No podía ser, no podía ser cierto. Desde que su prima había
descubierto que Louis y Sasha fueron pareja, una idea rondaba y
rondaba en su cabeza. Una idea que al mismo tiempo de rechazarla
estaba segura de que era cierta. Pero no quería, no quería que
fuera verdad.
Dos mil catorce menos veintisiete, mil novecientos ochenta y siete.
Cogió la bicicleta y empezó a pedalear hacia la playa y después
hacia la colina. Cuando llegó al pie de la colina, cuando la cuesta
empezaba a ser muy pronunciada, se bajó de la bicicleta y empezó a
caminar. La cabeza le daba vueltas y vueltas y más vueltas.
Tardó, al menos, cuarenta minutos en llegar a la vieja casa verde.
Esta vez iba sola y, pese a que tenía más miedo que la otra vez,
estaba decidida a entrar. Dejó la bicicleta en la entrada, apoyada
contra la vaya blanca. Entró despacio y empujó la puerta. Caminó
hasta el piso de arriba y entró en la habitación de su padre.
La registró, registró la habitación. De arriba a abajo. Pero no
quedaba nada. Todo lo contrario que en la habitación de Nina, donde
todos sus recuerdos estaban ahí todavía. Pero entonces Francesca
recordó lo que le había llamado la atención a Victoria la otra
vez. Las letras en la puerta de la habitación de su padre.
SL,
claro, ahora tenía sentido. Sasha
y Louis, eso quería
decir. O quizás Sasha
Lower, el apellido de
soltera de Sasha, apellido que se conservaba gracias a Peter.
Pero
no había nada, nada más que esas dos letras en toda la habitación.
Francesca se fue frustrada. Cogió la bicicleta y se iba a ir, pero
se detuvo pensativa. El buzón.
Ese buzón que ella misma había recogido un par de semanas antes del
suelo. Ronnie. Era el
buzón de los Ronnie. Lo abrió y sacó de allí una carta, solo una
carta. Estaba vieja y húmeda, pero todavía se leía. Para Louis.
Era para su padre.
Volvió al interior de la casa y fue a la cocina. Todavía quedaban
dos sillas allí, se sentó en una y respiró profundamente. Abrió
la carta y la leyó.
Hola,
Louis. Te parecerá patético que te escriba una carta, en vez de
esperar a que vuelvas de la universidad, si es que algún día
vuelves, pero así es la única forma en la que te puedo decir todo
lo que te quiero decir. Es estúpido que tu ex novia te escriba una
carta dos meses después de que te dejara, ¿no? Pero es que siento
que cometí un error, un grave y enorme error.
Te dejé
porque estaba furiosa y enfadada. Tú te ibas a la universidad,
dejándome aquí, sola y aun encima tuviste la cara de ponerle mi
nombre al café. ¿Por qué hiciste eso justo antes de marcharte?
Pero yo no podía seguir con un chico al que vería una vez cada dos
meses, o menos.
Pero tres
años de pareja no se olvidan así de rápido y espero que tú no los
hayas olvidado ya. Fuiste mi primer amor y, por ahora, la única
persona a la que amé de verdad. Te di mi primer beso y algo más.
Algo que no voy a recuperar jamás. No siento que fuera tiempo
perdido, pero fue tiempo.
Últimamente
nada me sale bien, aunque supongo que eso ya lo sabrás, seguro que
Nonis te lo contó todo. Como ya sabes, los chicos renunciaron a su
parte del café, hasta que quedamos tú y yo. Y a ti se te ocurrió
la maravillosa idea de cambiarle el nombre al café. ¿Por qué? ¿Por
qué le pusiste mi nombre al café? Pero, después de que te fueras
no pude hacer demasiado. Contraté a tres camareros a media jornada y
yo estoy allí todo el tiempo. No salgo del maldito café. Pero lo
que peor llevo es estar sola. Perdí a todos mis amigos y a mi novio.
