Francesca abrió la puerta de cristal con la llave que el dueño del
local le había dado. Ya había firmado la compra, así que ella era
la dueña ahora del local. Sonrió y respiró profundamente el aire
del local. Entonces empezó a toser, el sitio estaba muy sucio. Buscó
la llave de la luz y la encendió. Miró a su alrededor y vio un
lugar perfecto para ella. Era amplio, de madera, con ventanas, una
habitación que sería su despacho e incluso un baño para el
despacho. Además, estaba muy cerca del café, de su casa y del club
de surf de Fear Hill.
Esa misma tarde empezó a arreglar todo. Había contratado una
empresa que iban a adecuar el lugar para la tienda de antigüedades.
Le dijeron que una semana estaría listo. Por eso, esa semana la pasó
recogiendo cosas viejas que la gente quería donar. Donde más cosas
encontró fue en las casas de la colina. Los ancianos que allí
vivían no dudaron en donar un montón de cosas. Sasha la acompañó
todos los días.
-¿Todo esto sirve para algo, Frankie? -preguntó Sasha, metiendo una
caja de cosas viejas en el maletero del coche de Blake.
-A lo mejor a nosotras no, pero hay a personas que sí le sirven...
-dijo Francesca, guardando otra caja.- Gracias, señora Morgan. -le
dijo sonriente a la donante de todo aquello.
Se subieron al coche y Blake las llevó hasta la siguiente parada.
Así se pasaron las mañanas de la semana. Por la tarde, Francesca y
Peter la pasaban en el local, con los constructores que le arreglaban
el local.
-Señorita Ronnie, -le dijo un trabajador, mientras ella hablaba con
su hermano.- ¿tenía pensado pintar el local? -Francesca miró
alrededor, a las paredes de su tienda, y negó.
-No, tan solo darle una capa de barniz a la madera y listo. -dijo
Francesca.
-Perfecto. Así la tendremos lista mañana. -dijo el trabajador.
-Gracias. -dijo Francesca sonriente. Miró a su hermano y lo vio
sonriendo también.- ¿Te gusta la idea?
-Cada vez más. -dijo Peter.
A la tarde siguiente la tienda estaba lista. Francesca quería
empezar a llevar las cosas, ya, pero su hermano se rió y le dijo que
era mejor empezar a la mañana. Y así lo hicieron. La mañana del
lunes 8 de septiembre, Francesca empezó a colocar las cosas en la
tienda. El curso escolar empezaba, así que tuvo que hacerlo sola.
Pero no le importaba.
Lo primero que puso fue un tocadiscos y lo hizo sonar con algo de
música ochentera. Así, la mañana se le hizo más amena. Hasta que
Peter la llamó, para invitarla a comer en el café. Ella dejó todo
como estaba, porque por la tarde volvería.
Tenían previsto la abertura del local el viernes por la tarde. Así
que tuvo que apurar a preparar todo. Por la tarde la ayudaba Peter,
siempre. Y por las mañanas algún día la ayudó Ian o Gustave. Pero
ella se pasaba los días allí, estaba tan emocionada. Incluso le
había pagado un viaje en tren a su madre para el viernes. El tren
llegaba el jueves por la tarde y Francesca se olvidó de ir a
buscarla.
-¿Francesca? -preguntó Sasha, la madre de Peter, asomándose por la
puerta de la tienda. No vio a Francesca, por eso preguntó. Francesca
apareció de estar debajo de la mesa de la caja.
-Estoy aquí. -dijo Francesca.
-¿Qué hacías ahí abajo? -preguntó Sasha, adentrándose en la
tienda y cerrando la puerta tras ella.
-Termino de colocar todo. -dijo Francesca. Limpiando la superficie de
una mesa.
-Está todo divino.
-Gracias.
-Peter me dijo que hoy no te pudo venir a ayudar y quería echar un
vistazo por si necesitabas una mano.
-Gracias, Sasha. Pero no era necesario... -dijo Francesca.
-Sí, lo era. -interrumpió Sasha.- Como me dijiste tú misma, nos
guste o no, somos familia.
-Sí, lo dije. -dijo Francesca, riéndose.
-Venga, te ayudo. -dijo Sasha.
Dejó el bolso y el abrigo en el despacho y se puso a ayudar. Ya
estaban terminando, Francesca cerraba las persianas y Sasha terminaba
de barrer, cuando la puerta se abrió.
