-Buen día... -dijo
Carolina bajando las escaleras de su casa, en pijama y mal peinada un
domingo de pleno Enero.
-Hola, Carolina. -la
saludó Eduardo.
-¿Querés café,
Edu? -dijo ella desde la cocina.
-Dale. -dijo el.
-Que sean dos,
Carol. -dijo Patricia entrando en su casa.- Buan día, Edu. -le dió
un beso en el cachete y se sentó a su lado. Carolina volvió con
tres tazas repletas de café y unas medialunas.
-¿Hoy no trabajan?
-preguntó Carolina sentándose.
-Si, trabajamos los
cuatro, pero solo de 9 a 15. -dijo refiriéndose a sus papás.
-Yo voy a pasar la
tarde con Óscar, Alex y Antonio. -dijo Carolina.
-¿Y vas a ir así
peinada o no? -dijo riendo Patricia. Eduardo rió de sus ocurrencias.
-¿Sabeis si
vuestros papás ya se fueron a trabajar? -preguntó Eduardo.
-Si, supongo que si
porque su auto no estaba. -dijo Patricia.
-Entonces, vamos. Te
llevo yo. -dijo Eduardo parándose y agarrando las llaves de su
auto.- Ciao, Carol. -los dos besaron una mejilla de Carolina y
desaparecieron detrás de la puerta.
-Entonces, me
dijiste que estás soltera ¿no? -dijo Eduardo rompiendo el hielo.
-¿Importa? -dijo
Patricia mirándolo, pero el seguía con la mirada en la carretera.-
Si, si, soltera. -dijo después de reir.- ¿Vos? ¿Soltero?
-Soltero. -rió el.
-¿De que te reís?
Fuíste vos el que preguntaste primero.
-Solo pensaba en lo
distinta que sos de tus hermanas. Carolina es como mucho más...
-¿Insoportable? -el
rió.
-No, parece más
sensible, frágil... Alicia es como así chiquitita, pero miedosa,
graciosa...
-¿Y yo?
-Vos parecés
fuerte, valiente... Te parecés mucho a tu madre. -terminó el. Ella
bajó la mirada y reordó lo que le decía todo el mundo siempre.
-Todo el mundo dice
que soy como Pato, mi tío.
-No lo conozco...
-dijo el excusándose.
-Yo tampoco. Al
hermano de mi mamá lo asesinaron tres años antes de que yo
naciera... -dijo ella.
-Lo siento, no sabía
nada.
-No pasa nada. A mi
no me duele tanto como le duele a mi mamá. Ella perdió a sus papás,
a su cuñada y a su hermano por culpa de las mismas personas.
-explicó ella.
-No sabía nada de
eso.
-A mamá no le gusta
hablar de esto. A nosotras todo esto nos lo contó mi tía Ana, ¿te
acordás de ella, vino a cenar cuando llegó Carol? -al mencionarla
Edu recordó todo lo que ella lo había piropeado aquella noche.
-Claro que me
acuerdo. -dijo el.
-Y supongo que yo se
lo contaré algún día a Alicia... -suspiró ella.
-¿Ves porque digo
que sos la más fuerte de las tres? -dijo el. Ella rió y el apagó
el auto. Ya estaban en la comisaría.
-No creo que sea
así. Carol está fuerte, che. -dijo ella riendo. Edu rió y los dos
entraron en la comisaría. Los primeros que se encontraron fueron a
Peter y a Lali mirando juntos unas carpetas.
-Hola. -dijo Eduardo
para hacerse notar.
-Buen día chicos.
Tengo buenas noticias para vos, Lanzani. -dijo Lali sin despegar la
mirada de sus archivos. Su hija para ella, en la comisaría, era
Patricia Lanzani o simplemente Lanzani.- Hoy vas a trabajar en tu
primer caso. -anunció ella. A Patricia se le ilmunió la mirada y
Peter miró a su mujer.
-¿Como que la nena
va a trabajar en su primer caso? -dijo Peter haciendo que Lali
levantó la mirada.- ¿Estás loca?
-Inspector, -claro
su marido era el Inspector Lanzani.- esto no es decisión nuestra. El
Agente Lanzani tiene entre manos su primer caso con nosotros. -aclaró
al final.
