"Nace la primera descendiente Lanzani."
esa noticia me llamó la atención más que el resto. Subí el
volumen del televisor.
"Nace la primera nena Lanzani. El jugador de
básquet de los New York Knicks y su mujer tuvieron a su primera hija
esta noche, 24 de abril. El argentino pasó la noche con su mujer y
todavía no hay ninguna declaración, ni de el ni de ningún miembro
de la familia de la nena. Todavía no anunciaron el nombre de la
pequeña pero muchas personas piensan que heredará el nombre de la
madre."
-¿Ya nació? -me dije a mi misma. Miré el relog y
apuré a vestirme y prepararme para salir de casa. Todavía no me
acostumbraba a ver el diario en inglés, por lo que me costó un poco
entender que ya había nacido.
Me vestí con lo primero que encontré y le mandé un
mensajito a Eugenia, para agarrara el primer vuelo desde España y se
viniera a conocer a la nena. Llamé a un taxi y le indiqué el
hospital principal de New York. Cuando paró frente a el, le pagué e
ingresé en el hospital. Allá estaba Peter. Corrí a abrazarlo.
-Felicidades. -le dije cuando me separé de él.
-No me felicites a mi. -dijo el. Yo reí.- ¿Avisaste a
alguien?
-Si, le avisé a Eugenia. -le dije.- ¿Puedo verlas?
-dije por la madre y la nena.
-No, todavía no nos dejan pasar. Vamos a tomar un café
mientras. -me dijo indicándome la cafetería. Los dos entramos y
todo el mundo nos miró.
-Peter, todo el mundo nos mira por tu culpa. -dije
escondiendo un poco mi cara. Seguro que estaba colorada y el se rió
de ello.
-Lo siento, es lo que tiene ser famoso. -dijo
disculpándose.
-Siempre lo fuíste. -añadí yo. El elevó sus dos
hombros.
-¿Como andás con tu novela? ¿Ayer terminaste lo que
querías? -me preguntó.
-Si, la semana que viene podré ir a casa para
publicarlo. ¿Vendrás conmigo o no puedes?
-Si, supongo que iremos con la nena. -dijo el. Yo sonreí
y una enfermera se acercó a nosotros.
-Ya pueden pasar. -nos dijo. Nos invitó al café que
estábamos tomando y nos indicó el número de habitación de la
nueva madre y su hija. Golpeamos la puerta tres veces y Pablo nos
abrió.
-Felicidades, hermano. -dijo Peter abrazándolo. El nos
dejó pasar y luego lo abracé yo. Entonces dirigí la mirada hacia
Rocío que acunaba a su hija en sus brazos. Me acerqué a ella y la
abracé como pude, después me enseñaron a la nena.
-¡Ay, Rochi! Es re linda. -dije mirando hipnotizada a
la primera Lanzani.
-Rocío, ya llamé a tus padres y a tu hermana. Martina
no me atendió, tus papás me dijeron que agarró un avión bien
temprano con Stéfano cuando escuchó la noticia de que estabas
internada. -la rubia suspiró. Entonces la misma enfermera que nos
avisó que podíamos pasar golpeó la puerta y se asomó por ella.
-Llegaron unos regalos para ustedes, señor Lanzani.
-dijo la enfermera. Yo me paré y la ayudé a ingresar al cuarto
decenas de flores, peluches y felicitaciones.
-Este es de Orange ball. -dije leyendo una
felicitación.- Felicidades a la nueva familia. Esperamos veros
pronto por acá, necesitamos que alguien les de una charla a nuestros
nuevos chicos. Los recordaremos siempre, a los tres. Felicidades una
vez más y esperamos que lleguen noticias del nuevo miembro de la
familia.
-De Irina, Micaela y Gonzalo. -dijo Peter. Los tres
decidieron irse juntos a Otre, y ahora viven allá juntos.-
¡Felicidades Lanzani! Las noticias vuelan y la nueva Lanzani ya
es conocida por acá. Parece que fue ayer cuando nos conocimos y
ustedes dos se odiaban. Esperamos poder ver alguna foto de la nena
pronto. Los esperamos con los brazos abiertos. Un beso enorme a los
tres.
