domingo, 25 de enero de 2015

L.

Después de comer, el 6 de mayo, Inés volvió a casa de los Flint. No había nadie a esa hora. Mason estaba en la universidad, Adela y Marcel trabajando, Arianna en el colegio e Isabella en el instituto. Sólo ella se había escapado de su clase de matemáticas para ir a casa. Era el día en el la carta del Programa de Intercambios llegaría. Cuando llegó lo primero que hizo fue ir a mirar el correo. Allí estaba la carta.

Entró en la casa y dejó la carta encima de la mesa. Tendría al menos un hora para leerla en paz. Bebió un vaso de agua, sin despegar la mirada de la carta. Subió a su habitación, dejó la mochila encima de la cama y abrió la carta. Empezó a leerla con detenimiento. Ante los nervios no entendía muchas cosas, lo que hizo que tuviera que releer varios párrafos. Al final de la carta ponía lo que ella esperaba.

Por haber superado las pruebas, las extensiones son para: Lucía Martínez, Jacobo Gómez y Adrián García. Sentimos que sólo tres personas se puedan quedar otro año más. El resto serán trasladados a su ciudad de nuevo el 14 de Junio. Los tres afortunados también deberán volver a su país durante el verano y volverán a EEUU en agosto. Por favor, pedimos la presencia de todos los participantes del intercambio 2001-2002 estén en el aeropuerto dónde llegaron el 14 de Junio a las nueve de la mañana. Un cordial saludo.”

Eso ponía la carta. Inés la releyó al menos cuatro veces. No podía creerse que ese momento hubiera llegado. Esperaba que con la siguiente lectura uno de los nombres se transformara en Inés Fernández, pero eso no pasó.

Apoyó la espalda en la pared y se dejó caer contra ella. Volvió a leer la carta, pero todo seguía igual. Las lágrimas empezaron a salir y dejó la carta a un lado. Ni siquiera escuchó la puerta abrirse y cerrarse, o a Isabella llamarla mientras subía las escaleras. Se dio cuenta de que ella estaba allí cuando abrió la puerta de su habitación y la vio.

Isabella, al verla, se sentó a su lado y la abrazó. Después le secó las lágrimas, pero no sirvió de mucho, ya que otras llegaban detrás de las que ella secaba. Encontró la carta a su lado y la leyó. No creía que fuera tan duro leerla como fue. Sin querer se echó a llorar con su amiga.

-¿Quieres que llame a Lola? -le preguntó Isabella a Inés.

-Sí, pero dile que la carta no llegó y que no podré ir a entrenar. -le pidió Inés. Isabella asintió, se levantó y salió de la habitación para llamar a Lola. Le explicó lo que su amiga le había pedido y volvió con ella.

-Vamos, levántate. -le pidió, tirando de su mano. Inés se levantó y las dos se volvieron a abrazar.- Ven, prepararé té.

Las dos bajaron a la cocina y Bella preparó un té. Estaba tomándolo cuando la puerta se volvió a abrir y Adela entró en casa.

-¿Llegó la carta? -preguntó. Las dos jóvenes asintieron.

-Tendré que volver a casa el 14 de Junio. -dijo Inés, derrumbándose otra vez. Adela se acercó y la abrazó. Isabella se unió al abrazo.

-Tranquila, cariño... -dijo Adela.- Mira el lado bueno, volverás con tu familia. Además, vas a ser tía.

-Sí... -dijo Inés, secándose las lágrimas.

-Además, tendrás que estar fuerte para el sábado. Tenéis que ascender. -dijo Adela, que no se solía perder ni un partido de Duendes Verdes.

-Sí, eso, tienes que jugar bien el sábado. -dijo Isabella, intentando aminar a Inés con ayuda de su madre.- Y hacer sufrir a Sarah.

-¿Quién es Sarah? -preguntó Adela.

-Una chica que la odia un poco, ¿verdad? -le dijo Isabella. Inés asintió.

-Pues entonces sí que tenéis que ganar, solo por eso. -dijo Adela, apartando el pelo de la cara de Inés. Ella medio sonrió y asintió.- ¿Por qué no vas a dormir un poco? Estás muy cansada.

-Vale. -dijo Inés. Ella despareció hacia su habitación. Adela abrazó a Isabella y ésta lloró sobre su hombro.

-No quiero que se vaya, mamá. -dijo Isabella.

-Lo se, cariño. Pero tiene que volver con su familia. -dijo Adela.

Toda la familia Flint estaba cenando en su casa. El silencio predominaba e Inés bajó las escaleras de la casa.

-Hola. -dijo con media sonrisa.

-Hola, cielo. ¿Quieres cenar? -le preguntó Marcel.

-No, gracias. No tengo hambre. Tan solo quiero un poco de agua. -dijo Inés, aparentemente tranquila.

Bebió y volvió a su cuarto. Se tumbó otra vez en la cama y cerró los ojos. No estaba dormida, pero necesitaba descansar. Escuchó la puerta abrirse y miró. Era Mason. Le sonrió y él se sentó a su lado.

-¿Cómo estás? -le preguntó Mason. Ella elevó sus hombros.

-Como puedo. Por lo menos todavía me queda un mes y medio aquí. -dijo ella. Mason asintió y apretó sus labios.

-Yo he decidido algo, ahora mismo. -dijo él. Ella lo miró pero él miraba el suelo.- ¿Te acuerdas de lo que me dijo Rachel? ¿Qué por qué no hacía nada para mi mismo? Bueno, pues he decidido que voy a unirme al equipo universitario de Duendes Verdes.

-Eso es genial. -dijo ella, mientras una lágrima empezaba a caer por su ojo izquierdo.

-Y lo voy a hacer por ti. Porque es algo que nos une de alguna manera. El baloncesto. -explicó él.- Desde que llegaste me di cuenta de lo importante que puede llegar a ser el baloncesto. Estás jugando con hombres por tu amor a ese deporte. Y entonces me di cuenta de todo lo que me gustaba también a mi. Además, un periodista deportivo debe de conocer el deporte del que habla.

-¿Seguirás siendo comentarista en los partidos de Duendes Verdes? -preguntó Inés, llorando.


-Sí, en todos en los que no juegue sí. Pero no voy a llorar hoy. -dijo él, secándose una pequeña lágrima que amenazaba con salir de su ojo.- Todavía tengo un mes y medio y no lo voy a desperdiciar. -dijo él. Se acercó a ella y le dio un beso.

1 comentario:

  1. Me ecanta la relacion que tiene ines con bella. siguela :)

    ResponderEliminar