sábado, 19 de julio de 2014

26:

No podía ser, no podía ser cierto. Desde que su prima había descubierto que Louis y Sasha fueron pareja, una idea rondaba y rondaba en su cabeza. Una idea que al mismo tiempo de rechazarla estaba segura de que era cierta. Pero no quería, no quería que fuera verdad.

Dos mil catorce menos veintisiete, mil novecientos ochenta y siete.

Cogió la bicicleta y empezó a pedalear hacia la playa y después hacia la colina. Cuando llegó al pie de la colina, cuando la cuesta empezaba a ser muy pronunciada, se bajó de la bicicleta y empezó a caminar. La cabeza le daba vueltas y vueltas y más vueltas.

Tardó, al menos, cuarenta minutos en llegar a la vieja casa verde. Esta vez iba sola y, pese a que tenía más miedo que la otra vez, estaba decidida a entrar. Dejó la bicicleta en la entrada, apoyada contra la vaya blanca. Entró despacio y empujó la puerta. Caminó hasta el piso de arriba y entró en la habitación de su padre.

La registró, registró la habitación. De arriba a abajo. Pero no quedaba nada. Todo lo contrario que en la habitación de Nina, donde todos sus recuerdos estaban ahí todavía. Pero entonces Francesca recordó lo que le había llamado la atención a Victoria la otra vez. Las letras en la puerta de la habitación de su padre.

SL, claro, ahora tenía sentido. Sasha y Louis, eso quería decir. O quizás Sasha Lower, el apellido de soltera de Sasha, apellido que se conservaba gracias a Peter.

Pero no había nada, nada más que esas dos letras en toda la habitación. Francesca se fue frustrada. Cogió la bicicleta y se iba a ir, pero se detuvo pensativa. El buzón. Ese buzón que ella misma había recogido un par de semanas antes del suelo. Ronnie. Era el buzón de los Ronnie. Lo abrió y sacó de allí una carta, solo una carta. Estaba vieja y húmeda, pero todavía se leía. Para Louis. Era para su padre.

Volvió al interior de la casa y fue a la cocina. Todavía quedaban dos sillas allí, se sentó en una y respiró profundamente. Abrió la carta y la leyó.

Hola, Louis. Te parecerá patético que te escriba una carta, en vez de esperar a que vuelvas de la universidad, si es que algún día vuelves, pero así es la única forma en la que te puedo decir todo lo que te quiero decir. Es estúpido que tu ex novia te escriba una carta dos meses después de que te dejara, ¿no? Pero es que siento que cometí un error, un grave y enorme error.

Te dejé porque estaba furiosa y enfadada. Tú te ibas a la universidad, dejándome aquí, sola y aun encima tuviste la cara de ponerle mi nombre al café. ¿Por qué hiciste eso justo antes de marcharte? Pero yo no podía seguir con un chico al que vería una vez cada dos meses, o menos.

Pero tres años de pareja no se olvidan así de rápido y espero que tú no los hayas olvidado ya. Fuiste mi primer amor y, por ahora, la única persona a la que amé de verdad. Te di mi primer beso y algo más. Algo que no voy a recuperar jamás. No siento que fuera tiempo perdido, pero fue tiempo.

Últimamente nada me sale bien, aunque supongo que eso ya lo sabrás, seguro que Nonis te lo contó todo. Como ya sabes, los chicos renunciaron a su parte del café, hasta que quedamos tú y yo. Y a ti se te ocurrió la maravillosa idea de cambiarle el nombre al café. ¿Por qué? ¿Por qué le pusiste mi nombre al café? Pero, después de que te fueras no pude hacer demasiado. Contraté a tres camareros a media jornada y yo estoy allí todo el tiempo. No salgo del maldito café. Pero lo que peor llevo es estar sola. Perdí a todos mis amigos y a mi novio. Y los perdí por mi culpa. Los chicos ya no me hablan, no los traté bien, y tú ni siquiera me escribes una mísera carta, normal, después de la manera en la que te dejé...

Pero tienes que entenderlo, Louis. Tenía miedo, mucho miedo. Tú te ibas a ir y yo ¿qué? ¿Me quedaba aquí esperando una carta o que vinieras un fin de semana al mes? Yo tenía miedo a sufrir. Tú te ibas a la universidad y puede que te enamoraras de otra. Por eso te dejé, porque fui una niñata, tonta y egoísta. Y ahora no se qué hacer...

Bueno, mejor siéntate que ahora viene lo fuerte. Hace dos meses que llevo llorando por las esquinas porque perdí al amor de mi vida. Dos meses... Y también hace dos meses que no me encuentro muy bien. Estoy embarazada, Louis. Y el bebé es tuyo, claro. Yo no te estoy pidiendo nada, solo quiero que lo sepas.

Siento mucho que tenga que ser así...

Te quiero muchísimo.

Sasha Lower.

Francesca terminó de leer y se tapó la boca con la mano. Lo que ella pensaba era cierto. Volvió a leer la carta dos veces más, quería estar segura de todo. Pero no había margen de equivocación. Peter era hijo de su padre. Peter era su medio hermano.

No se lo podía creer...

Cogió la bicicleta otra vez y bajó la colina. Llevaba la carta en el bolsillo trasero de su pantalón. Cuando llegó al pie de la colina miró a su alrededor. No sabía a donde ir. En su casa solo estaría Sean y ¿que haría con Sean? ¿Acusarlo, interrogarlo o contarle sus sentimientos? No, no iría a su casa.

Necesitaba una explicación, eso necesitaba. Así que pedaleó paralela a la playa. Cuando llegó al café dejó la bicicleta apoyada en una pared y miró el cartel de Sasha's. Casi podía hasta ver el viejo cartel de Paradise allí mismo. Seguro que aquella fue una buena época, pensó Francesca.

Suspiró muy profundamente y comenzó a caminar hacia la puerta del café. El cartel de Cerrado, dejaba bien claro que nadie era bienvenido en ese momento. Pero ella abrió la puerta y entró. Sasha Lower estaba sentada en una de las mesas, con unos informes delante.

-Está cerrado. -dijo Sasha, sin levantar la mirada. Al no notar movimiento ni ninguna disculpa levantó la mirada enfadada.- ¿No sabes leer? Está cerrado. -al ver a Francesca se quedó callada.- Te tienes que ir.

-No. -dijo Francesca seca y directa.

-Francesca, está cerrado. -dijo Sasha.- Si buscas a mi hija está en casa.

-No busco a tu hija, te busco a ti. -dijo Francesca acercándose a ella.- Tengo que hablar contigo. -dijo cuando estuvo delante de la mesa donde la mujer trabajaba.

-¡Ahora no puede ser, Francesca! -gritó Sasha.

Francesca metió la mano en su bolsillo trasero y sacó la carta. La levantó y la tiró encima de la mesa. Sasha miró la carta y la acarició con las yemas de los dedos. Cuando levantó la mirada para mirar a Francesca todo el color de su cara se había esfumado.

-¿De dónde sacaste esto? -preguntó tartamudeando Sasha.

-Del buzón de la antigua casa de los Ronnie. -dijo Francesca.

-¿Qué? -dijo Sasha, sorprendida.

-Esa carta nunca llegó a su destino, Sasha.

-¿La leíste? -preguntó aterrorizada, Sasha. Francesca asintió. Sasha soltó todo el aire de sus pulmones en un solo segundo y bajó la mirada.- Siéntate.


La mujer se levantó y cerró con llave la puerta del café.

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