sábado, 8 de noviembre de 2014

XXVI.

Lunes cinco de noviembre, la lluvia llegó a Bugle. Llevaba lloviendo toda la noche y no parecía que fuera a parar en toda la mañana. La lluvia no era del agrado de Lola, para nada. Desayunó con una de sus peores caras, mientras su padre cocinaba tortitas.

-¿Quieres tortitas, Lola? -le preguntó George Forbes.

-No, papá. No me apetece. -dijo ella, revolviendo sus cereales en la leche. El timbre sonó y los dos miraron la puerta sorprendidos, no esperaban a nadie. Marilyn llegó corriendo y poniéndose los pendientes. Iba muy elegante, tenía una entrevista de trabajo.

-Yo abro. -dijo ella, sonriente, como siempre. Abrió la puerta y se sorprendió al ver quien estaba del otro lado. Lola desde su sitio no podía ver quien era, pero George desde la cocina sí.- Hola.

-¿Ryder? ¿Qué haces aquí? -preguntó George. Lola se levantó y se acercó a la puerta.

-Hola. Venía por si Lola quería venir conmigo al colegio, tengo paraguas. -dijo Ryder, enseñando su paraguas negro.

-Sí, claro. -dijo Lola, sorprendida.- Espera que cojo...

-No tengo prisa, Lola. -la interrumpió Ryder.

-Entonces, pasa. -le dijo Marilyn, apartándose de la puerta.- ¿Quieres desayunar?

-No, gracias, ya desayuné. -dijo Ryder. Lola se preparó y en menos de diez minutos, los dos estaban saliendo de casa.

-¿Por qué viniste? -le preguntó Lola, mientras se abrigaba debajo del mismo paraguas que Ryder.

-No se, necesitaba un amigo y creo que tú eres la única que todavía no tiene ganas de matarme. -confesó Ryder.

Lola le acarició el brazo con el que él estaba aguantando el paraguas. Notó como los nudillos se volvían de color blanco. Estaban ya en el aparcamiento del instituto y vio el coche de Mason Flint. Del coche salieron Inés y Bella corriendo hacia un lugar donde no se mojaran.

-Para empezar tendrías que superar esto, quizás así pudieras recuperar a tus amigos de verdad. -le dijo Lola, seriamente. Ryder preguntó con la mirada.- Los chicos están molestos porque te estás convirtiendo en una persona avariciosa, envidiosa y egoísta. Y lo estás haciendo porque tienes la necesidad de ser mejor que Mason Flint.

-No es verdad. -le dijo Ryder.

-Sí lo es. Sobre todo quieres ser mejor que él en el equipo y lo único que haces es empeorarlo. No pasas el balón, solo quieres jugar tú... ¿Sabes por qué Mason Flint era tan bueno? No por sus canastas, ni por su defensa. Era tan bueno por sus asistencias sobre todo. Piénsalo. -le dijo antes de irse corriendo para encontrarse en la puerta del instituto con Julian y Claire.

Pero no solo las cosas con Ryder estaban mal en Bugle... Los chicos del equipo de football seguían en una permanente lucha. Por un lado estaban los chicos de Owen y Julian, y por otro los chicos de Rachel. Esto también involucraba a los dos equipos de animadoras, cada uno a un lado.

Julian salía de su clase de Historia el último. En cuanto salió al pasillo se encontró con tres de los jugadores de su equipo que estaban en su contra. Los tres se pusieron delante de él, sin dejarle pasar.

-Tengo prisa, ¿sí? -les dijo Julian, sin ganas de bromas.

-Pero nosotros tenemos que hablar un par de cosas. -le dijo uno de ellos, empujándolo.

Julian sabía que estaba en desventaja, tres contra uno no era justo. Pero Ryder pasó por allí y se acercó despacio a donde aquellos tres chicos empujaban a Julian. Éste le dio un golpe a uno de ellos y los otros se lanzaron contra él. Ryder empezó a correr hacia la pelea y se metió para defender a Julian. En menos de un minuto Owen se metió también, a defender a su amigo. Cuando estuvieron tres contra tres los jugadores de football pararon delante de ellos.

-Esto no se va a quedar así. -dijo uno de ellos, amenazante. Después los tres salieron corriendo.

-¿Estás bien? -le preguntó Owen a Julian.

-Sí... -dijo éste limpiándose un poco de sangre del labio.- Gracias a Ryder, sino me hubieran matado. -dijo mirando a Ryder. Le ofreció su mano.- Gracias, tío. Te debo una.

Ryder estrechó la mano de Julian, suspiró y cogió sus cosas del suelo.

-No hace falta. -dijo Ryder, marchándose por el pasillo.

A la hora de la comida, cuando Ryder pasó por delante de la mesa de Julian y Owen, ambos le sonrieron. Él esbozó una sonrisa y arrastró sus pies hasta la mesa de su equipo. Se sentó con ellos, pero no habló con nadie. Se limitó a responder a lo que le preguntaban y a asentir de vez en cuando.

-¿Por qué le sonreísteis a Ryder Johnson? -le preguntó Isabella a Owen, Claire y Julian también estaban en la conversación.

-Él hoy me defendió contra los chicos de football. Eran tres y me quisieron pegar. -explicó Julian.- Pero Ryder me ayudó.

-Después llegué yo, también. -dijo Owen.

-¿Y Ryder os defendió? -preguntó Claire, desconcertada.

-Sí, no se que le habrá dicho Lola esta mañana, pero no parece la misma persona desde entonces. -dijo Julian, que había visto a su amiga hablar con Ryder esa mañana. Ahora Lola e Inés hablaban con Roberto y con Cosmo.

-No seáis muy duros con Ryder... -pidió Lola.

-¿Por qué dices eso? -preguntó Inés, que no estaba llevando bien las reacciones de Ryder. No solo contra Mason, sino también en la pista de baloncesto, ya que parecía que habían vuelto al primer día donde ninguno de los dos se pasaban el balón.

-Porque hoy me dijo que necesitaba un amigo. -explicó Lola.- Se está dando cuenta de lo que estaba haciendo.

-Tiene que atenerse a las consecuencias. -dijo Cosmo.

-Lo está haciendo. Dale una oportunidad. -le pidió Lola.- Y vosotros también. -les dijo a Robert y a Inés.

-Vale, trenza. -dijo Robert.

-Yo lo voy a intentar... -dijo Inés.


Inés y Lola volvieron a su mesa y, dese allí, vieron como Robert y Cosmo se sentaban al lado de Ryder. Pese a todo eran un equipo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario