lunes, 3 de septiembre de 2012

      41.No.
El despertador sonó una mañana más y ella lo apagó sin ganas. Se sentó en la cama y apoyó los pies despacio en el suelo. Sabía perfectamente lo que iba a pasar pero decidió intentarlo. Apoyó sus manos en su cama y se paró. El dolor punzante de su rodilla hizo que volviera a caer en la cama. Esperó apenas un minuto, hasta que la puerta se abrió. Miró hacia ella y vió a su papá parado en la puerta. Se acercó a ella y cogió sus manos. Le ayudó a pararse y la acompañó hasta el baño. Allí le besó la cabeza y la dejó en el baño. Ella con cuidado se sentó e hizo algún ejercicio con su pierna derecha. Despues de media hora se fue a vestir, con cuidado ya que le dolía demasiado la rodilla. Despues fue al cuarto de su hermano. Se acercó a su cuna y lo despertó.

-Quino, hermanito. Despertate que ya es de día. -le dijo dulcemente. El se sentó y le dió un beso. Despues entró su madre y se encargó de Joaquín, mientras ella bajaba a la cocina a desayunar.

-Abril, ¿te ayudo? -escuchó la voz de su padre desde la cocina mientras ella bajaba lentamente las escaleras.

-No.

-¿Segura?

-No necesito ayuda para todo, papá. Estoy coja, no inválida.

-¿Te hago el desayuno?

-No. Andá a trabajar. -le dijo ya en la cocina.

-¿Y como vas a ir al colegio vos? -le dijo acariciándole la cabeza.

-Alan me viene a buscar.

-Bueno, me voy entonces. A la tarde te acompaño a rehabilitación. Te amo. -le dió un beso en la cabeza y se fue.

Para todas las que preguntan o no entienden. Pablo dijo rehabilitación porque hace dos meses que su rodilla no puede hacer ningún tipo de esfuerzo. Despues de salir del hospital Pablo y Rocío le dieron la noticia a Abril de que su rodilla no estaba del todo bien. Del golpe algún componente de su pierna se estropeó demasiado, y los médicos no pudieron hacer nada. Llevaba dos meses cojeando y repitiendo esto todas la mañanas. Alan la pasó a buscar y se ofreció a llevar sus cosas y ella se negó por cuarta vez en el día. El día escolar transcurría con normalidad hasta que llegó el descanso. Abril y Marta salieron de la clase de matemática las primeras y se encontraron con el resto de equipo femenino de rugby esperándolas.

-¿Que es esto? -preguntó Abril sorprendida de que estuvieran todas juntas.

-Yo les quería comunicar una cosa a todo el equipo. -dijo Estefánia. Lo cual sorprendió a Tati, Valen, Marta, Alma, Sophie y más a Abril que no se llevaban bien con ella. Los ojos de Estefanía se había nublado de lágrimas.- En dos semanas me voy de la ciudad y dejo el equipo...

Despues de decir esto todas, TODAS, se acercaron a abrazarla ya que había roto el llanto. Despues de que Estefanía se fuera con otras personas a comunicarles lo mismo las demás quedaron esperando mirándose unas a las otras.

-¿Y ahora que vamos a hacer con nuestro equipo? -preguntó Paloma. Todas miraron a Abril que para ellas seguía siendo la capitana.

-¿Por que me miran a mi? -preguntó la capitana.

-Sos la capitana. -dijo obvia Corina.

-No chicas. Aceptenlo. No voy a poder jugar nunca más... -las lágrimas el los ojos de la Martinez se hacían presentes.- Así lo dijo el doctor. Mi rodilla no lo soportaría. -despues de coger aliento y respirar volvió a dirigirse a sus compañeras.- Busquen una nueva capitana.

Abril se fue dejando a todas estupefactas. Nadie esperaba esa reacción. Todas esperaban que luchara por hacer lo que le gusta, no que bajara los brazos. Lali viendo todo esto desde un ricón, hablando con sus compañeros del profesorado y su enorme panza, decidió despedirse e ir tras Abril. Ya estaba algo lejos y sus siete meses y medio no dejaban moverse bien, pero no la perdió de vista ya que Abril casi no podía andar por culpa de su pierna. Abril se adentró en una clase y se sentó en un pupitre del fondo. Lali entró y se sentó con dificultad en la silla que estaba delante de sus sobrina.

-Abril... -le dijo mientras le acariciaba la cabeza, la cual estaba sobre la mesa.- Mi amor, tranquila. -era psicóloga y tía a la vez.

-Dejame en paz, por favor, tía. No quiero hablar. No quiero que me digas que lo tengo que intentar, ni que todo se puede lograr. No quiero...

-No iba a decirte nada de eso. En realidad solo venía a contarte una historia. Verás...

Flash back.

Yo estaba en mi casa, la primera que tuve con Peter. Estaba en la cocina con Claudia, mi suegra. Bueno, el caso es que nosotras dos pegamos onda y estabamos charlando y preparando un te para tu tío. El estaba en el living con tu papá.

-Peter está fatal. No lo va a poder soportar. Necesito que lo cuides mucho, mucho, mucho. El te va a necesitar. -me dijo Claudia. Entonces apareció tu papá.

-Está mal, no lo quiere aceptar. Y se quiere rendir. Solo vos podés hacer que cambie de idea, Lali. Convencelo, yo se que el puede. Dale, te dejamos solos con el. -entonces se dirigió a Claudia.- ¿Te llevo a casa? Me cae de camino a casa de los papás de Rochi y tengo que ir a buscarla.

-Dale, hasta luego. Cielo. -me dijo dandome un beso en la cabeza. Me despedí de ellos y fui al living con el te que le había preparado a Peter. El estaba sentado en el sillón con el pie encima de la mesa ratona, viendo la TV.

-Amor, tomá te va a hacer bien. -le di el te. Pero el me giró la cara.- Peter, tenés que comer algo.

-Dejame, Mariana. -que me llame por mi nombre era mala señal.

-Peter, tomate esto. Por favor. -el quiso apartar el que le intentaba dar y lo derramó encima mió. Estaba tan caliente que salté del sillón.

-Lo siento, lo siento, lo siento... -dijo intentado ayudarme.

-Dejalo. Da igual. -enojada me fui a nuestra pieza cambiarme de ropa. Me puse el pijama y volví al living.- ¿Querés que te haga la cena o me la vas a tirar por encima? -le dije cuando me senté a su lado.

-Perdoname, de verdad que lo siento. -se apoyó en mi pecho y se aferró a mi cintura abrazandome. Yo pasé mis brazos por su espalda y lo abracé.

-El estaba peor que vos, mi amor. -dijo apartando un mechón de su cabello hacia atrás.- No te rindas, si vos querés claro. Si no querés volver a jugar al rugby, si querés que así sean el resto de tus días y querés decepcionar a Peter y a Pablo. No solo como tu papá y tu tío, sino como jugadores de rugby y como tus entrenadores. Rendite. Si querés volver a pisar una cancha de rugby no lo hagas. Porque se que desde tu accidente aun no lo has echo. Pero todo queda en tus manos. Vos decidís. -se paró como pudo y salió de la clase.

-Profe. -le dijo Abril antes de que ella saliera de la clase.- ¿Algún día me terminás de contar esta historia?

-No, mejor que te la cuente quien te la tiene que contar.

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