-Esto lo mandaron los New York Knicks. -dije agarrando
una caja. Se la di a Pablo que estaba sentado al lado de su novia y
de su hija. Lo abrió y dentro había dos pares de zapatillas. Unas
muy, muy, muy chiquitas y otras más grandes.
-Para la madre y para la hija. Felicidades, familia.
-Rocio rió y agarró las más grandes.- Son iguales que las
mías. -dijo Pablo.
-Rocío, de Antonio. -dije agarrando un peluche de un
mono vestido con el equipaje de básquet del Mandalay y un balón de
básquet en la mano.- Para Rocío Igarzabal y su nueva hija.
Felicidades, hermosa.
-¿Como se enteró? -preguntó Pablo.
-Mi amor, jugás en los Knicks, las noticias vuelan...
-dijo Rocío.- Y además, es el entrenador de Martina.
Entonces la puerta se abrió y una manada de hombres de
color entraron a felicitar a Pablo y a Peter. Los hermanos jugaban en
el mismo equipo estaban muy bien integrados con el resto. También
saludaron a Rochi, a la nena y a mi. Dejaron enormes flores, peluches
y globos con sus grandes brazos y se tuvieron que despedir, no podían
estar tantos en la misma hbitación de un hospital.
-Mirá Pablo, es de tus chicas. -Pablo, además de jugar
en los Knicks entrenaba a un grupo de nenas de 14 y 15 años. Peter
agarró un enorme peluche, el más grande de la habitación, que era
un oso panda con una camiseta de una foto de ellas con el en un
entrenamiento.- Para el mejor coach y su familia. Felicidades.
Postdata: nos costó mucho escribir en castellano. -los cuatro
reímos.
Peter y yo abandonamos el hospital un par de horas más
tarde y decidimos caminar un rato.
-Es igual a Rocío. -admitió Peter mientras caminaban.
-Si, pero los ojos son Lanzani. -dije yo. El rió y me
miró.
-¿Cuando vas a responderme? -me preguntó pasando su
brazo por mis hombros.
-Peter, no quiero tomar una respuesta precipitada...
-dije abrazándolo por la cintura.
-Llevamos juntos cinco años, creo que pedirte que
vengas a vivir conmigo no será precipitado.
-Pero mudarte con vos implica dejar a Sam y a Phoebe sin
compañera y... -el frenó y me agarró los cachetes.
-Lali, viniste a vivir acá porque yo estaba acá. No
quisiste vivir conmigo, por miedo, y buscaste dos compañeros de
piso. Hace dos años que vivimos en New York y en estos dos años
vienes a dormir a mi casa casi todos los días. Pablo y Rocío
corrieron el riesgo y no les pasó nada. Lali, por favor... -me pidió
con puchero.
-No me pongas esa carita... -le pedí yo. El insistió
porque sabía como iba a terminar la cosa.- Peter... -no cambió la
cara y cada vez se acercaba más a mi.- Peter, nos mira todo el
mundo. Eres famoso. -le recordé. Peter me agarró de la mano y
caminamos así hasta su casa. Cuando estuvimos allá me miró
esperando una explicación.- ¿Me prometes que esto va a salir bien?
-Lali, ya vivimos juntos una vez y salió muy bien ¿no?
-yo asentí.- ¿Por que no saldrá bien ahora?
Yo reí y me colgué de su cuello para besarlo
lentamente. Peter me levantó del suelo con sus enormes brazos
alrededor de mi cintura. Caímos en el sofá y las prendas fueron
cayendo lentamente de nuestros cuerpos, para finalmente terminar como
siempre, desnudos, abrazados y agotados.
-Nadie me dijo todavía como se va a llamar la nena...
-comenté sobre su pecho.
-A mi tampoco. -los dos reímos. Pero el celular de
Peter nos interrumpió.- Mamá. -me anunció.- Hola, mami... Si, si,
estoy bien... Si, la nena es divina... Si, si, estoy con ella....
¿Para que quieres hablar con ella?... Vale, ok... Tranquila mamá...
-me pasó el celular.- Quiere hablar contigo. -me anunció. Yo agarré
el celular y hablé con el mayor cariño que le tengo.
