El Sol en la cara la despertó, algo realmente molesto para
Francesca. Se tapó la cara con las sábanas y se revolvió en su
cama. Recordó a la hora que había vuelto y entendió el porqué de
tanto sueño. Había llegado a las dos de la madrugada, cuando le
había prometido a sus tíos que antes de la una estaría en casa.
-Zane, te
digo que llego muy tarde. -dijo
Francesca. Su cita con Zane se había alargado más de la cuenta. Él
la había llevado a cenar a la playa.
-No es
tan tarde... Son las dos. -dijo después de mirar su reloj de mano.
-Por eso,
le prometí a mis tíos que la una estaría en la cama. -dijo
Francesca.
-¿A la
una? ¿Tan aburrido pensabas que era? -preguntó Zane, haciéndose el
ofendido.
-No es
eso. Pero no pensé que se te ocurriera meterte en el mar a las doce
y media. -dijo Francesca. Intentó abrir la puerta con cuidado pero
ya estaba cerrada.- Mierda, está cerrada. Ven...
Los dos
caminaron hasta la parte de atrás de la casa y Francesca se paró
delante de la ventana de la habitación de Victoria. Cogió el móvil
y la llamó.
-Vicky,
mira por la ventana. -le dijo cuando su prima cogió el teléfono.-
No, no estoy de broma. Asómate por la ventana, por favor. -esperó a
que su prima saliera y cuando lo hizo la saludó con la mano, al
igual que Zane.
-¿Qué
hacéis ahí a estas horas? -dijo Victoria, algo molesta porque la
habían despertado.
-¿Me
abres la puerta, por favor? -le pidió Francesca. Victoria resopló y
los miró.
-Está
bien, ya voy... -dijo desapareciendo. Los otros dos caminaron hasta
la puerta principal y allí se miraron.
-Ha sido
un placer salir contigo esta noche. -dijo Zane, imitando a un
príncipe azul.
-Lo mismo
digo. -dijo Francesca.
Los dos
se sonrieron y se besaron. Él la agarró por la cintura y ella por
la nuca. Estaban tan absortos que no notaron la presencia de Victoria
en la puerta hasta que ésta tosió.
-Francesca, tengo algo para ti. -dijo Victoria, entrando en su
habitación.
-¿Qué? Vicky es muy temprano. -se quejó Francesca.
-Vamos, es importante. -dijo ella tirando de su prima pequeña. La
arrastró hasta su habitación y allí le enseñó la libreta donde
apuntaban todo lo que sabían de Louis y su vida en el pueblo.
-¿Qué pasa? -preguntó Francesca.
-Descubrí
un par de cosas más. -dijo Victoria. Las dos se sentaron delante de
la libreta y del montón de fotos que Victoria tenía allí.- Estaba
buscando fotos de mis padres y encontré un par de cosas que nos
pueden ayudar a entender todo. Mira. -le enseñó una foto en la que
salían Rikki y Nina, las dos abrazadas y sonriendo. Parecía que
fueran mejores amigas, inseparables.
-¿Son Rikki y tu madre, no? -dijo Francesca sin verle nada
relevante.
-Sí, pero mira esto. -dijo señalando un punto del fondo de la foto.
Francesca acercó la fotografía y vio a una pareja besándose. La
foto no tenía muy buena calidad pero pensaba que si se fijaba un
poco más descubriría quiénes eran.- Son Louis y...
-Sasha. Es Sasha. -dijo Francesca.
-Eso intentaba decirte. Tu padre y Sasha estaban juntos. -dijo
Victoria.
-Pero es imposible... -dijo Francesca, pensativa.
-¿Por qué? Mira ahora todo encaja, o casi todo. Sasha y tu padre
estaban sentados uno encima del otro en aquella foto. -dijo Victoria,
señalando la foto de 1986.
-Pero, si eran pareja, ¿por qué se dejaron de hablar? ¿Y por qué
ella no sabe que mi padre se murió? -preguntó Francesca, que le
parecía que todo se complicaba más y más cada día.
-No
lo sé, Frankie. Pero cada vez estoy más segura de que aquí pasó
algo y pasó algo serio. -dijo Victoria, señalando la foto de 1986,
en el Paradise.
Las dos bajaron a desayunar. Nina estaba preparando el desayuno para
los cuatro. Las dos primas se sentaron y ella las miró sorprendida.
-¡Qué tarde os levantasteis hoy! -dijo Nina.
-Sí, mamá, estábamos cansadas. -dijo Victoria. Francesca estaba
tan sorprendida que no podía concentrarse en otra cosa que no fuera
en la foto de 1986.
-¿Qué tal tu cita ayer, Frankie? ¿Zane se portó bien? -preguntó
Nina. Se quedó mirando a su sobrina que parecía que no iba a
contestar, pero Victoria le dio un codazo y Francesca volvió.
-Bien, bien... -dijo Francesca.
-¿Pasó algo? -preguntó Nina con una sonrisa pícara. Francesca se
quedó mirándola, sin decir nada.- ¿Francesca?
-Mamá, no la agobies. Son cosas de ella. -dijo Victoria, intentando
distraer a su madre. Pero no lo consiguió, Nina era una persona muy
observadora.
-¿Qué pasa, Francesca? -insistió ella. Francesca la miró a los
ojos directamente y Nina esperó una respuesta.
-Nada, simplemente que no estoy acostumbrada a hablar de estas cosas
con nadie que no sea mi madre... -dijo Francesca.
-¿La echas de menos? -preguntó Nina, sintiendo pena por su sobrina.
Francesca asintió y Nina se acercó a abrazarla.- Tengo una idea,
¿por qué no la invitamos un par de días? Así la ves un poco...
-No, no, no es una buena idea. Mi madre necesitaba estar sola este
verano y volver a la rutina. No creo que sea conveniente que se pase
un día conduciendo hasta aquí por mi culpa. Estoy bien, Nina, de
verdad.
-Bueno, ¿os apetece ir hoy a de compras? Yo invito. -propuso Nina.
-Sí, claro. -dijo Victoria, emocionada.
-No, Nina, lo siento. No puedo. Le prometí a Blake que lo ayudaría,
además tengo que escribirles a mis amigas, las tengo un poco
olvidadas. -dijo Francesca forzando una sonrisa.
-Bueno, entonces vamos otro día. -dijo Nina.
-No, mamá. Por favor, vamos tú y yo. -le pidió Victoria.- Quiero
probarme unos vestidos que vi el otro día...
Francesca desayunó con ellas, aunque no escuchó ni una sola palabra
más. Estaba confusa, sorprendida, intrigada y preocupada. Necesitaba
descubrirlo todo, descubrir todo hoy.

Yo quiero saber ya!!
ResponderEliminarMásss Novee!!