Otro
día amaneció en Fear Hill y Francesca se levantó para tomar una
taza de café. Era más temprano que el día anterior. Pero Sean ya
estaba en la cocina.
-¡Qué
madrugadora! -dijo Sean. Francesca le sonrió.- ¿Qué te pareció
Fear Hill?
-Es
un pueblo muy alegre. -dijo Francesca.
-Pero
también guarda muchos secretos. -dijo Nina, entrando por la puerta
del jardín. Le dio un beso a su marido.
-¿Qué
quieres decir? -preguntó Francesca.
-Que
Fear Hill tiene muchas leyendas. Y que todos los que nos criamos aquí
tenemos escondidos secretos entre la arena de la playa. -dijo Nina.
Francesca iba a preguntar: ¿Mi padre también guarda secretos
aquí?, pero antes de que pudiera hacerlo, su tía la
interrumpió.- Hablando de la playa, todavía no te compramos los
bikinis.
-No
hace falta, de verdad... -dijo Francesca.
-Sí
que hace. Esta misma mañana iremos de compras tú y yo. -dijo Nina.
Entonces, el timbre sonó.- Yo abro, chicos. -dijo Nina.
Fue a
la entranda. Al abrir la puerta Sean y Francesca escucharon unos
gritos desde la puerta. No eran gritos de dolor o de miedo, eran de
emoción. Sean y Francesca se miraron y los dos fueron hacia la
entrada principal de la casa.
-Nonis,
no me puedo creer que estés aquí. -le dijo una mujer a Nina,
abrazándola. ¿La llamó Nonis? Pensó para sus adentros
Francesca.- ¡Sean! -gritó al ver al marido de que debería de ser
su amiga. La mujer soltó a Nina y abrazó a Sean.- ¿Cómo estáis?
¿Y qué hacéis aquí?
-Este
hemos decidido venir a pasar el verano. -dijo Sean.
-Hacía
tiempo que no veníais... -dijo la mujer desconocida para Francesca.
-Sí,
extrañaba estar en casa... -dijo Nina.- Te presento a mi sobrina,
Francesca. Francesca, ella es Rikki. Es mi amiga de toda la vida y
además la vecina de al lado.
-Hola,
cielo. -dijo Rikki.- ¿Cuántos años tienes? -le preguntó
sorprendida.
-Diecisiete.
-dijo Francesca.
-¡Ah,
te voy a presentar a mis chicos! Son dos chicos guapísimos. -dijo
Rikki. Sean y Nina se rieron.
-No
le hagas caso, está loca. -dijo Nina.- De todas formas, tendrá que
ser otro día. Hoy nos vamos de compras.
-¿Y
por la noche? -propuso Rikki.
-Yo
esta noche no puedo. Hay un concierto en un restaurante de la playa y
me invitaron a ir. -dijo Francesca.
-Pues
mañana, decidido. No hagáis planes para mañana. -dijo Rikki.- En
mi casa, le diré a Ian que haga una barbacoa. -dijo emocionada.
-¿Quién
es Ian? -preguntó Francesca.
-Ian
es mi hijo, el mayor. Tiene la misma edad que Vicky, veinte. Y Blake
tiene un año más que tú, dieciocho. -explicó Rikki.- Te van a
encantar, son guapísimos. Y además, Ian está soltero.
-¡Rikki!
La vas a asustar. -dijo Nina.- Pero tú y yo podemos tomar un café
esta tarde.
-¿Al
Sasha's? ¿Cómo en los viejos tiempos? -propuso Rikki. Las
dos se rieron y Francesca las miró sorprendida.
-Claro.
A las tres. -dijo Nina.
Las
dos se despidieron mientras Francesca cogía su bolso para ir de
compras con su tía. No le hacía mucha gracia, pero pensó que
podría aprovechar e interrogarla. Las dos fueron caminando. Las
tiendas estaban por la misma zona que los restaurantes, en realidad,
toda la vida se hacía por esa zona, al pie de la colina. Entraron en
varias tiendas y Francesca ya tenía un par de bikinis, entonces
decidieron descansar y tomar un batido. Se sentaron en la terraza de
cualquier bar.
-Nina,
¿tú podrías contarme un par de cosas? -preguntó Francesca.
-¿Cosas
cómo qué? -preguntó Nina.
-Como
mi padre. -dijo Francesca. Al escuchar esto, Nina se puso tensa.- Él
nunca me habló de su infancia y su adolescencia aquí, en Fear Hill.
-Louis
fue un chico normal, Francesca. Se nació y se crió aquí, con el
resto de nuestra edad.
-Pero,
¿y sus amigos? ¿Tuvo alguna novia?
-Éramos
adolescentes normales, Francesca. Además, entre los hermanos no se
cuentan muchas cosas que digamos. -dijo Nina. Francesca entendió que
no quería hablar de eso, ahora.- ¿Cuándo llega tu hija?
-En
teoría llegaba este viernes, pero su vuelo se retrasó una semana.
Así que llegará el viernes de la semana que viene. -explicó Nina.-
Voy a pagar, ahora vuelvo. -dijo levantándose.
Francesca
sacó su móvil y miró un mensaje de una de sus amigas, pero unas
risas de jóvenes escandalosas llamaron su atención. Miró hacia
atrás y vio a un grupo de chicos. Entre ellos, estaba aquel chico
que se había asomado la noche que se bañó desnuda en la piscina de
sus tíos. Se quedó mirando a él y él la miraba a ella. Francesca
estaba segura de que no la había visto, pero ahora lo estaba
dudando.
-Francesca,
¿vamos? -preguntó Nina.
-Sí,
sí... -dijo Francesca levantándose, pero sin dejar de mirar a aquel
chico. Ahora, él se estaba acercando y estaba sonriendo.
-¡Nonis!
-le dijo a Nina. Francesca suspiró ya que no le iba a hablar a ella
ni la miraba a ella, sino a su tía. Él le había vuelto a llamar
Nonis a su tía, era extraño para Francesca.
-¡Ian,
cielo! Que alegría verte. -dijo Nina, mientras lo abrazaba.
Francesca se quedó dudando otra vez. La noche en la que se estaba
bañando en la piscina la chica lo había llamado Blake, no Ian.
-Lo
mismo digo.
-Está
muy cambiado y mayor. -dijo Nina acariciándole la mejilla.
-Todos
crecemos. -dijo él, con una sonrisa.
-Mira,
ella es mi sobrina, Francesca. -dijo Nina, señalando a su sobrina.
-Hola.
-dijo Francesca, levantando un poco la mano izquierda.
-Un
placer. Me dijo mi madre que mañana venís a comer. Estoy deseando
ver a Vicky. -dijo Ian.
-Lo
siento, pero ella todavía no llegó. Llega la semana que viene de
Francia. Estoy segura de que en cuanto llegue os irá a ver. -dijo
Nina.
Nina
e Ian se despidieron y las dos mujeres continuaron yendo de tiendas.
Nina le compró un montón de ropa a Francesca, que no estaba
acostumbrada a tanto gasto. Pero viendo la casa de sus tíos supuso
que ese gasto no suponía nada para ellos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario