Bajó del avión y colgó su bolso del hombro izquierdo.
Se acercó a la zona de las maletas y enseguida encontró su bolsa de
deporte gris, donde llevaba todo. La colgó de su hombro derecho y
empezó a caminar hacia la salida, donde las familias estaban
esperando. Vio una cámara de televisión entrevistando a una pareja.
Sonrió al escuchar a la pareja hablar de su hijo.
Siguió caminando y encontró con la mirada a su familia
sentada en unas sillas de plástico. Su madre, Carmen, estaba leyendo
una revista. Su padre Mariano leía un libro. Pero sus dos hermanas
pequeñas la estaban esperando. Andrea y Lucía, en cuanto la vieron,
gritaron y corrieron a abrazarla. Inés las recibió con los brazos
abiertos. Sus padres se unieron al abrazo. Después interrogaron a
Inés a preguntas.
-¿Cómo es América? -preguntó Lucía.
-¿Cómo te trató la familia Flint? -preguntó Carmen.
-¿Chicos guapos? -preguntó Lucía.
-¿El baloncesto? -preguntó Andrea.
-¿Comes bien o solo hamburguesas? -preguntó Mariano.
-¡Eh! -gritó Inés. Todos se callaron.- Os lo contaré
todo cuando estemos en casa. -dijo ella.- ¿Qué hay para comer,
papá? -Mariano era el cocinero de la casa de los Fernández.
-Lentejas. -dijo Mariano. A Inés se le iluminó la
mirada, era su comida favorita.
Carmen condujo hasta la pequeña casa de los Fernández.
Allí, estaba el coche de Miguel y Rocío. Inés sonrió corrió
hasta entrar en casa, en la entrada se encontró con su hermana y su
novio.
-¡Inés! -gritó Rocío.
-¡Rocío!
-¡Inés!
-¡Rocío! -Lucía entró y las miró.
-Ya empezamos... -se quejó Lucía. Miguel se río y
Rocío e Inés se abrazaron. Cuando se separaron Inés miró a Miguel
-Vas a ser papá. -le dijo con una sonrisa.
-Y tú, tía. -dijo Miguel. Los dos se abrazaron y
Mariano entró con la bolsa de Inés a cuestas.
-¡Tengo regalos para todos! -exclamó Inés.
Todos se sentaron en el salón a abrir los regalos que
Inés había traído de Estados Unidos. Para Carmen un juego de te,
le encantaba tomar te, era una tetera, con tazas, platos y cucharas a
juego. Para Mariano un chándal de Duendes Verdes. Para Andrea, una
muñeca muy famosa en EEUU y una camiseta de Duendes Verdes, también.
Para Lucía un bate de baseball y una pelota de baseball. Para Rocío
y Miguel, unas tazas de EEUU para su casa y unos CDs de Whitney
Houston para su hermana mayor.
Mientras, en Bugle, Lola, Isabella y Grace, desayunaban
en lo que en un futuro sería “Cazadores de Duendes”. Pero
todavía se llamaba Funny Thing. Las tres desayunaban tranquilas
hasta que llegó Claire corriendo y feliz.
-¡Chicas, chicas, chicas! -gritó Claire. Se sentó a
su lado y les enseñó un póster que ponía en letras muy grandes
¡BIENVENIDO 2002!.
-¿Qué es eso, Claire? -preguntó Lola.
-Pues una fiesta el día de fin de año en mi casa.
-explicó Claire.- Y por supuesto estáis todas invitadas. -dijo
repartiendo unas entradas.
-¿Entradas? -preguntó Grace, riéndose.
-Sí, es una fiesta con glamour, no puede entrar
cualquiera. -dijo Claire.- A ver, Lola para tu equipo de baloncesto.
-le dio nueve entradas.- Isabella, para el equipo de animadoras y
para tu hermano, claro. -le dio ocho entradas.- Grace, tú y yo nos
vamos esta tarde a repartir entradas entre el equipo de football y
algunas personas que tengo en esta lista. -dijo sacando un gran lista
de su bolso.
-¿Cuánta gente hay en esa lista? -preguntó Isabella.
-Trescientas personas. -dijo mirando el final de la
lista. Sus tres amigas se echaron las manos a la cabeza.
-¿Entran trescientas personas en tu casa? -preguntó
Grace.
-Sí, cariño. Mi hermana hacía fiestas con más gente
todavía, así que no hay problema. -explicó Claire.- ¿Vendréis?
-Claro. -dijo Lola.
-Sí. -añadió Isabella.
-¿Cómo perderme una fiesta así? -preguntó Grace.
La Navidad llegó, tanto en Madrid, como en Bugle. En
Madrid, Mariano preparó la comida para toda la familia con la ayuda
de Inés y Andrea. Carmen, Lucía y Rocío se encargaron de preparar
la casa. Muy pronto llegó la familia de Miguel y el resto de la
familia de las hermanas, como sus tías y sus abuelos. Interrogaron a
Inés a preguntas sobre Estados Unidos y la llenaron de besos. El
teléfono sonó a media tarde.
-Inés, es para ti. -le dijo Rocío. Inés se acercó al
teléfono y lo puso en su oreja.
-¿Hola? -preguntó.
-¡Inés! Te echo de menos. -le gritó Isabella. Inés
se rió al escuchar la voz de su amiga.
-Bella, ¿cómo estás?
-Bien, pero faltas tú en esta casa. ¿Sabes que Claire
está preparando una super fiesta para el treinta y uno de diciembre?
¡Quiere invitar a trescientas personas!
-¿Trescientas? -preguntó sorprendida Inés.- Está
loca.
-Es una loca. -dijo Isabella. Se escuchó un ruido
extraño.- Inés, Arianna quiere hablar contigo.
-Vale.
-¡Inés! Tengo unos patines nuevos. -dijo emocionada,
Arianna.
-¿En serio?
-Sí. Y una muñeca morena y guapa, como tú. -dijo la
pequeña.
-Gracias, cariño. -dijo Inés, sonriendo.
-¡Mason! -se quejó Arianna.- Adiós, Inés.
-Adiós, Aria...
-¡Inés! No me dejan de atacar, te necesito aquí.
-¡Qué cosas me dices, Mason! -dijo riendo Inés.
-Es que, ¿quién se puede olvidar de una chica como tú?
-le dijo Mason. Inés se puso colorada, dio gracias de que Mason no
la pudiera ver.
-Más te vale no olvidarte de mi.
-Llevas solo dos días fuera y ya me pegaron... -se
quejó Mason. Otro ruido se escuchó e Inés se rió.- ¡Bella! -se
volvió a quejar Mason.
-¡Dame el teléfono! -le dijo Isabella.
-Nos vemos, Inés. -gritó Mason, antes de que su
hermana le quitara el teléfono.
-Te llamaré otro día, Inés. -le prometió Isabella.
-Vale, hasta luego, Isabella.
Inés colgó y sonrió. Se asomó por la puerta de la
cocina y vio a su familia. Entonces se dio cuenta de que ahora tenía
dos familias. Una en Bugle y otra en Madrid.

Me encanta ��
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