Harry Goldman,con todas las propuestas encima de la mesa, pensaba en cual sería la mejor. Durante toda la noche había eliminado alguna, pero no llegaba. Solo podía quedar una. Una de las propuestas era Brianna Parson.
-Mira
Molly, así. -le repetía su prima. Brianna tenía veintiocho años y
Molly tan solo tenía once. Harry Goldman las había pillado en las
pistas de las vías del tren, pero ellas no lo habían visto. Brianna
le estaba enseñando a hacer un reverso a la pequeña. Ella lo hacía
una y mil veces y Molly la repetía.- No, bota con la otra mano.
-No
se botar bien con la izquierda. -le dijo ella.
-¿No
sabes botar con la izquierda?
-No.
-repitió ella.
-Vamos,
inténtalo. -le pidió Brianna. Cuando Molly lo intentó con la
izquierda el balón se topó con su pie y se escapó. Estuvieron toda
la tarde practicando con la mano izquierda.
Cuatro
años después de eso, Molly era capitana de una equipo ganador de
las nacionales. Brianna había ayudado a William a entrenarlas, y
había ayudado a su equipo a ascender a primera división. Otra de
las opciones en las que había pensado era Cassandra John.
-Leyda
eso son pasos. -le dijo a su hija en una tarde donde Harry Goldman
las estaba observando en el pabellón de Duendes Verdes.
-No
lo son, mamá. -le dijo ella.
-Sí
lo son. -le discutió Cassandra.
-No,
mira. Uno y dos. -contó los pasos que daba repitiendo la jugada.
-Pero
estás dando otro aquí. -dijo Cassandra imitando a su hija.
Leyda
sería una muy buena jugadora, como su madre. Y Cassandra, había
cogido a un equipo “destinado al fracaso” y lo había llevado a
primera división. Y estaba seguro que si en la siguiente temporada
los seguía entrenando Cassandra y Kayla conseguirían muchos éxitos.
Y claro, otra opción era Kayla Marvin.
-Vamos,
Eric, no seas cobarde. -le dijo con el balón debajo de su brazo.
-No
soy un cobarde. No quiero derrotar a una mujer. -le dijo su pareja.
Ella abrió la boca ofendida.
-Tengo
las mismas capacidades que tú, querido. -dijo ella.
-Pues
venga, vamos. Empieza tú. -le dijo él. Preparado para defender a su
novia. Ella atacó y la jugada terminó con un tapón de Eric.
Después atacó Eric, que perdió el balón en manos de Kayla.
Pasaron así por lo menos media hora, en la que ninguno de los dos
metió ninguna canasta.
Y
Kayla, ella fue un elemento clave para el ascenso del equipo de
Wesley Marshall. Pese a estar embarazada y a tener que trabajar,
consiguió ayudar al equipo e ir casi todos los días a entrenar.
Además, ese mismo año había conseguido un contrato discográfico.
Mejor no le podía haber ido. Otra opción era Ryan Evans, el mellizo
titular en su época.
-Chicos,
hoy vamos a aprender a jugar al baloncesto. -les dijo Ryan a sus
sobrinas y a su hijo. Estaban en el jardín de la casa de Ryan, donde
había colocado una canasta, delante del garaje.
-Papá
ya nos enseñó a nosotras. -dijo Kelly.
-Lo
sé, pero vuestro padre no era el pívot titular. Yo era el pívot
titular. -dijo Ryan.
-¿Y
eso que es? -preguntó Lisa.
-Pues
que mi padre salía al principio del partido y el vuestro no. -dijo
Danniel.
-¿Y
qué? Papá jugaba después. -dijo Lisa.
-Pero
tu padre no metió la canasta definitiva de la final de los
nacionales. -dijo Ryan.
-No,
pero papá consiguió novia ese día. -dijo Kelly.
-Eso
es verdad... -dijo pensativo Ryan.- Recordad esto: lo importante no
es ganar..
-Es
pasárselo bien. -interrumpió Danniel.
