viernes, 18 de julio de 2014

25:

El Sol en la cara la despertó, algo realmente molesto para Francesca. Se tapó la cara con las sábanas y se revolvió en su cama. Recordó a la hora que había vuelto y entendió el porqué de tanto sueño. Había llegado a las dos de la madrugada, cuando le había prometido a sus tíos que antes de la una estaría en casa.

-Zane, te digo que llego muy tarde. -dijo Francesca. Su cita con Zane se había alargado más de la cuenta. Él la había llevado a cenar a la playa.

-No es tan tarde... Son las dos. -dijo después de mirar su reloj de mano.

-Por eso, le prometí a mis tíos que la una estaría en la cama. -dijo Francesca.

-¿A la una? ¿Tan aburrido pensabas que era? -preguntó Zane, haciéndose el ofendido.

-No es eso. Pero no pensé que se te ocurriera meterte en el mar a las doce y media. -dijo Francesca. Intentó abrir la puerta con cuidado pero ya estaba cerrada.- Mierda, está cerrada. Ven...

Los dos caminaron hasta la parte de atrás de la casa y Francesca se paró delante de la ventana de la habitación de Victoria. Cogió el móvil y la llamó.

-Vicky, mira por la ventana. -le dijo cuando su prima cogió el teléfono.- No, no estoy de broma. Asómate por la ventana, por favor. -esperó a que su prima saliera y cuando lo hizo la saludó con la mano, al igual que Zane.

-¿Qué hacéis ahí a estas horas? -dijo Victoria, algo molesta porque la habían despertado.

-¿Me abres la puerta, por favor? -le pidió Francesca. Victoria resopló y los miró.

-Está bien, ya voy... -dijo desapareciendo. Los otros dos caminaron hasta la puerta principal y allí se miraron.

-Ha sido un placer salir contigo esta noche. -dijo Zane, imitando a un príncipe azul.

-Lo mismo digo. -dijo Francesca.

Los dos se sonrieron y se besaron. Él la agarró por la cintura y ella por la nuca. Estaban tan absortos que no notaron la presencia de Victoria en la puerta hasta que ésta tosió.

-Francesca, tengo algo para ti. -dijo Victoria, entrando en su habitación.

-¿Qué? Vicky es muy temprano. -se quejó Francesca.

-Vamos, es importante. -dijo ella tirando de su prima pequeña. La arrastró hasta su habitación y allí le enseñó la libreta donde apuntaban todo lo que sabían de Louis y su vida en el pueblo.

-¿Qué pasa? -preguntó Francesca.

-Descubrí un par de cosas más. -dijo Victoria. Las dos se sentaron delante de la libreta y del montón de fotos que Victoria tenía allí.- Estaba buscando fotos de mis padres y encontré un par de cosas que nos pueden ayudar a entender todo. Mira. -le enseñó una foto en la que salían Rikki y Nina, las dos abrazadas y sonriendo. Parecía que fueran mejores amigas, inseparables.

-¿Son Rikki y tu madre, no? -dijo Francesca sin verle nada relevante.

-Sí, pero mira esto. -dijo señalando un punto del fondo de la foto. Francesca acercó la fotografía y vio a una pareja besándose. La foto no tenía muy buena calidad pero pensaba que si se fijaba un poco más descubriría quiénes eran.- Son Louis y...

-Sasha. Es Sasha. -dijo Francesca.

-Eso intentaba decirte. Tu padre y Sasha estaban juntos. -dijo Victoria.

-Pero es imposible... -dijo Francesca, pensativa.

-¿Por qué? Mira ahora todo encaja, o casi todo. Sasha y tu padre estaban sentados uno encima del otro en aquella foto. -dijo Victoria, señalando la foto de 1986.

-Pero, si eran pareja, ¿por qué se dejaron de hablar? ¿Y por qué ella no sabe que mi padre se murió? -preguntó Francesca, que le parecía que todo se complicaba más y más cada día.

-No lo sé, Frankie. Pero cada vez estoy más segura de que aquí pasó algo y pasó algo serio. -dijo Victoria, señalando la foto de 1986, en el Paradise.

Las dos bajaron a desayunar. Nina estaba preparando el desayuno para los cuatro. Las dos primas se sentaron y ella las miró sorprendida.

-¡Qué tarde os levantasteis hoy! -dijo Nina.

-Sí, mamá, estábamos cansadas. -dijo Victoria. Francesca estaba tan sorprendida que no podía concentrarse en otra cosa que no fuera en la foto de 1986.

-¿Qué tal tu cita ayer, Frankie? ¿Zane se portó bien? -preguntó Nina. Se quedó mirando a su sobrina que parecía que no iba a contestar, pero Victoria le dio un codazo y Francesca volvió.

-Bien, bien... -dijo Francesca.

-¿Pasó algo? -preguntó Nina con una sonrisa pícara. Francesca se quedó mirándola, sin decir nada.- ¿Francesca?

-Mamá, no la agobies. Son cosas de ella. -dijo Victoria, intentando distraer a su madre. Pero no lo consiguió, Nina era una persona muy observadora.

-¿Qué pasa, Francesca? -insistió ella. Francesca la miró a los ojos directamente y Nina esperó una respuesta.

-Nada, simplemente que no estoy acostumbrada a hablar de estas cosas con nadie que no sea mi madre... -dijo Francesca.

-¿La echas de menos? -preguntó Nina, sintiendo pena por su sobrina. Francesca asintió y Nina se acercó a abrazarla.- Tengo una idea, ¿por qué no la invitamos un par de días? Así la ves un poco...

-No, no, no es una buena idea. Mi madre necesitaba estar sola este verano y volver a la rutina. No creo que sea conveniente que se pase un día conduciendo hasta aquí por mi culpa. Estoy bien, Nina, de verdad.

-Bueno, ¿os apetece ir hoy a de compras? Yo invito. -propuso Nina.

-Sí, claro. -dijo Victoria, emocionada.

-No, Nina, lo siento. No puedo. Le prometí a Blake que lo ayudaría, además tengo que escribirles a mis amigas, las tengo un poco olvidadas. -dijo Francesca forzando una sonrisa.

-Bueno, entonces vamos otro día. -dijo Nina.

-No, mamá. Por favor, vamos tú y yo. -le pidió Victoria.- Quiero probarme unos vestidos que vi el otro día...


Francesca desayunó con ellas, aunque no escuchó ni una sola palabra más. Estaba confusa, sorprendida, intrigada y preocupada. Necesitaba descubrirlo todo, descubrir todo hoy.

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