martes, 5 de agosto de 2014

39:

-¡Francesca corre! -le gritó su hermano.

Ambos estaban en la playa, acababa de amanecer y ellos ya estaban entrenando. Francesca corría por la orilla mientras Peter la cronometraba.

-Treinta y dos, cero nueve. -dijo Peter, mirando el reloj.- No está nada mal. -chocó la mano con su hermana y está intentó recuperar el aliento.- ¿Estás bien?

-Un segundito... -pidió respirando profundamente.

-Vale, después vamos a empezar con abdominales, flexiones, glúteos y lumbares. -dijo Peter, mirando una tabla que tenía en las manos.

-¿Qué? ¿Por qué? -se quejó Francesca.

-Si quieres ser una ganadora tendrás que trabajar muy duro. -dijo Peter.- Venga, vamos.

Francesca empezó haciendo abdominales, mientras, Peter le agarraba los pies y contaba en voz alta. Lo mismo hizo que el resto de ejercicios. Los más madrugadores empezaban a estar por las calles y los miraban. Entre ellos Marcus y Sasha salieron de su casa.

-¿Trabajando tan duro a estas horas? -dijo Marcus, acercándose a ellos.

-Sin sudor no hay victoria. -dijo Francesca, haciendo ejercicios de lumbares.

-No te pases con ella, Peter. -dijo Marcus. Peter se rió.

-¿Cómo estás, hijo? -le preguntó Sasha. Estaba muy preocupada desde que se había ido de su casa.

-Estoy bien, mamá... -dijo Peter, cansado de la pregunta.

-¿Seguro? Estáis los dos más delgados. -dijo mirándolos.

-Yo estoy más delgada porque me explotan... -se quejó Francesca. Marcus se rió de la chica.

-De verdad, mamá, estamos muy bien. -repitió Peter.- ¿Y mi hermana? -preguntó, refiriéndose a Sasha.

-Durmiendo, tiene el día libre. -dijo Marcus.

Peter y Francesca se rieron y el matrimonio los dejaron con el entrenamiento. Poco después, cuando la gente empezaba a llegar a la playa, dejaron en entrenamiento y Peter se fue al café, a trabajar. Francesca estaba recogiendo sus cosas para ir a ducharse a su casa y hacer algo productivo, como buscar trabajo, pero se encontró con Zane.

-Hola. -dijo él antes de darle un beso.

-Hola, Zane. -dijo ella, después del beso.

-¿Qué haces a estas horas en la playa? -preguntó Zane, sorprendido.

-Peter me hizo madrugar para venir a entrenar un poco... -dijo Francesca. Zane sonrió y la abrazó.

-¿Estás muy cansada o te quedas un poco conmigo? -preguntó Zane.

Francesca lo miró pensativa, pero después sonrió. Zane tiró sus cosas a la arena y la cogió en brazos. La llevó corriendo hasta el agua. La dejó en la orilla y se empezaron a salpicar. Hasta que ella se colgó del cuello de Zane y se empezaron a besar.

Algo los interrumpió, los gritos de felicidad de unos jóvenes. Miraron al pequeño acantilado y vieron a un grupo de chicos lanzándose desde allí con una cuerda. Los dos se miraron y se sonrieron. Salieron del agua y subieron al acantilado. Se llegaba muy rápido desde la playa, apenas dos o tres minutos. Cuando llegaron allí se acercaron a un chico.

-Perdona, ¿os importa si nos tiramos? -preguntó Zane.

-Claro que no. Esto ni siquiera es nuestro. Solo lo utilizamos. -dijo el chico con una sonrisa.

Zane y Francesca esperaron en la pequeña cola. Primero fue Francesca. Cogió carrerilla y echó a correr hacia la cuerda. Zane se quedó fascinado con el poco miedo y la decisión con la que Francesca se tiró. Se agarró a la cuerda, dejó que ésta avanzara hasta estar sobre el mar, se soltó y se dejó caer en el agua con un grito de adrenalina.

-Ha sido increíble. -dijo Zane, cuando llegó al lado de Francesca, en el agua.

-¿Volvemos? -propuso Francesca.

Zane asintió. Cuando corrían hacia el acantilado de nuevo se cruzaron con Ian y Victoria. Se pararon y los miraron con una sonrisa.

-¿Qué pasa? -preguntó Victoria.

-¡No sabéis lo que es! -exclamó Francesca.

-¡Increíble! -dijo Zane.

-Pero, ¿qué pasa? -preguntó Ian, otra vez.

-Nos acabamos de tirar desde el acantilado. -dijo Francesca, señalando la cuerda.- Tenéis que probarlo, de verdad...

-Sí, vamos. -le dijo Ian a Victoria.

-¿Yo también? No me gusta mucho nadar y esas cosas.. -dijo Victoria.

-Vamos, es fantástico. -dijo Francesca tirando de ella por su muñeca. Los cuatro subieron y esperaron en la cola. Esta vez Ian iba primero. Se tiró sin miedo y disfrutándolo. Después iba Victoria, pero dejó que Zane fue primero.

-Vamos, Vicky. Tírate. -le dijo Francesca, que iba tras ella.

-No, tú primero. -insistió Victoria.

-No, vamos, no seas cobarde. -dijo Francesca, señalando la cuerda.

-¿Cobarde? ¿Me acabas de llamar cobarde? -dijo Victoria, ofendida. Francesca entendió cual era el mejor método para hacer que su prima se tirara.

-Sí, cobarde... -dijo mirándola con una mirada desafiante.


Victoria apretó sus labios, se giró, miró la cuerda y echó a correr hacia ella. Se agarró fuerte y cuando estuvo sobre el mar se soltó, acompañada con un pequeño grito. Francesca se rió y fue tras ella.

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