sábado, 15 de marzo de 2014

El sucesor.


Harry Goldman,con todas las propuestas encima de la mesa, pensaba en cual sería la mejor. Durante toda la noche había eliminado alguna, pero no llegaba. Solo podía quedar una. Una de las propuestas era Brianna Parson.

-Mira Molly, así. -le repetía su prima. Brianna tenía veintiocho años y Molly tan solo tenía once. Harry Goldman las había pillado en las pistas de las vías del tren, pero ellas no lo habían visto. Brianna le estaba enseñando a hacer un reverso a la pequeña. Ella lo hacía una y mil veces y Molly la repetía.- No, bota con la otra mano.

-No se botar bien con la izquierda. -le dijo ella.

-¿No sabes botar con la izquierda?

-No. -repitió ella.

-Vamos, inténtalo. -le pidió Brianna. Cuando Molly lo intentó con la izquierda el balón se topó con su pie y se escapó. Estuvieron toda la tarde practicando con la mano izquierda.

Cuatro años después de eso, Molly era capitana de una equipo ganador de las nacionales. Brianna había ayudado a William a entrenarlas, y había ayudado a su equipo a ascender a primera división. Otra de las opciones en las que había pensado era Cassandra John.

-Leyda eso son pasos. -le dijo a su hija en una tarde donde Harry Goldman las estaba observando en el pabellón de Duendes Verdes.

-No lo son, mamá. -le dijo ella.

-Sí lo son. -le discutió Cassandra.

-No, mira. Uno y dos. -contó los pasos que daba repitiendo la jugada.

-Pero estás dando otro aquí. -dijo Cassandra imitando a su hija.

Leyda sería una muy buena jugadora, como su madre. Y Cassandra, había cogido a un equipo “destinado al fracaso” y lo había llevado a primera división. Y estaba seguro que si en la siguiente temporada los seguía entrenando Cassandra y Kayla conseguirían muchos éxitos. Y claro, otra opción era Kayla Marvin.

-Vamos, Eric, no seas cobarde. -le dijo con el balón debajo de su brazo.

-No soy un cobarde. No quiero derrotar a una mujer. -le dijo su pareja. Ella abrió la boca ofendida.

-Tengo las mismas capacidades que tú, querido. -dijo ella.

-Pues venga, vamos. Empieza tú. -le dijo él. Preparado para defender a su novia. Ella atacó y la jugada terminó con un tapón de Eric. Después atacó Eric, que perdió el balón en manos de Kayla. Pasaron así por lo menos media hora, en la que ninguno de los dos metió ninguna canasta.

Y Kayla, ella fue un elemento clave para el ascenso del equipo de Wesley Marshall. Pese a estar embarazada y a tener que trabajar, consiguió ayudar al equipo e ir casi todos los días a entrenar. Además, ese mismo año había conseguido un contrato discográfico. Mejor no le podía haber ido. Otra opción era Ryan Evans, el mellizo titular en su época.

-Chicos, hoy vamos a aprender a jugar al baloncesto. -les dijo Ryan a sus sobrinas y a su hijo. Estaban en el jardín de la casa de Ryan, donde había colocado una canasta, delante del garaje.

-Papá ya nos enseñó a nosotras. -dijo Kelly.

-Lo sé, pero vuestro padre no era el pívot titular. Yo era el pívot titular. -dijo Ryan.

-¿Y eso que es? -preguntó Lisa.

-Pues que mi padre salía al principio del partido y el vuestro no. -dijo Danniel.

-¿Y qué? Papá jugaba después. -dijo Lisa.

-Pero tu padre no metió la canasta definitiva de la final de los nacionales. -dijo Ryan.

-No, pero papá consiguió novia ese día. -dijo Kelly.

-Eso es verdad... -dijo pensativo Ryan.- Recordad esto: lo importante no es ganar..

-Es pasárselo bien. -interrumpió Danniel.

