Radio,
cama y viernes de noche: aburrimiento máximo. Los auriculares en las
orejas, ella en la cama y su mente quiensabedonde. Alguien
golpea la puerta y ves a tu hermana entrar.
-Despues
de golpear se espera a que conteste. -dice Carolina desde su cama.
-Carol,
papá y mamá quieren hablar con nosotras. -dijo desde la puerta.
-¿Que
hiciste? -preguntó Carolina.
-No,
¿que hiciste tu?
-Yo
nada.
Entre
discusiones las dos bajaron al comedor donde sus papás las
esperaban.
-¿Que
pasa? -preguntó Carolina.
-¿Algo
malo? -la siguió Patricia.
-Odio
cuando hacen esos juegos. -dijo Peter abrazando a su mujer por la
cintura.
-¿Que
juegos? -dijeron a la par las mellizas.
-¡Eso!
Son insoportables... -dijo entre un suspiro. Lali le golpeó en las
costillas y el la dejó hablar.
-Nos
tenemos que ir a un operativo. Durante todo el fin de semana,
volveremos el domingo. -recordemos, era viernes.
-Nada
de alcohol, chicos, música alta o fiesta. Todo eso terminantemente
prohibido. Tenemos que coger un avión en dos horas, nos pasan a
buscar... -una bocina de un auto sonó.- ahora. -Peter se giró y
agarró dos valijas.
-Portense
bien. -su madre les dió un beso en la frente a cada una y la pareja
salió de la casa. Las hermanas se miraron y sonrieron.
-Alcohol,
chicos, música alta y fiesta. -dijeron a la vez. Emocionadas,
Patricia corrió hacia la computadora y Carolina hacia su celular.
Empezaron a escribir y mandar mensajes. A las dos se acostaron y a
las nueve las dos estaban en pie.
Desayunarron,
se vistieron, agarraron algo de plata y salieron hacia el centro de
Dimas. Los mensajes vía Twitter, Facebook y celular no dejaban de
llegar. La gente se prendía a la fiesta. Las dos se compraron un
vestido cada una, compraron alcohol, unos cuantos CDs y algunos
adornos. Volvieron a su casa y mientras Carolina preparaba algo para
comer Patricia decoraba la casa. Cerró el cuarto de sus papás y la
biblioteca con llave, pese a que fuera una fiesta había cosas que
respetar.
A
las ocho de la noche sus amigos más cercanos comenzaron a llegar:
Catalina, Yago, Laura, Nicolás, Alan, Paula y Manuel conformaban el
círculo de amigos más cercanos. Poco a poco la gente empezó a
llegar y la música a sonar. La mesa donde estaba el alcohol estaba
siempre bastante concurrida e incluso había cola para ir al baño.
Había por lo menos 200 personas en la casa. El jardín también
estaba lleno y la música llegaba a cada rincón.
Carolina
y Paula estaban riendo en la entrada controlando un poco quien
entraba, aun que a la mayoría no conocía. Reían tranquilas hasta
que un grupo de pibes las interrumpieron.
-Perdón,
¿sabeis quien organizó esta fiesta? -preguntó un rubio, que
parecía ser el "jefe". Al ver lo lindos que eran los pibes
Patricia se acercó casi corriendo.
-Yo
y mi hermana. -dijo Carolina señalando a su hermana.
-Las
tenemos que felicitar. Además de lindas saben armar una buena
fiesta. -dijo otro pibe.
-Gracias.
-dijeron las dos a coro y sonrientes.
-Después
me gustaría invitarlas a un baile. ¿Les parece? -dijo otra vez el
rubio. Las dos asintieron y los pibes volvieron a la fiesta las tres
amigas se miraron y gritaron un poco histéricas.
-¿Vieron
que lindo era el morochito que estaba atrás? -dijo Patricia.
-El
más lindo era el que habló dos veces, el rubio. Ese es mío. -avisó
Carolina.
-Yo
los quiero a todos. -dijo Paula, las hermanas la miraron y las tres
rieron bien fuerte antes de entrar otra vez a la fiesta.
-Como
debe de estar mi casa... -suspiró Peter en un banquito a la luz de
la luna charlando con Nicolás y Agustín.
-¿Por
que lo decís? -preguntó Nicolás.
-Por
mis hijas. Debe de haber sexo, alcohol y drogas. -dijo seguro Peter.
-La
regla número uno de una fiesta: En toda fiesta debe de haber sexo y
alcohol. Lo de las drogas podemos omitirlo. -dijo Agustín.
