella le gustaba. Chaqueta para el frío de enero. Las llaves de su coche, teléfono y dinero.

Él estaba esperando en la puerta del restaurante que él mismo había escogido, cuando ella llegó.

-Bonito lugar... -dijo Brianna, sonriente.

-Bonita chica, bonito lugar. -le dijo William.

Se sentaron en una mesa al lado de la ventana y separados del resto del restaurante. Un poco de vino y comida cara.

-¿Qué te parecen las chicas? -le preguntó William a su pareja esa noche.

-Tienen actitud y ganas, pero también necesitan trabajar muy duro para ganar este año. -dijo ella.- Pero, ¿vamos a hablar de baloncesto ahora?

-No, tienes razón. -dijo él sonriendo.

-Vino tinto, mi favorito. -dijo Brianna, después de dar un trago.

-Te conozco bien.

-¿En serio? Lo dudo...

-Pruébame. -la desafió William.

-Color favorito.

-Rojo.

-Número de la suerte.

-Siete. Pero, esto son cosas insignificantes. -le dijo William.

-¿Y qué es para ti importante?

-Por ejemplo, se que te despiertas de mal humor. Que eres cabeza dura y ambiciosa. Odias a las animadoras pero sabes que sin ellas un partido no sería lo mismo. Te pintas las uñas de los pies pero no la de las manos, porque se te estropean jugando al baloncesto. No desayunas y eres demasiado inteligente.

-A lo mejor si que me conoces bien... -dijo pensativa Brianna.- Pero yo a ti también. Eres fiestero y bromista. Te encantan las películas. Cuando hiciste el video de París te decidiste a estudiar Audiovisuales. Te gusta entrenar a chicas porque piensas que somos más leales. Usas la misma colonia que hace quince años y te gustan las chicas con tacones.

-Y a ti te gusta vestir tacones. -dijo él. Ella sonrió y él hizo lo mismo. Les trajeron el primer plato y empezaron a comer en silencio.

-¿Cómo llevas el divorcio? -le preguntó Brianna. Él la miró, pero ella no levantó la mirada.

-Bien, ahora mucho mejor... -ella sonrió, pero sin levantar la mirada.- ¿Louis?

-Louis está en un hotel. En un par de semanas viajará a Londres de vuelta.

-¿Se va? -preguntó William.

-Sí...

-Lo siento.

-¿Por qué? -preguntó ella, levantando la mirada por primera vez en un tiempo.

-Soy el culpable de todo esto.

-Yo soy la culpable, Will. No te preocupes. -ella le cogió la mano por encima de la mano.

Durante la cena las miradas entre ellos ardían. La camarera que los estaba atendiendo se dio cuenta de eso. William pagó la cena, como un caballero. Después, no hicieron falta palabras. Ambos se subieron en el coche deWilliam, éste condujo hasta su casa. En cuanto los dos entraron en la casa y cerraron la puerta, todo se puso patas arriba. Se besaban desenfrenadamente, la ropa volvía a caer por cualquier lugar, subieron las escaleras a tropezones y cayeron en la cama.

William fue el primero en abrir los ojos esa mañana. Sonrió al ver a Brianna a su lado, desnuda. Entonces la despertó moviéndola un poco, por su mal humor matutino. Ella abrió los ojos desorientada.

-¿Qué pasa? -preguntó cuando recordó donde estaba.

-Vístete, vamos a desayunar. -le dijo William.

-Pero, Will. Es muy temprano... -se quejó ella hundiendo la cabeza en la almohada.

-Vamos, Brianna. -le dijo él tirando su ropa interior sobre su cabeza.

Brianna se vistió y William la llevó a su casa para que se cambiara de ropa. Cuando ella estuvo lista fueron a Cazadores de Duendes. Saludaron a Tara y se sentaron en una mesa. Pidieron el desayuno y desayunaron tranquilos. Noel, cuando llegó, los miró y sonrió. Cuando terminaron de desayunar y mientras William iba al baño Brianna pagó el desayuno.

-¿Por qué pagaste el desayuno? -le preguntó William, mientras salían del bar.

-Porque tú pagaste la cena, que fue bastante más cara. -le dijo Brianna, guardando la cartera en el bolso.

-Por lo menos deja que te lo recompense... -dijo él acercándose más a ella. Ella miró hacia arriba, debido a la diferencia de tamaño con William, y sonrió.

-¿Recompensarme?

-Sí.

-¿Y de qué manera?

-Un beso, ¿qué te parece?

-No me parece suficiente. Ya hablaremos... -dijo ella dándose la vuelta y yéndose cominando hacia su casa. William sonrió y cuando miró al interior del bar se encontró con la mirada de Tara y Noel sobre él. Les sonrió y se fue a trabajar.

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