Y los perdí por mi culpa. Los chicos ya no me hablan, no los traté
bien, y tú ni siquiera me escribes una mísera carta, normal,
después de la manera en la que te dejé...
Pero
tienes que entenderlo, Louis. Tenía miedo, mucho miedo. Tú te ibas
a ir y yo ¿qué? ¿Me quedaba aquí esperando una carta o que
vinieras un fin de semana al mes? Yo tenía miedo a sufrir. Tú te
ibas a la universidad y puede que te enamoraras de otra. Por eso te
dejé, porque fui una niñata, tonta y egoísta. Y ahora no se qué
hacer...
Bueno,
mejor siéntate que ahora viene lo fuerte. Hace dos meses que llevo
llorando por las esquinas porque perdí al amor de mi vida. Dos
meses... Y también hace dos meses que no me encuentro muy bien.
Estoy embarazada, Louis. Y el bebé es tuyo, claro. Yo no te estoy
pidiendo nada, solo quiero que lo sepas.
Siento
mucho que tenga que ser así...
Te quiero
muchísimo.
Sasha
Lower.
Francesca terminó de leer y se tapó la boca con la mano. Lo que
ella pensaba era cierto. Volvió a leer la carta dos veces más,
quería estar segura de todo. Pero no había margen de equivocación.
Peter era hijo de su padre. Peter era su medio hermano.
No se lo podía creer...
Cogió la bicicleta otra vez y bajó la colina. Llevaba la carta en
el bolsillo trasero de su pantalón. Cuando llegó al pie de la
colina miró a su alrededor. No sabía a donde ir. En su casa solo
estaría Sean y ¿que haría con Sean? ¿Acusarlo, interrogarlo o
contarle sus sentimientos? No, no iría a su casa.
Necesitaba una explicación, eso necesitaba. Así que pedaleó
paralela a la playa. Cuando llegó al café dejó la bicicleta
apoyada en una pared y miró el cartel de Sasha's. Casi podía
hasta ver el viejo cartel de Paradise allí mismo. Seguro
que aquella fue una buena época, pensó Francesca.
Suspiró muy profundamente y comenzó a caminar hacia la puerta del
café. El cartel de Cerrado, dejaba bien claro que nadie era
bienvenido en ese momento. Pero ella abrió la puerta y entró. Sasha
Lower estaba sentada en una de las mesas, con unos informes delante.
-Está cerrado. -dijo Sasha, sin levantar la mirada. Al no notar
movimiento ni ninguna disculpa levantó la mirada enfadada.- ¿No
sabes leer? Está cerrado. -al ver a Francesca se quedó callada.- Te
tienes que ir.
-No. -dijo Francesca seca y directa.
-Francesca, está cerrado. -dijo Sasha.- Si buscas a mi hija está en
casa.
-No busco a tu hija, te busco a ti. -dijo Francesca acercándose a
ella.- Tengo que hablar contigo. -dijo cuando estuvo delante de la
mesa donde la mujer trabajaba.
-¡Ahora no puede ser, Francesca! -gritó Sasha.
Francesca metió la mano en su bolsillo trasero y sacó la carta. La
levantó y la tiró encima de la mesa. Sasha miró la carta y la
acarició con las yemas de los dedos. Cuando levantó la mirada para
mirar a Francesca todo el color de su cara se había esfumado.
-¿De dónde sacaste esto? -preguntó tartamudeando Sasha.
-Del buzón de la antigua casa de los Ronnie. -dijo Francesca.
-¿Qué? -dijo Sasha, sorprendida.
-Esa carta nunca llegó a su destino, Sasha.
-¿La leíste? -preguntó aterrorizada, Sasha. Francesca asintió.
Sasha soltó todo el aire de sus pulmones en un solo segundo y bajó
la mirada.- Siéntate.
La mujer se levantó y cerró con llave la puerta del café.

uhh quiero otro capitulo plissss!!!!
ResponderEliminarMásss NOveeee!!!