-Además
no creo que Carol y Patri sean de ese tipo de minas... -defendió
Nicolás. Ese era su deber como padrino de Carolina con Candela. Los
padrinos de Patricia eran Óscar y Lucía.
-¿Como
no van a ser ese tipo de minas? Son como yo de jóven. Crueles,
piratas y lindas. -así se auto-describió Peter.
-Exajerás
amigo. Ya verás, vas a volver y va a estar todo en su lugar. -dijo
Agustín palmeando la espalda de su amigo.
-Soy
la única que todavía no se casó o tuvo hijos. -se quejó Candela.
Estaba en la crisis de los treinta y cinco.
-Candela,
tranquila. Ya llegará tu momento. -le dijo Lali. Candela, Lali y
Rocío estaban en la furgoneta de la comisaría vigilando las cámaras
que colocaron previamente.
-Pero,
¿con quien? -se volvió a quejar la flaca.
-Tenés
a Agustín loco por vos. ¿Por que no le das una opoortunidad?
-preguntó Rocío.
-Porque
no le perdoné lo que me hizo en Nueva York. -así de simple para
Candela.
-Escuchalo,
seguro que no fue como vos pensás. -así de simple para el resto del
mundo.
-No
me pienso arrastrar por el. ¡Que la reme!
-¿Más?
Candela lleva remándola 15 años. -dijo Lali.
-¿Vos
te creés que en estos 15 años no se acostó con nadie? -preguntó
retoricamente Candela.
-Vos
también te acostaste con cientos de hombres en estos 15 años. -le
recriminó Rocío.
-Cientos,
no. Unos cuantos. -se defendió Candela.
-No
te va a esperar toda la vida. Un día va a encontrar alguién que lo
quiera y lo trate mejor que vos se va a olvidar de vos. -dijo Lali.
-¿Ustedes
creen que debo perdonarle? -volvió a preguntar Candela, tal y como
lo llevaba haciendo los últimos 15 años.
-Si.
-contestaron ellas, tal y como lo llevaban haciendo los últimos 15
años.
-¿Donde
está Carolina? -preguntó Yago, cuando se encontró con Patricia.
-No
se, dijo que iba a buscar al chico de... -se calló al darse cuenta
que estaba metiendo la pata. Se tapó la boca y vió como su amigo
bajaba la mirada.- Perdón, perdón, perdón... -pidió
consecutivamente abrazando a su amigo. Y es que este estaba hasta los
huesos con Carolina.
-No
pasa nada, Patri. Prefiero que me digas la verdad. -dijo con sus
sonrisa de lado.
-Perdón,
otra vez. -le dió un beso en el cachete y le entregó un vaso.- Tomá
un poquito. Pero no te emborraches ¡eh! -amenazó dejándole el vaso
e iendose con un grupo de chicos que la llamaban para bailar.
Mientras Carolina, sentada en la puerta del jardín.
-Hola.
-le sorprendió por detrás el rubio.
-Hola..
-dijo ella sonriente.- Antes no me presenté, soy Carolina, Carol.
-Yo
soy Santiago, Santi. -dijo el. Ella le sonrió y se dieron un beso en
el cachete.- Felicitaciones otra vez por la fiesta, de verdad que es
perfecta.
-Muchas
gracias, hicimos lo que pudimos. -dijo sonriente, como siempre.
-Me
prometiste un baile. Y son las cuatro, la hora de los lentos. -dijo
señalando la casa, donde sonaba un lento precioso. El se paró y le
ofreció su mano la cual ella agarró sin duda alguna. Caminaron
hasta la casa y el, sin vergüenza, agarró su cintura para bailar.
Sonaba Flightless bird, American mouth de Iron and Wine
(http://www.youtube.com/watch?v=75r87o9dmVE).
Sentado
en el sillón Yago observaba a todas la parejas bailando lentamente y
entre ellas a Carolina y Santiago. A Patricia, que estaba sentada a
su lado, un pibe le pidió bailar y esta se negó. Otro más se lo
pidió y esta vez ella aceptó..

sube el proximo por favor!!!!!!!!!!!!!!! subelo ya!!!!!!!!! quiero saber como sigue!!!!!!!!!
ResponderEliminarME EN.CAN.TA!!!!
ResponderEliminar" Son como yo de jóven. Crueles, piratas y lindas. -así se auto-describió Peter." ME MATO ESE COMENTARIO