-Frankie, mira lo que encontré yendo hacia casa... -dijo Peter,
entrando. Detrás de él estaba Gabriella.
-¡Mamá! -dijo tapándose los ojos.- Me olvidé de ir a buscarte
porque estaba...
-Tranquila, cariño. -dijo Gabriella.- ¿No me vas a dar un abrazo?
-Francesca sonrió y abrazó a su madre.- Hola, Sasha. -dijo
Gabriella al ver a la ex novia de su difunto marido.- ¿Cómo va
todo?
-Va bien.. -dijo Francesca, después de un suspiro.
-¿Por qué no vamos a cenar y hablamos más tranquilamente? -propuso
Peter.
-Claro. -dijo Francesca.- Avisad a Marcus y a Sasha. Cenamos todos
juntos.
Al día siguiente, después de comer, Francesca se vistió muy
elegante. Por un momento no parecía que tuviera dieciocho años,
sino veinticinco o veintiséis. Se vistió con un vestido negro y
unos tacones del mismo color. Recogió su pelo en una coleta y se
maquilló un poco. Su madre iba muy elegante también, al igual que
Sasha, Marcus y Peter. Sasi quizás no iba tan elegante, su espíritu
juvenil no había muerto, ni lo haría en un largo tiempo...
Delante de la puerta de Paradise, había un lazo rojo, que el
mismo alcalde cortaría. También había un micrófono y los
altavoces para lanzar el sonido. Todo el mundo de Fear Hill estaba
allí, ansioso por la apertura de la hija de Louis Roonie. Francesca
llegó en el coche de Peter y se acercó al alcalde.
-Es un placer, Ronnie. -le dijo el alcalde, posando las manos en los
hombros de Francesca. Ella sonrió, suspiró y se acercó al
micrófono.
-Buenas tardes a todos y muchas gracias por estar aquí. -dijo
Francesca, a través del micrófono.- Hoy, se inaugura mi proyecto,
el proyecto Paradise segundo. Esta vez no es un café, -dijo
con una sonrisa, algunas personas se rieron.- sino una tienda de
antigüedades. Gracias a la maravillosa gente de este pueblo, pude
recoger y guardar viejas cosas. Algunas con dueños y otras sin
ellos. Lo que pretende este proyecto es encontrarle nuevos dueños a
las cosas perdidas, a las cosas viejas. Que, aunque sean viejas,
tienen mucho valor. Así que, ahora os invito a todos a pasar y echar
el primer vistazo a Paradise. -dijo señalando la puerta de la
tienda.
Todos aplaudieron y dirigieron sus miradas al alcalde que estaba a
punto de cortar el lazo de la puerta de Paradise. Cuando éste
lo hizo todos volvieron a aplaudir y Francesca fue la encargada de
abrir la puerta y dejar pasar a todos.
Cuando la noche se acercaba y la gente empezaba a dejar la tienda,
Francesca vio a Sasha y a su madre mirando una pared de la tienda.
Era una pared completamente cubierta por fotos antiguas de Fear Hill.
En muchas de ellas estaba Louis presente. Francesca miró a Peter y
los dos se sonrieron. Cogió dos cajas que tenía guardadas en su
despacho y se acercó a ellas.
-¿De dónde sacaste tantas fotos? -le preguntó Sasha a Francesca,
cuando ella y Peter se acercaron a sus madres.
-La biblioteca está llena de ellas. -dijo Francesca.- Tenemos una
cosa para vosotras.
-¿Qué? -preguntó Gabriella, sorprendida.
-Sí, tomad. -dijo Peter.
Él le dio una caja a su madre y Francesca otra a Gabriella. Las dos
las abrieron y en el interior de cada una había una fotografía. En
la caja de Gabriella había una foto de Louis surfeando cuando él
era joven. Y en la caja de Sasha estaba la famosa foto de 1986 que
tanto persiguió a Francesca en los últimos meses. Ambas madres
sonrieron y abrazaron a sus hijos.
Siento comunicar que solo queda un capítulo. ¡El final! Pero que nadie se alarme, tengo varias opciones para traeros. Sólo quería pediros vuestra opinión más sincera sobre Un paraíso sin descubrir.
Un besote a todos,
Cris.~

Ahi me encanto!!!
ResponderEliminarEspero el ultimo Capitulo :)