-Hola, Clau.
-Hola, cielito. Quería hablar contigo. ¿Ustedes van
a venir la semana que viene con Pablito, Rocío y la nena?
-Si, si, vamos a ir. Yo tengo que ir a la editorial que
ya terminé mi libro. -le anuncié.
-¡Que bien! -se alegró mi suegra.- ¿Como se
va a llamar este? -me preguntó.
-Es una sorpresa...
-Bueno, está bien... ¿Por que no avisás a tus
papás y comemos un día todos juntos? Yo ya hablé con Rocío y me
prometió avisar a su familia...
-Dale, yo les aviso.
-Un besito, Lali. Nos vemos la semana que viene. -me
avisó antes de cortar. Le devolví el celular a mi novio.
-¿Que quería? -me preguntó lanzando el celular por
algún lugar de la casa.
-Cosas de mujeres, Pitt. -dije antes de darle un pico y
pararme con su camisa.
-¿Por que te gusta tanto ponerte mis camisas, joggings
y remeras? -me preguntó observándome.
-Para marcar territorio. -contesté con sinceridad.
10 días después...
-Adriana, para. -le ordenó Rocío a su hija que jugaba
con su pelo.
-Déjamela. -le pedí. Rocío me cedió a la nena y fue
a mirar porque Peter y Pablo tardaban tanto. Cuando volvió no tenía
muy buena cara.
-Ya están las fans... -se quejó ella. Yo reí y ella
suspiró.
-Menos mal que no nos vieron con la nena.
-Como se acerquen saco mis armas de mujer... -me avisó.
Yo volví a reir y los hermanos llegaron.
-Nos dijeron que ya podíamos entrar. -nos dijo Peter.
-¿Por que? Aun queda más de una hora. -dijo Rocío.
-Privilegios. -dijo Pablo abrazándola por la espalda.
Los cinco entramos en el avión y nos sentamos a
esperar. El vuelo fue largo y cansado. Por mi parte dormí en el
hombro de Peter más de la mitad del vuelo. Cuando llegamos algunos
fans reconocieron a los hermanos y se acercaron a sacarse algunas
fotos. Tres minas le pidieron a Rocío si se podían sacar una foto
con ella y con la nena. Ella aceptó alegremente. Pero una mina y un
pibe se acercaron a mi.
-¿Lali Espósito? -me preguntó ella.
-Si. -dije sonriente.
-Nos encantó tu primer libro. ¿Nos lo podés firmar?
-me dijo ella sacando mi libro de una bolsa. Yo con una sonrisa se
los firmé y ellos se despidieron y esta vez los que me sorprendieron
fueron Nico y Euge.
-¡Amiga! -me sorprendió Eugenia. Las dos nos abrazamos
y Rocío se sumó al abrazo con Adriana. Pero la presencia de esta
hizo que Eugenia se soltara y pidiera tener en brazos a la pequeña.
Nicolás también se acercó a ver a la nena, después
nos saludó a nosotras. Ellos fueron llamados para que nos fueran a
buscar al aeropuerto. La primera parada fue en casa de los Lanzani,
donde se quedarían Rocío, Pablo y Adriana durante nuestra estancia.
Peter y yo iríamos a casa de mis papás.
-¡Hijos! -gritó Claudia cuando vió a sus hijos bajar
del auto. Los dos abrazaron a su madre y de la casa salieron Yeyo,
Martina y Diego. Diego se paró con sus hijos, en cambio los
adolescentes corrieron a mirar a la nena. Los dos jóvenes ya tenían
17 años y el próximo año lo iban a pasar en Orange ball.
Eugenia y Nicolás nos llevaron a Peter y a mi a mi
casa, donde nos recibieron de brazos abiertos. Mis papás y mis
hermanos estaban allá. Después de los reencuentros familiares Peter
y yo subimos a mi cuarto, a dormir, era tarde y mañana sería un
gran día.
Para empezar bien, Peter me trajo el desayuno a la cama.
