viernes, 10 de enero de 2014

Los nuevos “Cazadores de Duendes”



Aquella tarde había entrenamiento del equipo de los chicos más mayores del instituto. Cassandra y Kayla ya estaban preparando a ocho jugadores, pero dos faltaban. Wesley Marshall y Eric Rose todavía no habían llegado. Pero cuando lo hicieron prefirieron no haber ido.

-Llegáis tarde. -les informó Cassandra mirando a la pista, mientras los jugadores hacían un ejercicio.

-Lo sabemos, nos entretuvimos. Lo siento, entrenadora Marvin. -dijo Wesley los dos corrieron a cambiarse y en cinco minutos salieron listos.

Parad! -le gritó Cassandra a sus jugadores todos se acercaron para escucharla.

-¿Te vas a poner en plan Goldman? -le preguntó en bajito Kayla.

-Van a ver las estrellas. -le dijo riendo Cassandra.- ¿Alguno sabe qué pasa cuando un jugador llega tarde?

-¿Que no entrena? -propuso Sheldon. Su entrenadora negó.

-¿Que corren toda la hora? -propuso Peter. Cassandra volvió a negar.

-¿Que reciben un castigo? -propuso Harry. Cassandra negó por última vez y decidió ir por otro camino.

-¿Qué somos? -preguntó Cassandra.

-Un equipo de baloncesto. -le contestó Charles. Kayla negó.

-Primero, somos un equipo. -aclaró Kayla.

-Y si dos jugadores llegan tarde, todos recibimos un castigo. -continuó Cassandra. Los chicos se empezaron a quejar.

Silencio! -gritó Kayla. Los chicos se callaron y Kayla miró a su amiga.

-Gracias. Entonces hoy vamos a hacer un entrenamiento totalmente físico. Nada de balones. -sus jugadores se volvieron a quejar.- Os hace mucha falta. No estáis en forma. Vamos. Empezamos con cien flexiones y doscientas abdominales. -dijo Cassandra.

Después de las cien flexiones y las doscientas abdominales, Cassandra los dejó descansar dos minutos, ya que el ejercicio que venía ahora era el peor de todos.

-Este es un ejercicio que amaba Harry Goldman. -explicó Cassandra.- Se llama Suicidio. Tenéis que correr desde la línea de fondo, hasta la línea de tiro libre, a la línea de fondo, línea de medio campo, línea de fondo, línea de tiro libre del otro campo, línea de fondo, línea de fondo y línea de fondo.

-Y todo eso en treinta segundos. -finalizó la explicación Kayla. Todos se miraron asustados.- A la línea de fondo, todos.

-Entrenadoras. -dijo Wesley. Las dos lo miraron.- Creo que esto sólo debemos hacerlo nosotros. Eric y yo fuimos los que llegamos tarde.

-Si, estoy de acuerdo. -dijo Eric. Se hizo un silencio y Ted Halder, pívot, habló.

-No, ¿somos un equipo no? Lo hacemos todos. -dijo él. Kayla y Cassandra se miraron, se sonrieron y dieron la señal de salida. Para acabar en treinta segundos tuvieron que hacerlo cinco veces, pero al final lo consiguieron.

-Está bien por hoy. A las duchas. -les dijo Cassandra. Cuando Cassandra y Kayla se dieron la vuelta se encontraron con la figura de Harry Goldman en la puerta del pabellón,

-¿Cómo estás, entrenador? -le preguntó Kayla.

-No me llames entrenador, Marvin. Ya no te entreno. -le dijo Goldman.- Me gustó la idea del Suicidio. -confesó él.

-¿Lo viste? -preguntó Cassandra.

-Si, y estuvo bien. Estos chicos necesitan mejorar. El año que viene todos siguen en el instituto y el año que viene es su último año, deberían jugar en una buena liga. -dijo Harry.

-¿Crees que tienen posibilidades? -preguntó Kayla.

-Claro que las tienen. Además, en cuatro meses jugaremos contra Palos Nuevos y siguen siendo nuestros enemigos. Les tenemos que ganar. -dijo Goldman.

-Bueno, me voy. Tengo que recoger a Leyda. -dijo Cassandra colgando su bolso de su hombro.

-Estoy aquí, mamá. -le dijo la pequeña entrando por la puerta.

-¿Qué haces aquí? -le preguntó su madre, mientras la niña se acercaba a donde su madre hablaba con el viejo Goldman.

-Tardabas mucho y decidí venir para aquí. -dijo la pequeña.

-¿Y tú, pequeña? ¿Cuando piensas incorporarte al equipo de las niñas de Duendes Verdes? -le preguntó Goldman.

-No lo se. Papá quiere que juegue al football. Dice que cuando él era joven no había equipo femenino y que yo tengo suerte de que lo haya ahora. Pero mamá me dice que si juego al baloncesto puedo ser muy buena y que quizás algún día cuelguen una camiseta con mi nombre en el pabellón. -explicó la pequeña.

-El baloncesto es la mejor opción, pero no se lo digas a tu papá. -le susurró Kayla. Los jugadores empezaban a salir del vestuario y todos se quedaron mirando a la niña. Wesley se acercó.

-Sentimos haber llegado tarde. No se repetirá. -le dijo específicamente a Cassandra.

-Está bien... -dijo Cassandra.

-Bonita niña. -le dijo mirando a su hija. La niña le sonrió y él se fue riendo.

En la otra pista de baloncesto que tenía Duendes Verdes, William entrenaba a “sus chicas” como él las llamaba.

-Bien, chicas a las duchas. Nos vemos mañana. -les dijo a las chicas. Les chocó las manos a todas y se fue a sentar a las gradas para cubrir un papel para que su equipo de chicas pudiera competir ese año en primera división. Todavía escuchaba balones de baloncesto botando, como siempre, por eso no le dio importancia. Pero cuando escuchó el sonido de unos tacones en el suelo si que miró de donde procedía en ruido.

-Hola... -dijo Brianna entrando en la pista. Se acercó a él y se sentó a su lado.

-Brianna, ¿qué haces aquí? ¿Recordando viejos tiempos? -le dijo William. Esa pista era en la que los equipos de ambos entrenaban juntos.

-Si, de vez en cuando vengo. Pero esta vez vengo a buscar a Molly. -le dijo sonriente. La prima de Brianna ya tenía quince años y jugaba en el equipo de William como escolta.- ¿Cómo están tus chicas?

-Bueno, deberían estar mejor. Con muchas ganas y esforzándose al máximo cada día. Pero no creo que ganemos mucho este año si no empezamos a mejorar exponencialmente. -explicó él.

-Sabes que todo se puede conseguir. ¿Quién nos iba a decir a nosotros que iríamos a París a jugar con los mejores del mundo?

-Nosotros éramos buenísimos... -dijo él riendo. Entonces Brianna se fijó en una de las jugadoras de William que seguía tirando a canasta y entrenando por su cuenta.

-¿Y ella?

-Christine Burton, base, quince años. No es la mejor, pero si la más trabajadora. -dijo William mirándola.

-¿Sigue entrenando cuando se acaba el entrenamiento? -preguntó sorprendida Brianna.

-Se quedaría todo el día si no la echo yo. -explicó William.

-¿Así son todos los nuevos “Cazadores de Duendes”? -preguntó riendo Brianna.

-No, solo algunos pocos son así. -confesó William.- ¡Christine, para casa! -le gritó a su chica. Esta recogió el balón y se fue a los vestuarios.

-Cuanto tiempo hace que no juego un partido... -dijo Brianna agarrándose al brazo de William y apoyando su cabeza sobre el hombro de él.


-Si, y yo... -confesó él.

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