Metió la sudadera de Duendes Verdes y terminó. Terminó
la maleta. Respiró profundamente y miró el reloj. Todavía eran las
seis, le daba tiempo a hacer lo que tenía que hacer. Salió de su
habitación y les avisó a los Flint que volvería en un rato. Caminó
al menos quince minutos y tocó el timbre de aquella casa.
-Hola, Marilyn. -dijo sonriente cuando la madre de Lola
le abrió la puerta de su casa.- Vengo a despedirme de George y de
Lola.
-Hoy es tu día de suerte. También podrás despedirte
de Ryder.
-¿Ryder está aquí? -preguntó Inés, sorprendida.
-Sí. Pasa, cariño. -le dijo Marilyn. Inés siguió a
la mujer hasta el salón y allí se encontró con Lola sentada en un
sofá, Ryder y Loreen sentados en otro y George sentado en una
butaca.
-¡Inés! -dijo sorprendida Lola.
-Prometí que no me iría sin despedirme de mi
entrenador... -dijo Inés. George sonrió y se levantó. Inés lo
abrazó y él besó su cabeza.
-Ha sido un placer tenerte en mi equipo, Inés.
-Gracias. También ha sido un placer para mi estar en el
equipo. -dijo Inés, sonriente. Tenía ganas de llorar, pero tenía
que aguantar un poco más.
-Nosotros íbamos a ir por la noche a casa de los
Flint... -dijo Lola.
-Así mejor. -dijo Inés. Ryder se levantó y, sin
previo aviso, la abrazó. Lola se unió al abrazo. Cuando se
separaron, Loreen estaba llorando y George casi.
-¡Mamá! -se quejó Ryder.
-¿Qué? Fue una escena muy conmovedora... -dijo Loreen.
Lola se rió.
-Sí, lo fue... -añadió George.
-Por cierto, ¿qué hacéis? ¿Una cena de presentación
a la pareja? -preguntó Inés.
-Algo así... -dijo Ryder.
-Es la estúpida idea de mi madre... -dijo Lola. Su
madre casi la fulmina con la mirada.
-¿Estúpida por qué? A mi me parece estupendo. -dijo
Inés.
-Gracias, cielo. -le dijo Marilyn.
-Bueno, ¿me mandaréis una invitación a la boda a
España, no? -dijo Inés. Los padres de la pareja se rieron, pero ni
a Ryder ni a Lola les hizo gracia.- Era broma....
-Más te vale. -dijo Ryder.
-Bueno, me voy. Todavía tengo que despedirme de alguna
persona más... -dijo Inés. George la acompañó hasta la puerta.
Pero cuando ella estaba saliendo del jardín, Lola la interrumpió.
-¡Inés! -le gritó. Inés se paró y la miró.- Nunca
te di las gracias.
-¿Por qué?
-Las gracias por convencerme de que me apuntara al
equipo de baloncesto. Sino fuera por ti nada sería igual. Yo no
estaría con Ryder, él estaría con Sarah, mi relación con mi padre
no habría mejorado y, lo más importante, no hubiera disfrutado de
jugar un año a lo que más me gusta.
-¿El año que viene jugarás? -le preguntó Inés.
-Sí. Palos Nuevos me prometió un lugar entre las
titulares de su equipo femenino. -confesó Lola.- Se que es Palos
Nuevos, pero yo quiero jugar y aquí todavía no...
-Lola, enhorabuena. -la interrumpió Inés. Las dos se
abrazaron y Lola se echó a llorar. Cuando se separaron Inés le secó
las lágrimas.- Si es necesario, mata a Sarah. Y te escribiré y te
llamaré. No pienses que te dejaré en paz tan fácil...
-Vale...
Inés volvió a casa de los Flint. Ya se había
despedido de todos en la tarde anterior. Entró en casa y cenó con
la familia. La cena era alegre, como siempre. Pero a la mañana
siguiente, a las seis, se iría hacia el aeropuerto. Tan solo Adela
la acompañaría, tal cual como el primer día. Antes de irse a
dormir se despidió de Arianna y de Marcel.
-Me encantó tener una hija más. -le dijo Marcel, antes
de abrazarla.
-Y a mi tener un segundo padre. -dijo Inés.
Marcel besó su frente y Arianna se acercó. La abrazó
y le sonrió, no le hizo falta palabras. Isabella la acompañó a su
cuarto y allí se iban a despedir, pero Mason interrumpió.
-Rapunzzel, ¿me dejas despedirme antes? -preguntó
desde la puerta.
-Claro, espero en mi cuarto. -dijo Isabella. Los dejó
solos y ellos se abrazaron.
-Bueno, no estuvo nada mal. -dijo Mason.
-¿El qué? -preguntó Inés.
-Nuestra relación. Tengo que confesar que era la
primera vez que estaba con una extranjera y que eres bastante mejor
que Sarah.