Cuando terminamos, nos vestimos y fuímos a buscar a la familia para
dar una vuelta y comer afuera. Decidimos comer en un nuevo local que
estaba un poco lejos de casa. Nos sentamos en una mesa de la esquina
y pedirmos para comer, pero el problema que tuvimos fue cuando dos
hombres interrumpieron en la mesa.
-¡Los Lanzani! Cuanto tiempo. -exclamó Benjamín.
-¿Ella es Adriana? -preguntó Alejandro. Pablo suspiró
y contesto calmado.
-Si.
-Me alegro mucho por ustedes, de verdad capitán. -dijo
Alex.- Sobre todo por vos, Roro... -ahora le hablaba a la rubia que
le sonrió cínicamente.
-¡Y también está la ganadora de Orange ball!
-exclamó Benjamín. Eugenia levantó la mano a modo de saludo.- ¿Que
hacés ahora? -preguntó.
-Estoy jugando en un equipo español y entreno a un
grupo de chicos. -dijo ella con amabilidad.
-Nunca te vi jugar por la TV. -dijo Benjamín.
-Eso es porque es deporte femenino y... -acotó Alex.
-¿Pasa algo con el deporte femenino? -preguntó Rocío.
-No, no... Pero siempre es menos importante que el
masculino por eso no lo televisan... -dijo Alex. Me paré delante de
ellos.
-Creo que es mejor que nos despidamos... -dije antes de
que una mala contestación saliera de alguno de mis amigas.
-Está bien... -me dijo sonriendo Benajmín. Cuando se
estaba marchando Benajmín se giró y me dijo.- Me encantó tu libro.
-Gracias. -dije ya sentada. Ellos se fueron y Rocío fue
la primera en desahogarse.
-¡Que cara dura! -gritó ella.- Que sepas Euge que si
que os televisan y nosotros te vemos siempre. -le dijo a nuestra
amiga.
-Lo se, tranquilos. Si no ven deporte femenino es porque
no quieren...
Durante nuestra estancia en Otre estuvimos con todos
nuestros amigos, pero la hora de volver a casa para los hermanos y
para mi llegó. En cambio, Rocío y la nena se quedaron unos días
más. Pero llegaron justo para el partido de los hermanos. Las tres
nos sentamos entre el público y las miradas y los flashes se
dispararon contra la nena. Nosotras intentábamos sonreír a todas
las fotos posibles, pero cuando el partido empezó ninguna de las dos
volvió a mirar a ninguna cámara.
-No entiendo porque siempre hay alguna cámara
apuntándonos... -se quejó Rocío.
-Somos las novias Lanzani... -le comenté, por si se
había olvidado.
-¿Todos nos fotografían por ser las novias Lanzani
pero no por jugadoras? -se quejó elevando la voz y haciendo los de
nuestro al rededor nos miraran.
-No grites, Rochi. -le dije sonriendo falsamente.
-He decidido que voy a volver a jugar. -me avisó. Yo la
miré sorprendida.
-¿En serio?
-Si, tendré que esperar unos meses por Adriana. Pero en
6 meses me voy a presentar en la oficina del representante de Pablo y
le voy a pedir un puesto como jugadora. ¿Te prendés?
-No se... -dudé.
-¿Vas a seguir permitiendo que nos sigan fotografíando
y siguiendo para que después pongan de título: "las novias
Lanzani van a ver a sus parejas jugar a lo que más les gusta"?
¿No prefieres que pongan: "Mariana Espósito, escritora y
jugadora, acompaña a su pareja al partido más importante de la
temporada"? Dale, Lali...
Me lo pensé unos minutos pero la respuesta era clara.
-Esto es manipulación... -ella rió y pasó un brazo
por encima de mis hombros.
Chicos siento informaros que esta novela se acabó.
Sólo decir que fue una de las que más me gustó escribir y que me gustaría que vosotros me dijerais que os pareció.
Un beso.
Cris.~

La ameeeee !!
ResponderEliminarHolaaa ame tu novelaa! :) la lei entera y te recomiendo en mi blog :) ... Subi novela nueva te pasas? http://casijuegosca.blogspot.com.ar/ gracias besos
ResponderEliminarHolaaaaaaa!!! Me gusto tu nove:) te pasas?? Novesdepeterylali.blogspot.com te agradeceria mucho
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