-Prepárate porque Roma viene fuerte. -avisó Elle antes
de irse a dormir la primera noche, en habitaciones separadas.
-¿Que quieres decir con eso?
-Un día que vamos a Siena, dos horas y media de viaje
en coche. Y otro día que vamos a Pisa, tres horas y media en coche.
Y conduces tú.
-¿Estás loca? -le gritó ya a la puerta cerrada de su
habitación.- Voy a mandarle las fotos de Venecia y Verona a Andy.
-se dijo a si misma.
Se puso a buscar el papel donde tenía apuntado su
correo electrónico y empezó a desesperarse cuando no lo encontraba.
Hasta que miró en el bolsillo de la cazadora de Elle, esa que le
había dejado para viajar en el avión esa misma mañana. Encontró
el papel y bufó.
-Zorra... -se lo dijo a su prima, aunque ésta no podía
oírla. Dejó el papel donde lo había encontrado después de
copiarlo a otro que se quedó ella.
A la mañana siguiente Ellie despertó a su prima, como
todas las mañanas y fueron a desayunar fuera del hotel, para no
perder el tiempo. Ese día vieron el Coliseo, la Fuente de Trevi y el
Arco de Constantino. Al día siguiente decidieron ir a ver el
Vaticano y algo más de Roma. Tardaron toda la mañana y parte de la
tarde en ver el Vaticano, lleno de gente, de turistas. Después
fueron a ver la Plaza de España y cenaron por la zona. Al día
siguiente les esperaba Siena.
-La Toscana, mi sueño... -dijo Alex mientras conducía
con sus gafas de sol puestas.
-Pensé que tu sueño era un lugar como Londres o Nueva
York. -dijo Elle entretenida en el mapa de Siena.
-Lo es.
-¿Y la Toscana también? -preguntó levantando la
mirada y mirando a su prima.
-Si. -Elle rió y Alex se defendió.- ¿Qué pasa? ¿No
puedo tener más de un sueño?
-Si, claro que puedes... -cuando se paró de reír se
puso seria y volvió con su tema favorito del viaje.- ¿Hablaste con
Andrew?
-¿Otra vez ese tema? Ellie, no me gusta hablar de eso.
-Pues deberías. Es malo que te lo guardes todo para ti.
-Lo se, pero no estoy guardando nada. Ya te dije lo que
pensaba. Fue un beso, un estúpido beso Elle. Yo no soy como tú.
Para ti cualquier cosa significa amor. Y amor es una palabra muy
grande, Ellie.
-Que profundo eso... -dijo asombrada.- ¿Donde lo
leíste? Es imposible que se te ocurriera a ti sola... -Alexis golpeó
el brazo de Elle y las dos se rieron.
-¿Que te parece si volvemos con el tema de los
musicales?
-Se va a hacer rutina esto de ir en el coche con música
de los musicales más famosos. ¿Con que empiezo? -preguntó
rebuscando entre los CDs.- ¿Chicago?
-Vale, pero después Hairspray.
-Trato. -dijo la menor de las dos.
Puso el CD y
escucharon los dos discos completos antes de llegar a Siena. Cuando
llegaron fueron a ver el Palacio Piccoomini y a Basílica Cateriniana
-o también conocida por San Domenico-. Descansaron para ir a comer y
mientras comían escucharon los gritos adolescentes de un grupo de
chicas que rodeaban a alguien como locas.
-¿Quien será la pobre víctima? -preguntó Alexis.
-No se... -entonces las jóvenes empezaron a cantar.
-It's my life, it's now or never. I'm gonna live
forever... -famosa canción de Bon Jovi.
-Parece que es Jon Bon Jovi. -dijo Elle mirando a la masa de
fans. Cuando se giró hacia su prima estaba ya levantándose y
corriendo hacia los fans que rodeaban a la estrella.
-¿Su compañera está bien? -preguntó la camarera del
restaurante. Entonces Elle, vio como su prima apartaba al resto de
las chicas con codazos y se acercaba a Jon Bon Jovi.
