lunes, 1 de septiembre de 2014

VII.


El entrenador Forbes los había reunido en el pabellón a las cuatro, a la misma hora que habían sido las pruebas el día anterior. Inés y Lola llegaron juntas y algunos jugadores ya estaban allí. El entrenador fue el último en llegar y los reunió a todos en un círculo.

-Vamos a ver. Seamos sinceros ¿sí? -dijo George Forbes.- Todos estamos sorprendidos por la presencia de Lola e Inés. Pero ellas tienen razón: tienen el derecho a presentarse a cualquier actividad escolar. El equipo consta de doce jugadores como máximo y aquí estáis once, contando a las dos chicas. Por lo tanto, he decidido que os daré una oportunidad a todos. Entrenaremos unas cuantas semanas y quien quiera apuntarse será bienvenido. Pero, dentro de exactamente de tres semanas, decidiré si algún jugador deberá de abandonar el equipo por motivos antideportivos.

-¿A qué se refiere con eso, entrenador? -preguntó Ryder, interrumpiéndolo.

-Para mi, hay algo más importante que el número del marcador: el equipo. Y eso vamos a hacer. Si algunos de vosotros tenéis un problema, lo dejáis fuera de la pista. No hay amistades en la pista. Respeto a todos los compañeros. Respeto hacia mi, por supuesto. -mientras enumeraba sus normas caminaba de un lado a otro, con las manos en la espalda.- Puntualidad siempre. Esfuerzo, el ciento treinta por ciento. Competitividad absoluta. Y la norma más importante, para mi: nunca tirar la toalla.

Lola sabía esa norma. Porque no solo es una norma de George Forbes en la pista de baloncesto, era una norma en la vida. Eso, había sido la primera lección que Lola había aprendido. Nunca tirar la toalla.

-Nos vemos mañana, a las cuatro, aquí. Primer entrenamiento. -dijo George Forbes, para finalizar su discurso de bienvenida.- ¿Alguien quiere decir algo? -preguntó antes de que los adolescentes se fueran.

-Tengo una pregunta. -dijo Ryder.

-Adelante.

-¿Quién será el nuevo capitán? -hasta el momento el capitán del equipo había sido Mason Flint, pero se había graduado el año pasado, dejándolo fuera de combate.

-Vosotros mismos los elegiréis en tres semanas. -dijo George Forbes. Ryder asintió.- ¿Algo más? -nadie contestó.- Muy bien. Hasta mañana, entonces.

Todos los alumnos salieron del pabellón. Inés y Lola iban las últimas, pero George Forbes las interrumpió.

-Lola, Inés. Esperad un momento. -dijo él. Las chicas se miraron y volvieron hacia él.- Vais a tener que demostrar más que ellos. Porque ellos son muy competitivos y lo de que una chica les quite el puesto no les gusta nada. Voy a intentar que podáis jugar, pero no os prometo nada. No se si la federación dejará a dos chicas jugar en liga masculina... Siento que tengáis que jugar en una liga masculino con chicos pero...

-No pasa nada. Nosotras lo que queríamos es jugar. -dijo Inés.

-Está bien, ya podéis iros. -dijo George Forbes. Las dos salieron del pabellón, y fuera estaban Isabella, Claire y Grace, esperándolas.

-¿Y? -preguntó Isabella, cuando las vio. Inés y Lola se miraron y sonrieron.

-Estamos dentro.

Las cinco chicas se emocionaron y se abrazaron en un gran abrazo grupal. Hasta había dos días Claire, Grace y Lola eran animadoras populares, Isabella una animadora cualquiera e Inés la chica de intercambio. Pero ahora las cinco chicas se estaban abrazando porque Inés y Lola serían las chicas de baloncesto. Se separaron del abrazo y se miraron sorprendidas, después se rieron. Un claxon sonó detrás de ellas. Era Mason Flint en el coche familiar.

-Nosotras nos tenemos que ir. Nos vemos mañana. -dijo Isabella.

-Adiós, chicas. -dijo Inés. Las dos se fueron hacia el coche.

-Lola, eres una rebelde. -le dijo Grace, pasando un brazo por encima de los hombros de su amiga.

-¿Te dijo algo tu padre? -le preguntó Claire.

-No, no todavía... -dijo Lola. Entonces Julian y Owen aparecieron.

-¿Estás dentro? -le preguntó Julian.

-Sí. -dijo Lola asintiendo. Su amigo la abrazó y la levantó un poco del suelo.

-Enhorabuena. -le dijo Owen, acariciando su hombro.

-Gracias. -dijo Lola, que no podía borrar la sonrisa de su cara.

-¿Lo vamos a celebrar? -propuso Grace.- Abrieron una cafetería cerca de aquí. Se llama Anna's Café.

-Vamos. -dijo Julian.

Los cinco se fueron a tomar un café juntos. Entraron en aquel bar, que en un futuro se convertiría en “Cazadores de Duendes”, pero eso ellos no lo sabían. Se sentaron en la mesa más alejada, al lado de la ventana. Pidieron unos cafés y pasaron el tiempo riendo.

-Entonces, ¿os aceptaron en el equipo? -le preguntó Marcel Flint a Inés, después de que ella contara su historia, durante la cena.

-Exacto. Pero no sabemos si vamos a poder jugar, todavía... -dijo Inés, asintiendo.

-Nunca en la historia de Duendes Verdes una chica jugó en el equipo masculino de baloncesto. -dijo Mason, asombrado.

-Pues la historia de Duendes Verdes va a cambiar. -dijo Isabella.

-Además, no va a jugar una chica, seremos dos. -dijo Inés.


-Ya estoy en casa. -gritó Lola, cuando entró por la puerta de la cocina. Se encontró con sus padres sentados en la mesa de la cocina.- ¿Pasó algo?

-Siéntate, cariño. -le dijo su madre. Lola se sentó enfrente de sus padres y los miró juntando sus manos encima de la mesa.- Queremos hablar sobre tu entrada en el equipo de baloncesto.

-¿Qué pasa? -preguntó Lola.

-Los chicos son muy competitivos y pueden lastimarte. -dijo el señor Forbes.- Además...

-Papá, ¿tú crees que estoy al nivel del resto de los chicos? -le preguntó Lola, interrumpiendo a George.

-Sí, claro.

-Entonces, no te preocupes. Se que corro el riesgo de fracasar, pero estoy dispuesta a correr ese riesgo. -explicó Lola.

-¿Tanto te gusta el baloncesto? -le preguntó George.


-Tanto como a ti, papá. -dijo Lola, sonriendo. Cogió su mochila y subió a su habitación.

Cumplo con las promesas ;))
Siento por quién esperaba In my life pero fue un intento fallido. Lo siento mucho.
Mi viaje empieza en séis horas, así que siento dejaros durante cinco días.
Un beso,
Cris.~

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