-Eso también, pero lo importante es llevarse a las chicas, hijo. En vuestro caso a los chicos. -dijo Ryan, mirando a sus sobrinas. Los tres pequeños se rieron y después siguieron con la “clase” de Ryan.

Ryan había encestado la canasta de la final. Y sería un gran fichaje para la siguiente temporada. Otra de las múltiples opciones era su hermano mellizo. Noel Evans.

-No, Tara. ¿Cómo vas a coger el balón así? -dijo Noel. Ellos estaban empezando a salir juntos y él tenía veintitrés años y ella diecinueve.

-¿Cómo quieres que lo coja? -le dijo Tara.

-Mira así. -le dijo él, enseñándole como tenía que apuntar a la canasta.

-¿Así? -preguntó ella, cogiendo otra vez el balón. Él se puso detrás de ella y la ayudó.

-¿Ves? Mucho mejor. -ella lanzó el balón y encestó.

-Pero yo no se jugar a este deporte. -se quejó Tara.

-Nunca es demasiado tarde, cariño. -dijo él, recogiendo el balón.

Noel era un jugador que le ponía todas las ganas que podía. Su altura lo delataba y su fichaje sería un gran avance. Aparte de eso, si tenía a los dos hermanos en la pista las jugadas entre ellos podían merecer la victoria. Pero, claro, aun había más opciones. Entre ellas, William Morgan.

-Hola, entrenador. -le dijo Christine que estaba jugando contra Daphne en las vías del tren. Su entrenador las llevaba observando un rato.

-¿Cómo estáis? -les preguntó William.- Quería interrumpiros para deciros una cosa.

-Claro.

-Daphne, acabas de hacer un traspiés. Pero fueron pasos, porque no coincidiste bien el bote con el último paso. Tienes que marcarlo mejor, mira. -William representó como sería la jugada hecha a la perfección.

-¿Así? -preguntó Christine repitiendo a su entrenador.

-Así, perfecto. Vamos, hazlo Daphne. -le pidió el entrenador.

-Vale, yo lo intento, pero no prometo nada. -dijo ella. Repitió la jugada y su entrenador la volvió a corregir. Y la corregiría hasta que le saliera perfecto.

Después de observar algunas opciones más, como Brandon Cooper o Lilly Adams, se decidió. Caminó hasta la casa de su sucesor y llamó a la puerta. Kayla le abrió con Lucas en brazos.

Entrenador! -exclamó cuando lo vio. Lo abrazó y lo invitó a pasar. Eric, Harry y Kayla, con Lucas en brazos, se sentaron en el salón.- ¿Pasa algo? -preguntó Kayla.

-Sí, quiero comunicaros algo. -dijo Goldman. Suspiró antes de seguir hablando.- Ya he escogido a mi sucesor.

-¿Sí? ¿Quién es? -preguntó Kayla, con su perfil más cotilla.

-Es Eric Shaw. -dijo él. Kayla miró a su pareja feliz y él no hizo otra cosa que mirar a Harry Goldman, estupefacto.

-Eric. -le dijo Kayla, para que despertara. Él se levantó y abrazó al viejo.

-Pero, ¿por qué? -preguntó Eric.

-Verás. Es porque tú fuiste mi mano derecha hace quince años, cuando llevé por primera vez a un equipo a la final de los nacionales. Yo los llevé hasta allí, pero tú hiciste que ganaran. Cuando tú estabas en el banquillo el equipo funcionaba mejor. Y estuviste allí siempre, pese que no pudieras jugar. Se que no poder jugar y ver a tus amigos jugar es duro, pero tú lo hiciste. Por eso quiero que seas el próximo presidente de Duendes Verdes.

Eric se volvió a acercar y lo abrazó. Kayla se unió a ese abrazo.

2 comentarios:

  1. Que lindo :)
    Mássssss!!!!!!

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  2. Me encantó!! Me emocioné con el final.. No quiero que termine!!

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