-Si, creo que las que no están tan bien son el resto de
chicas... -dijo viendo como una de ellas se quejaba del golpe que
recibió de Alexis.
Quince minutos después Alexis volvió corriendo a la
mesa, donde ya estaba la comida y Ellie ya estaba comiendo.
-Ellie, Jon Bon Jovi me escribió una dedicatoria. -le
enseñó un papel y Elle lo leyó en alto.
-For Alex. Lots of love (L.O.L.), Jon Bon Jovi.
Because you can.-terminó de
leer y enarcó una ceja.- ¿Lo último a que viene?
-Me preguntó cuál era
mi canción favorita y le dije que era Because we can,
y me escribió eso. -dijo sentándose y guardando su dedicatoria.
-A lo mejor quiere decir algo, Alex...
-¿Otra vez el temita? -dijo enfadada. Ellie levantó
las dos manos y siguió comiendo.
Volvieron tarde a Roma y a la siguiente mañana se
levantaron pronto para ir a Pisa. Desayunaron de camino y fueron
escuchando musicales, como ya era lo habitual en aquel viaje. Cuando
llegaron a Pisa la que se volvió loca esta vez fue Elle. Fueron a
ver la Plaza de los Milagros, el Camposanto, la Plaza de los
Caballeros y la Plaza de la Catedral, dejando para el final la famosa
torre inclinada de Pisa, donde las dos quisieron sacarse una foto
apoyadas en ella. La primera fue Alexis y después Elle.
-Inclinate un poco más, Elle. -le dijo Alex que
intentaba sacar la foto.
-Me voy a caer... -se dijo a si misma.
-Un poco más, vamos... -pidió otra vez Alex. Y
entonces llegó el momento en el Elle perdió el equilibrio y cayó
al suelo. Alex pudo sacar la foto a tiempo y quedó realmente bien.
La cara de Ellie asustada, apoyada en la torre de Pisa como si la
estuviera moviendo de verdad.- ¡La foto quedó genial, Elle! -le
gritó mientras un señor ayudaba a levantarse a Elle.
Volvieron al hotel tarde y en cuanto cayeron en la cama
se quedaron dormidas. A la mañana siguiente, ni Elle se levantó.
Eran las doce y seguían en la cama, hasta que el teléfono de Alex
sonó.
-¿Hola? -dijo medio dormida.
-¿Alex? -preguntó Andrew desde el otro lado del
teléfono.
-¡Andy! Hola, ¿como estás?
-Bien, de vuelta a casa por fin. Sandy arregló lo que
tenía que arreglar con su ex-novio y ayer volvimos a casa.
-Me alegro mucho.
-¿Y tu que tal?
-Bien, más cansada que en Londres pero bien. Ahora
estamos en nuestro último día en Roma y mañana nos vamos.
-¿A donde? -preguntó por simple curiosidad.
-Aun no lo se, pero en cuanto lo sepa te mando un
mensaje.
-¡Alex es tardísimo! Nada de desayunar hoy. Vayámonos.
-gritó Elle desde la puerta.
-Eh... Andy. Tengo que...
-Si, lo se. Tienes que irte. Está bien.
En el último día visitaron la Pirámide Cestia, la
Puerta de San Pablo y, antes de volver a hacer las maletas, la
Iglesia Santa María de los Mártires. Hacía calor, por eso Elle
vestía un vestido y Alex unos shorts. Entraron en la iglesia y
estaban mirándola hasta que un guardia las interrumpió.
-¿Inglés? -dijo con un acento raro, refiriéndose al
idioma. Las dos asintieron.- No pueden estar aquí, así. Tienen que
cubrirse las piernas.
-¿Por que? -preguntó Alex.
-Si no se las cubren tendré que echarlas. -dijo el. Las
primas se miraron indignadas y salieron de la iglesia por ellas
solas.
-¡Ni que fuera para tanto! -se quejó Elle.- Menos mal
que mañana nos vamos a Kea.
-¿Kea? -preguntó Alex.
-Si la isla griega del archipiélago de Las Islas
Cícladas.
-Ah...
Cuando se fueron a la cama Alex mandó el mensaje que
había prometido.

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