jueves, 17 de enero de 2013

25.La boda.





-Te dije que durmieras. -dijo Lali maquillando a Alejandra acompañada de Rocío.

-Estaba nerviosa. -se excusó la novia.

-Pablo tampoco durmió nada. Estuvo toda la noche dando vueltas en la cama. -dijo Rocío con eso todas rieron. Entonces Lucía llegó ya vestida, peinada y maquillada.- ¡Que linda!

-Gracias. -dijo esta con vergüenza. Le dió un beso a su tía y se colocó atrás de la novia.- ¿Te puedo peinar? -preguntó mirando su pelo suelto y revuelto.

-Claro que me podés peinar. -entre Lucía, Mariana y Rocío maquillaron y peinaron a Alejandra que estaba muy nerviosa. Cuando ya estaba lista se fue a poner el vestido al baño del cuarto de Lali. La boda se realizaría en la casa Espósito, donde todos los del mismo apellido crecieron y vivieron muchos años, incluyendo a Lucía y a Óscar que después de la muerte de su madre y ante la depresión de Pato se mudaron allá por unos años.

Mariana, Rocío y Lucía esperaban que la novia saliera del baño sentadas en la cama. La más petiza observaba el que fue su cuarto con detenimiento. Todo estaba tal cual lo había dejado, con las fotos de sus amigos, de su familia, sus recuerdos... Pero su mirada se detuvo en Pablo que entró en el cuarto luchando con la corbata.

-Es el peor invento de la historia. -se disculpó mientras Rocío lo ayudaba. Se sentó con las chicas esperando a que su hermana saliera del baño y cuando salió su boca de abrió observando lo linda que iba. Todas la felicitaron y ella se abrazó con su hermano.

-Voy a ver como está Óscar, lo dejé en manos de Peter, Cande y las nenas. -dijo Lali disculpándose. Se paró y caminó hasta el cuarto que fue de Patricio. Se paró delante de la puerta y obsevó que encima del marco de esta todavía estaba el cartelito que indicaba que era el cuarto del varón de los Espósito. Entró a el y vió a Patricia intentando ponerle la corbata a Óscar. Se rió y todos la miraron. -Algo parecido le pasó a Pablo. -se acercó y colocó la corbata de sus sobrino.

-¿Como estoy? -preguntó el novio.

-Estás divino. Aun que no tengas una madrina tan linda como yo... -dijo Carolina resentida. Su primo se rió y le sacudió los pelos.- ¡No me despeines! -se quejó ella que rápido se colocó el pelo.

-Nosotras queríamos darte esto. -dijo Candela pasando su brazo por los hombros de Lali.- También es de Ana, espera que la llamo. -la flaca salió corriendo y volvió con Ana y sus dos hijas que ya tenían 28 y 23 años.

-Esto es de nosotras tres, para que nos recuerdes un poco en tu luna de miel. -los novios se iban a España para celebrar su boda. Óscar sonrió y abrió el regalo. Era una enorme foto de toda la familia completa.

Estaban María José y Carlos Espósito, ya con sus 47 años. Pato y Ana con sus 22 y sus hijas mayores en brazos. María con 21 con Óscar de 3 en brazos. Mariana y Candela rebeldes con sus 17 años. Y la vieja mansión Espósito. El día que se sacó esa fotografía celebraban los tres añitos de Óscar y decidieron sacarse una foto todos juntos. Pero ninguno sabía que años después esa familia de 10 personas se quedaría en 6. Los primeros fueron la vieja pareja Espósito. Dos años después María. Y 10 después Pato.

Óscar sonrió reteniendo las lágrimas y abrazó a sus tías. Las tres lo abrazaron y le llenaron de besos. Entonces Lucía entró. Al ver la escena dijo ¿Ya le dieron el regalo? y todos rieron después. Pero lo que nadie esperaba es que Lucía le iba a regalar una fotografía de Pato, María ella y su hermano. Al igual que sus tías. Óscar guardó las fotografías y expiró.

-Vamos, que la que tiene que llegar tarde es la novia, no el novio y toda su familia. -rió Carolina. Entonces todos corrieron al jardín, donde se celebraría la boda.

Estaba repleta de personas. Primos, tíos, abuelas, amigos, compañeros de trabajo, vecinos... Casi 150 personas asistían a la boda. Por lo cual era casi imposible encontrar a alguien. Pero Carolina tuvo demasiada suerte, como cuando se estaba escapando de abuelas -de esas que te tiran de los cachetes y te dan besos hasta cansarse- se tropezó y casi cae, sino fuera porque un brazo la agarró con agilidad.

-Perdón, no te vi... -dijo ella parándose y arreglándose el vestido negro. Pero se quedó tildada al ver quien era.- ¿Santiago? -preguntó dudosa.

-Carolina. -el lo afirmó.- ¿Que hacés acá?

-El novio es mi primo. ¿Y vos que hacés acá?

-Mis papás eran muy amigos de los papás de la novia y me obligaron a venir. Pero me alegro de ello. -dijo con una sonrisa.

Ella se tuvo que ir sin despedirse cuando su prima, Bea, tiró de ella hasta el banco que acupaban con Lucía, Soraya y Patricia. Digamos que las primas y la hermana del novio. Todas las miradas se dirigieron a la novia del brazo de su hermano acercándose al altar. Lasonrsa de su cara n poía borrarse por nada del mundo, y la del novio tampoco.

-Yo los declaro marido y mujer. -dijo el juez.- Puede besar a la novia.

Los aplausos se escucharon por lo menos 9 cuadras al rededor de la ceramonia y los gritos de Patricia y Lucía hacia lo guapo que iba el novio también.

