-¡Ya estoy en casa! -gritó Lola, cuando entró por la
puerta de su casa. Su madre estaba cocinando, besó su mejilla y se
sentó en la mesa.
-¿Cómo fue tu primer día de colegio? -preguntó la
señora Forbes.
-Bien, lo mismo de todos los años. Muchas expectativas,
mucha esperanza... -dijo Lola revoleando los ojos.- ¿Dónde está
papá?
-Está fuera, en su canasta.
-Voy con él.
Lola salió por la puerta de atrás y vio a su padre con
un balón de baloncesto. Estaba botando y tirando a canasta. Pero
cuando falló y el balón rebotó en el aro, cayó en manos de Lola,
que desde la linea de tres puntos tiró y encestó.
-¡Esa es mi chica! -exclamó George Forbes.
-Gracias, papá. -dijo ella, chocando su mano con la de
George.
-¿Cómo te fue en el colegio?
-Bien. -dijo con una sonrisa.
-Tengo una buena noticia. Me ofrecieron un trabajo, seré
el nuevo entrenador de baloncesto de tu colegio.
Al recibir la noticia Lola se quedó paralizada. No
podía ser. Si ya iba a ser difícil entrar en el equipo de
baloncesto, con su padre como entrenador sería imposible.
-¿No te alegras? -le preguntó George a su hija.
-Claro que sí, papá. Es una noticia fantástica. -dijo
antes de abrazarlo.
Inés e Isabella bajaron del autobús escolar y fueron
hasta la puerta de su casa riéndose. Hablaban de los compañeros y
de los profesores. Cuando entraron en casa, Arianna las recibió con
un abrazo a cada una y Mason con la mano desde el sillón.
-¿No podías ser un poco más cariñoso, Mason? -se
quejó Isabella.
-No te pases, Isabella. -le dijo él, sin mirarla.
Isabella lo dio por un caso perdido y subió a su habitación con
Inés.
-Cuéntame, ¿qué te pareció el instituto?
-Es enorme y muy bonito. Pero me sigue sorprendiendo que
no haya ni un solo equipo femenino en ningún deporte. -dijo Inés.
-Nunca lo hubo... -explicó Isabella.- ¿Sigues con esa
loca idea de presentarte en las pruebas del equipo mañana?
-Sí, ¿qué es lo peor que me puede pasar? ¿Qué me
digan que no?
-O que todo el equipo se ría y te humillen, Inés. Los
deportistas son muy crueles. -dijo Isabella, preocupada.
-No te preocupes, se manejar la situación.
-Por cierto, ¿qué hacías hoy con Lola Forbes? -cambió
de tema Isabella.
-Nada, hablábamos de baloncesto. Su padre era jugador
profesional de baloncesto y ella ama el baloncesto.
-Pero ella no va a presentarse a las pruebas del equipo,
lo sabes, ¿no? -la advirtió Isabella.
-¿Por qué no? Si realmente ama el baloncesto lo hará.
-dijo Inés.
-Inés, ella sigue los estados sociales del instituto.
No haría nada para romper esa pirámide, en la cual ella está en lo
más alto... -explicó Isabella. La puerta se abrió y Mason asomó
la cabeza.
-Mamá dice que vengáis a cenar. -dijo Mason.
-¿Sabes que se golpea la puerta antes de entrar, Mason?
-se quejó Isabella.
-¿Para qué? -preguntó él, caminando antes de ellas,
hacia la cocina.
-¿Y qué pasaría si estuviéramos desnudas?
-Ni que me fuera a asustar... -dijo Mason riendo. Inés
se rió de la pelea entre los hermanos.
Por la noche Inés preparó la bolsa para ir a hacer la
prueba para el equipo sin duda alguna, la dejó al lado de la puerta
y se fue a descansar, ansiosa por hacer la prueba.
En cambio, Lola, se acostó sin hacerla. La idea de que
su padre era el entrenador la aterrorizaba. Pero en mitad de la noche
se levantó y empezó a prepararla. Cuando ya la estaba terminando la
dejó en el suelo y la metió debajo de la cama, no lo haría. Entre
dudas pasó la noche, durmiendo poco. Pero el despertador sonó a la
mañana siguiente y ella se preparó para ir a clase. Ese día
también eran las pruebas para el equipo de animadoras. Preparó las
cosas para las animadoras y antes de ir a desayunar metió también
las zapatillas de baloncesto que su madre le regaló un año atrás.
-Cariño, ¿no bajas a desayunar? -preguntó su madre,
asomándose a su habitación.
-Sí, ya voy mamá.
Bajó a desayunar y lo hizo en silencio, pensando en lo
que haría ese día. Su padre la llevó al colegio. Cuando bajó del
coche y se encaminó al instituto vio a Inés. La saludó y se acercó
a ella.
-¿Vas a hacerlo? -le preguntó Lola.
-Sí.
-¿Estás segura? -le volvió a preguntar Lola.
-Sí, quiero jugar al baloncesto y punto. -dijo Inés,
muy decidida.- ¿Tú lo vas a hacer?
-Inés, yo... -dijo Lola.
-No me des explicaciones. Lo entiendo. Estás en lo alto
de la pirámide de las clases sociales escolares, no quieres salir de
ahí... -dijo Inés, repitiendo las palabras de Isabella.
Al decir esto se fue directa a su clase de Historia.
Dejó a Lola totalmente desconcertada allí, en la puerta. No sabía
que la gente pensaba eso de ella.

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