-Eso
también, pero lo importante es llevarse a las chicas, hijo. En
vuestro caso a los chicos. -dijo Ryan, mirando a sus sobrinas. Los
tres pequeños se rieron y después siguieron con la “clase” de
Ryan.
Ryan
había encestado la canasta de la final. Y sería un gran fichaje
para la siguiente temporada. Otra de las múltiples opciones era su
hermano mellizo. Noel Evans.
-No,
Tara. ¿Cómo vas a coger el balón así? -dijo Noel. Ellos estaban
empezando a salir juntos y él tenía veintitrés años y ella
diecinueve.
-¿Cómo
quieres que lo coja? -le dijo Tara.
-Mira
así. -le dijo él, enseñándole como tenía que apuntar a la
canasta.
-¿Así?
-preguntó ella, cogiendo otra vez el balón. Él se puso detrás de
ella y la ayudó.
-¿Ves?
Mucho mejor. -ella lanzó el balón y encestó.
-Pero
yo no se jugar a este deporte. -se quejó Tara.
-Nunca
es demasiado tarde, cariño. -dijo él, recogiendo el balón.
Noel
era un jugador que le ponía todas las ganas que podía. Su altura lo
delataba y su fichaje sería un gran avance. Aparte de eso, si tenía
a los dos hermanos en la pista las jugadas entre ellos podían
merecer la victoria. Pero, claro, aun había más opciones. Entre
ellas, William Morgan.
-Hola,
entrenador. -le dijo Christine que estaba jugando contra Daphne en
las vías del tren. Su entrenador las llevaba observando un rato.
-¿Cómo
estáis? -les preguntó William.- Quería interrumpiros para deciros
una cosa.
-Claro.
-Daphne,
acabas de hacer un traspiés. Pero fueron pasos, porque no
coincidiste bien el bote con el último paso. Tienes que marcarlo
mejor, mira. -William representó como sería la jugada hecha a la
perfección.
-¿Así?
-preguntó Christine repitiendo a su entrenador.
-Así,
perfecto. Vamos, hazlo Daphne. -le pidió el entrenador.
-Vale,
yo lo intento, pero no prometo nada. -dijo ella. Repitió la jugada y
su entrenador la volvió a corregir. Y la corregiría hasta que le
saliera perfecto.
Después
de observar algunas opciones más, como Brandon Cooper o Lilly Adams,
se decidió. Caminó hasta la casa de su sucesor y llamó a la
puerta. Kayla le abrió con Lucas en brazos.
-¡Entrenador!
-exclamó cuando lo vio. Lo abrazó y lo invitó a pasar. Eric, Harry
y Kayla, con Lucas en brazos, se sentaron en el salón.- ¿Pasa algo?
-preguntó Kayla.
-Sí,
quiero comunicaros algo. -dijo Goldman. Suspiró antes de seguir
hablando.- Ya he escogido a mi sucesor.
-¿Sí?
¿Quién es? -preguntó Kayla, con su perfil más cotilla.
-Es
Eric Shaw. -dijo él. Kayla miró a su pareja feliz y él no hizo
otra cosa que mirar a Harry Goldman, estupefacto.
-Eric.
-le dijo Kayla, para que despertara. Él se levantó y abrazó al
viejo.
-Pero,
¿por qué? -preguntó Eric.
-Verás.
Es porque tú fuiste mi mano derecha hace quince años, cuando llevé
por primera vez a un equipo a la final de los nacionales. Yo los
llevé hasta allí, pero tú hiciste que ganaran. Cuando tú estabas
en el banquillo el equipo funcionaba mejor. Y estuviste allí
siempre, pese que no pudieras jugar. Se que no poder jugar y ver a
tus amigos jugar es duro, pero tú lo hiciste. Por eso quiero que
seas el próximo presidente de Duendes Verdes.
Eric
se volvió a acercar y lo abrazó. Kayla se unió a ese abrazo.

Que lindo :)
ResponderEliminarMássssss!!!!!!
Me encantó!! Me emocioné con el final.. No quiero que termine!!
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