Las mesas eran redondas y estaban organizadas por los novios. Lucía y Pablo fueron los encargados de ir acompañando a cada persona a su mesa. Contrataron un catering y probaron la comida antes del día y todo estaba en orden. En una mesa estaban Bea y su novio, Soraya, Patricia, Carolina, Lucía y su marido. Rieron durante toda la comida, y después, se pusieron a bailar al ritmo de la música. La noche llegó y los novios se fueron a cambiar para agrrar un avión que los llevaría directos a España. Mientras todos esperaron a las puertas de la casa para lanzar algo de arroz, despedirse de los novios y como no, aplaudir. Así fue. Los novios salieron y sus amigos y familia los despidieron.

-Portense bien. Cuiden de sus papás y mi hermana. Que ya saben como es... -les dijo Óscar a las hermanas estas sonrieron y lo volvieron a abrazar.

-Tomá precauciones. -dijo Patricia.

-Cuidala. -siguió su hermana.

-Sacá muchas fotos. -Patricia.

-Compranos algo. -Carolina.

-Mandanos un mensaje cuando llegues. -Patricia.

-Y otro cuando vuelvas... -Carolina.

-Tiene razón Peter. Sois insoportables. -las hermanas abrieron la boca indignadas, se miraron y lo miraron antes de hundirse los tres en otro abrazo.


Patricia sentada en la puerta de su casa, descalza. Mirando la misma nada.

-¿Te cambiaste? -le preguntó Santiago sentandose a su lado y dándole un beso en el cachete.

-¿Como?

-Antes llevabas un vestido negro, ahora es color crema. -dijo obvio Santiago.

-Ah.. Creo que te estás equivocando. Yo soy Patricia, la hermana melliza de Carolina. -el rubio enarcó una ceja.

-No sabía que tenía una hermana. Perdón.

-No te preocupes, pasa amenudo. -rió Patricia, el también.

-Pues tengo que felicitar a tus papás, hicieron un trabajo excelente con las dos. -ella rió del chiste malo de el.- Lo digo en serio, una más linda que la otra.

Y así entre las risas de ella y los malos chistes de el pasaron un rato de la noche. Hasta que necesitaron a Patricia en la cocina. El se quedó sentado en el mismo lugar y pronto el lugar de Patricia lo substituyeron.

-¿Conociste a mi hermana? -preguntó Carolina asustándolo.

-Si, no sabía que tenías una hermana melliza. -dijo el.

-No es lo primero que digo cuando conozco a alguien nuevo. -dijo ella. El con la mirada le preguntó porque.- No nos gusta que nos asocien porque seamos mellizas. Nunca nos gustó vestir igual, sentarnos una al lado de la otra en clase... Somo personas diferentes, aun que nos llevamos muy bien. -explicó ella.

-Ya se ve. Pero os pareceis más de lo que pensais. -dijo el acercándose más a ella.

-No creo, la conozco y me conozco bien. -dijo ella que ya había desviado la mirada a sus labios. Pero entonces, en toda novela aparecería el padre castrador. Pero esta vez quien apareció, fue el padrino castrador.

Carol! -gritó Nicolás sin ver a su ahijada. Cuando la vió se acercó a ella y Santiago se separó un poco.- Te llevo buscando media hora, enana.

-Padri, no es el momento. -dijo ella entre dientes.

-Da igual, Carol. Yo ya me iba. Hasta la próxima. -dijo despidiéndose. Le dió un beso en el cachete y se fue.

-¿Los interrumpí? -preguntó Nicolás.

-Si. -ella tan sincera.

-Pará, pará. No soy tu amigo, soy tu padrino. No me digas la verdad, en estos casos. -aclaró después. Carolina rió.- Ahora tengo que decírselo a Peter. -justo el pasaba por delante de ellos.

-¿Que me tenés que decir? -dijo Peter.

-Tu hija estaba a punto de chapar con un pibe en la puerta de casa. -dijo Nicolás muy rápido.

-Vale. -dijo Peter antes de seguir caminando. Nicolás arrastró a Carolina detrás de Peter.

-¿No me vas a preguntar quien era para cortarle las pelotas? -preugntó el padrino de la niña.

-No.

-¿Pero que clase de padre sos vos? En las películas los padres siempre quieren lo mejor para sus hijas. -se quejó Nicolás. Carolina escondió la risa.

-Y yo quiero lo mejor para ella. Pero no tengo porque meterme en sus cosas.

-¿Ves como no pasa nada? -dijo Carolina.

-Silencio, que estamos hablando. -dijo Nicolás.- ¿Donde está el Peter castrador? ¿Donde?

-No hay Peter castrador. Ya os dije mil veces que no soy celoso. -dijo el recogiendo un poco una de las mesas utilizadas en la boda.

-¿Que clase de familia son ustedes, macho? ¿Quien lleva los pantalones acá? -preguntó Nicolás. Peter se quedó pensativo un rato.

-Lali. -contestó con seguridad. Carolina rió con su papá.

-Entonces se lo voy a contar a Lali. -dijo Nicolás. Que se giró hacia la casa y gritó.- ¡Petiza!

-Yo no le llamaría... -dijo Peter. Pero no lo dió tiempo a decir nada más, ya que una pelota de football salió disparada por la ventada y le acertó de pleno en la cara a Nicolás.

Petiza las pelotas! -gritó Lali. Ella volvió a cerrar la ventana y Nico miró a Peter y a Corlina.

-Mejor, se lo digo otro día ¿no? -dijo Nicolás.



¡Bienvenidos! Espero que les guste tanto como a mi la nueva imagen del blog. :)
Últimamente estoy escribiendo mucho, no solo de #Entre muertes , sino también de mi otra novela #Orange ball . Cuando termine esta, subiré la nueva.
Un beso.
Cris.~

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