-Pero... -la petiza
cortó a su marido con la mirada. Le entregó a Patricia una
carpeta.- Agarrá tus cosas que nos vamos. -advirtió ella.
-¿A donde?
-preguntó Patricia.
-Primero a la
reunión con el Comisario Vázquez, después a solucionar lo que el
nos diga. -explicó Lali caminando hacia la sala de reuniones donde
ya estaban algunos de sus compañeros. Se sentaron en unas sillas del
medio y esperaron a que el resto de la patrulla llegara.
-Bien, buen día.
-dijo Nicolás Vázquez delante de todos ellos.- Se nos escapó un
asesino de la escena del crimen, pero tenemos una testigo a la que
proteger. Seguramente sea una banda y vendrán a por ella. La quiero
viva, acá, en la comisaría. -dijo el jefe de todos ellos.
-¿A quien mataron?
-preguntó Nico.
-Rocío, Agustín y
Candela están con el muerto. -dijo el comisario.- Y ahora se van que
tengo más casos que resover.
La Patrulla Lanzani
abandonó la sala y Pablo y Lali caminaron hacia el laboratiorio para
enterarse sobre la muerte; Nicolás y Peter fueron a hablar con la
testigo; Victorio y Eduardo se quedó con África y Patricia -nuevas
en la patrulla- explicándoles algunos protolos que deberían seguir.
-¿No disparamos
hasta que ellos disparen o alguien esté en peligro? -preguntó
África, mientras los cuatro se ponían el chaleco antibalas.
-No, nunca. -dijo
Eduardo.
-Ustedes se van a
quedar con la testigo en todo momento. -dijo Victorio.- No llegarán
hasta ella hasta que se encarguen de todos los demás, lo cual no va
a pasar. Por eso no les pasará nada.
Los cuatro salieron
de los baños y se encontraron con los demás. Todos estaban allá
menos Lali y Peter, que estaban en el despacho de ella.
-Lali, no podés
dejar que Patricia esté acá mientras nos atacan. -se quejó Peter.
-África es la hija
de Pablo y Rocío, y yo no los veo tan preocupados. -dijo Lali
cambiando sus tacos por unas botas planas.
-Pablo y Rocío no
pasaron por lo mismo que pasate vos. Tu familia siempre estuvo en
peligro y algunas veces salió mal. Me aguanto con que vos trabajas
acá y además expones tu vida diariamente...
-Peter, no va a
pasar nada. Ella se va a quedar con la testigo todo el tiempo y los
asesinos no llegarán hasta ellas. -dijo agarrando sus cachetes.- Va
a estar todo bien. Tu y yo hacemos esto continuamente.
-No, esto no es lo
mismo. La persona a la que mataron estaba llena de dinero, no era un
asesinato normal. Esto es más peligroso de lo normal.
-Tranquilo,
Inspector Lanzani. La Inspectora sabe lo que dice... -le dió un pico
y los dos salieron dispuestos a manejar la situación.
Pablo y Victorio se
quedaron en la puerta, vigilando. Lali atrás de la puerta. Peter y
Eduardo en la puerta hacia donde estaba la testigo. África y
Patricia con ella. La situación entre las tres mujeres era incómoda
pero entonces, Candela y Rocío entraron en la sala.
-¿Que hacen acá?
-preguntó África.
-Vinimos a
protegeros como madre y tía. -dijo Candela.
-Mamá... -se quejó
África.
-¿Es tu madre?
-preguntó la testigo. África asintió.
-Que suerte tenés
de trabajar con tu mamá. -dijo la jóven algo asustada.
-Trabajo también
con mi papá. -la testigo sonrió.- Y ella, Patri, -se acercó a su
amiga.- trabaja también con su madre, su padre y su tía -dijo
después señalando a Candela.
-Todo queda en
familia. -añadió Patricia.
-¿Voy a morir?
-preguntó la testigo asustada.
-No. -dijo segura
Patricia. Candela la miró y sonrió, le recordaba tanto a Pato...

Tienen que superar el miedo sino patri nunca va a poder hacer lo que le gusta! Más!
ResponderEliminarMasssssssssss
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