-Eso me consuela... -dijo Inés, sonriente. Se volvieron
a abrazar.- También fue un placer para mi. Estuvo bien la “relación”
clandestina.
-¿Si alguna vez vienes a este continente me llamarás?
-Claro.
-Perfecto, así podremos tener un reencuentro fogoso.
-dijo Mason. Inés se rió y le golpeó en el pecho. Mason se fue a
la cama e Inés entró en la habitación de Isabella. Las dos se
abrazaron fuerte y empezaron a llorar.
-Como le cuentes a alguien que estoy llorando te mataré.
-le dijo Inés a Isabella. Ella asintió.- Eres con la única que
lloré. -le confesó.
-¿La única? -preguntó Isabella. Inés asintió.- Me
siento una privilegiada. Eso significa que soy a la que más quería
de todos.
-Algo así... -dijo Inés, medio riéndose. Isabella se
secó las lágrimas.- Pero no se lo digas a nadie, que se enfadan
conmigo.
-Está bien... -dijo Isabella.
-Bueno, sabes que las puertas de mi casa están abiertas
para cualquiera de la familia Flint.
-España es interesante... -dijo Isabella.
-Sí, hay chicos muy guapos... -añadió Inés.
-Vale, entonces intentaré ir sin Owen.
-Perfecto. Bueno, me voy para la cama. Mañana tengo que
levantarme a las cinco para coger un avión y pasarme en él ocho
horas...
-Merecerá la pena. Te quiero mucho. -dijo Isabella
volviéndola a abrazar.
-Y yo...
Efectivamente, a la mañana siguiente se levantó a las
cinco. Hizo el menor ruido posible y se fue con Adela. Cuando estaban
saliendo por la puerta, escucharon pasos detrás de ellas. Era
Arianna con su pijama verde. Corrió a Inés y la abrazó fuerte, muy
fuerte.
-Te voy a echar de menos, hermana. -dijo Arianna.
-Y yo, pequeñaja. Pero te prometo que llamaré y
escribiré mucho. -le dijo Inés.
-Nos volveremos a ver. -afirmó Arianna. Inés asintió
y salió de la casa de los Flint.
En el aeropuerto, pasaron dos horas allí. Adela y ella
desayunaron juntas, hablando animadamente. Cuando llegó la hora de
embarcar, las dos se abrazaron y Adela se permitió soltar alguna
lágrima. Adela le recordó que podía volver cuando quisiera, solo
tenía que coger un avión. Inés le dijo que ellos también podrían
ir a Madrid cuando quisieran. Inés respiró profundamente y entró
en el avión. Buscó en su bolso un chicle y un chico la interrumpió.
-¿Está libre este sitio? -preguntó aquel chico. Era
Pablo, el chico con el que se había sentado en el avión de ida a
EEUU.
-Claro. -dijo sonriente Inés. Ambos viajaron hablando
de sus experiencias americanas hasta Madrid.
Isabella se levantó, entró en el baño y echó a
llorar. Ya la echaba de menos. Mason la sorprendió.
-¿Qué pasó? -preguntó Mason, alarmado.
-Ya se porque me gustaba tanto el baño. Porque lo
compartía con Inés... -confesó Isabella. Mason la abrazó e
Isabella se puso a recordar todos los momentos vividos en ese baño
con su amiga: cantando, bailando, riendo...
Mason entró en la habitación de Inés y la encontró
vacía. O casi vacía. En la pared, donde antes había un montón de
fotos, solo quedaban dos. Una era la de su equipo. Y otra era la foto
que se habían sacado en el cumpleaños de Inés. Le dio la vuelta y
leyó.
Quedaros con estas fotos, yo tengo una copia de cada
una. Gracias. Nunca os voy a olvidar.
Marcel, Adela, Mason, Arianna, Isabella, Lola, Ryder,
Grace, Claire, Julian, Owen, George, Marilyn, Loreen, Cosmo, Logan,
Thomas, Caleb, Robert, Jerry, Richard, Kevin, Elsa, Quinn, Olivia,
Jake, Alex y Nathan.
Ahora vuelvo a casa para reencontrarme con los míos.
Mis padres, Cármen y Mariano. Mis hermanas, Lucía, Andrea y Rocío.
Mi cuñado, Miguel. Mi nuevo sobrino, Mario. Mis amigos, Úrsula,
Nico, Yago, Raul y María. Mi equipo y mi entrenador, Francisco.
Pero nada volverá a ser igual. Por ahora sé que
formo parte de algo importante. Ahora soy parte de los CAZADORES DE
DUENDES.
Y así termina la historia. Espero que os haya gustado.
Con suerte, en unas horas subiré el principio de Red Lips.
Un beso,
Cris.~
Me encantooo , qiiero un rencuentro
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