-Los quiero acá a las dos. -ordenó Alberto frente a
una fila de adolescentes dispuestos a irse de fiesta.- Mañana
agarramos un avión hacia México a las diez y quiero ganar ese
partido. ¿Quedó claro?
Eugenia, Candela, María, Daniela, Ana y Ángela vestían
sus vestidos y polleras cortitas para ir un rato a bailar. Nicolás,
Agustín, Gastón, Sergio, Rafael y Francisco se pusieron su mejor
remera para conquistar a bellas mujeres. Mientras que Raul, Pablo y
Gonzalo, en jogging veían la TV. Entonces llegaron Peter, Irina y
Rocío, con un balón de básquet en las manos de Rochi y por como
veían suponemos que venían de jugar un pequeño partido.
-¿Van a salir de fiesta hoy? -preguntó Irina.
-Si, ¿se prenden? -dijo Sergio.
-No, mañana tenemos que jugar. -se excusó Irina.
-A mi no me apetece. -dijo Rocío.
-Yo me quedo. -simple y claro Peter.
-¿Ustedes tampoco vienen? -preguntó Eugenia a Raul,
Pablo y Gonzalo mientras se vestía con su abrigo gris.
-¿Que te importa a vos? -le dijo Nicolás.
-¿Que te importa lo que hago o dejo de hacer? -dijo sin
apenas mirarlo.
-No, nos quedamos boludeando un poco por acá.
-¿Seguro? -preguntó María. Los tres hombres
asintieron un vez más.
-Pasenla bien. -dijo Agustín saliendo de la casa ya.
-Yo me voy a duchar. -dijo Irina.
-Yo también. -dijo Rocío. Las dos subieron las
escaleras de la casa topándose con Lali que bajaba.
-¿Ya se fueron? -los cuatro hombres asintieron.- ¿Les
prende si hago una ensalada de fruta? -ya que todavía no habían
cenado porque los demás cenarían fuera de casa.
-Dale. -dijo Gonzalo.- Me muero de hambre.
-Te ayudo. -dijo Peter parándose e iendo a la cocina
con la petiza.- ¿Por que vos no fuíste a bailar? -le preguntó
mientras cortaba un poco de fruta.
-No se, no conozco a nadie todavía y quiero estar con
todos mis sentidos mañana. -dijo ella concentrada buscando un bol
para echarla ensalada.- ¿Vos?
-No apetece. Nunca me gustó bailar...
-Lo dices como si fueras todos los sábados a bailar
lentos. -rió la petiza.
-Todos los sábados no, pero muchas veces. -ella lo miró
enarcando una ceja.- Mis papás tenían muchas cenas de trabajo donde
teníamos que bailar con un montón de minas que no conocía.
-Que bajón. -rió ella.- Yo nunca bailo los lentos.
Cuando estoy en alguna fiesta y es la hora de los lentos me voy.
-¿Por que hacés eso?
-Es que no se bailar lentos... -se excusó ella.
-Es muy fácil. -rió Peter.
-Pero no se. -dijo ella echando todo lo que habñia
cortado Peter en un bol.- Llamá a los chicos, que vengan a cenar.
-Irina y Rocío están bañándose. -dijo el.
-Yo las aviso. -Lali desapareció escaleras arriba
buscando a las rubias. A las que encontró ya listas para cenar. Los
siete jóvenes que se quedaron en la casa cenaron solos, Julia estaba
en su casa y el resto, de fiesta.
-Chicos, hoy hay WNBA. Juega New York Liberty y Chicago
Sky. Estará reñido. -dijo Irina.
-Dale, ¿por que no? -dijo Pablo. Los siete se sentaron
frente al televisor. Julia se despidió de ellos.
-Mañana a las cinco tienen que estar listos. -avisó la
mujer. Cuando salió por la puerta de la academia, Gonzalo y Pablo se
pararon y fueron hasta la cocina. Cuando volvieron al living tenían
las manos repletas de cervezas.
-¿De donde sacaron eso? -preguntó Irina.
-Las compramos ayer. -dijo Gonzalo repartiéndolas.
Las dos de la madrugada llegaron y todos entraron, todos
o casi todos.
-Me voy a la cama, me duelen los pies... -se quejó
Ángela ya descalza.
-Como mañana no puedas jugar, te mato. -se quejó
siguiéndola Cande, seguida por el resto del equipo femenino.
Los chicos fueron subiendo poco a poco a sus respectivos
cuartos. Algunos, bebían un poco de agua o leche, se sentaban para
descansar las piernas, charlaban con los que prefirieron no ir a
bailar... Solo quedaba Peter en la cocina tomándose un vaso de agua
cuando Lali bajó a la cocina y se lo encontró.
-Perdón, no sabía que estabas acá... -dijo cuando lo
vió.
-Tranquila, yo ya me iba a dormir... -dijo el dejando el
vaso en el fregadero. Los dos dirigieron la mirada a Pablo y a Irina
que bajaban corriendo las escaleras.
-Che, Pitt, ¿donde está Euge? -preguntó Pablo.
La puerta e abrió y las cabezas de Nico y Euge
asomándose por la puerta de la entrada.
-¡Mierda! -musitó Eugenia cuando vió a sus amigos.
-No te la puedo creer... -dijo Lali con la boca abierta.
-No todo es lo que parece... -dijo Nicolás levantando
las manos intentando tranquilizar la situación.
-Estuvieron juntos toda la noche ¿verdad? Candela dijo
que no os viera en toda la noche... -dijo Irina bajando totalmente
las escaleras con Pablo a sus espaldas.
-¡Como digan algo los mato! -amenazó Nicolás.
-Ya todos los sabemos. -dijo Peter. Nicolás enarcó una
ceja pidiendo explicaciones.
-Que
no queremos que Mariana y Rocío influyan en el resultado del
partido, así que pensamos que los que van a defenderlas van a ser
los hermanos. -dijo Agustín.
-¡Ah
no! -todos miraron a Benjamín que solo con los pantalones deportivos
hablaba algo enojado.- ¿Se pusieron de acuerdo los super amigos? Los
hermanos se las quiere chamuyar y ustedes utilizan esta excusa...
-¿Es
eso? -intervino Alex.
-Vamos a ver. -explicó Nicolás.- Si se quisieran
levantar a alguna no las defenderían ellos. Por ejemplo, si yo me
quisiera levantar a Eugenia, es solo un ejemplo eh! -sus amigos
rieron.- le mandaré defenderla a Gastón. Y así le hago un bloqueo
y casualmente nos tropezamos... -todos sus amigos rieron, pero a
Alejandro y a Benjamín no les hacia gracia.- ¡No me copien el plan
eh!
-Jodeme... -dijo Irina que era la más sorprendida de
todos.
-Vamos a la cama, mañana tenemos el primer partido...
-dijo Nicolás subiendo las escaleras. Pablo y Peter le siguieron y
las minas se sentaron en la mesada para charlar sobre el tema.
-No se como pudo pasar... -dijo Eugenia tapándose la
cara.
-Contanos... -exijió Lali.
-Estábamos bailando, se acercó a mi y me dijo que
necesitaba habla conmigo. Me pidió disculpas por como me trataba, se
declaró y eso... caí en la trampa. ¡Solo le faltaba cantarme un
tema de Chayanne! -Lali e Irina rieron.
-No creo que fuera una trampa... -dijo Lali ya parada
delante de la puerta del cuarto de las rubias.
-Mañana, en el viaje charlamos. Pero, por favor, no
digan nada. -pidió Euge. Las tres rieron y Lali se fue a su cuarto.

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