-¿Pedimos unos
cafés a Entre Muertes? -propuso Nicolás. Pablo
asintió y llamó a Eugenia para que les preparara 7 cafés.
-Mamá, ¿me contás
de los abuelos? -le preguntó Patricia.
-¿Que quieres que
te cuente?
-No se, ¿como eran?
-Mirá, mi mamá,
era petiza como yo, rubia. Era muy chistosa. Le encantaba reírse y
amaba a Óscar, Lucía, Soraya y a Bea. Siempre me decía que cuando
tuviera hijos la iba a entender mejor, pero nunca fui capaz de hacer
todo lo que ella hizo por mi. Ella siempre tenía tiempo y una
sonrisa para todos. Ella trabaja en la comisaría, me ayudaba con el
colegio, ayudaba a tus primos también, ayudaba a Pato en el trabajo,
a María en las tareas de la casa, a Ana con sus problemas amorosos,
cuidaba su jardín, leía y cuidaba de mi papá en el mismo día.
-Una Macho-woman.
-rió Nicolás.
-Exacto.
-¿Y el abuelo?
-preguntó Patricia.
-El abuelo era tan
cabezadura como yo, como vos o como Pato. Era alto y tenía poco
pelo. El era el que resolvía todos los problemas de la familia.
Cuando yo tenía problemas en la escuela el iba y charlaba con mi
profesor. Cuando Pato no conseguía resolver un caso, el iba y lo
ayudaba. Cuando Ana estaba mal, iba y amenazaba a su marido.
-Patricia rió y Lali sonrió.- Jugaba al football con Óscar todos
los domingos. Yo y Pato íbamos con ellos a veces.
-Eran especiales...
-concluyó Patricia.
-Yo conocí al viejo
Espósito porque soy amigo de Lali desde que somos chiquitos. -dijo
Nicolás.- Era un hombre que admirar.
-Cuando mis papás
se murieron yo me quedé con mis hermanos, sus parejas y sus hijos.
Imáginate como me sentía cuando Pato murió y Óscar aun era menor.
-Por eso se mudó
con vos. -dijo Patricia.
-Exacto.
-¿Como superaste
todo esto? -preguntó Victorio.
-Acá nos
enfrentamos diariamente a la muerte. Superar la muerte de mis papás
fue difícil, pero mis hermanos estuvieron allí. Cuando se murió
María yo me sentí en deuda con Pato, por eso me obligué a
superarlo y ayudar a Pato, Óscar y Lucía. Y después, cuando murió
Pato tuve que superarlo por Óscar, que acababa de perder a su padre,
como lo perdí yo.
-Pero Lali es
fuerte, es la persona más fuerte que conocí. -dijo Nicolás.
Entonces Eugenia entró conn una bandeja repleta de cafés.- Hola, mi
amor. -la rubia le dió un pico y dejó los cafés encima del box de
Patricia.
Mientras charlaban y
bebían el café Peter entró a la comisaría con Ana. Lali y
Patricia corrieron a abrazarlos.
-¿Están todos
bien? -preguntó Peter.
-Si, Carolina ya
está en el avión hacia Londres, Alicia con los abuelos y nosotros
cinco acá. -dijo Patricia refieriendose a Ana, Óscar, Lucía, Lali
y ella misma.
-Bien, se van a
quedar acá por un tiempo al menos. -advirtió Nicolás.- Es
peligroso que estén separados o sin vigilancia.
África llegó de
afuera de la comisaría y se acercó al grupo.
-Dieron la orde de
rastreo y captura, pero necesitamos tu ayuda, Patri. -le dijo a su
amiga. Esta miró a su padre, pidiendo permiso.
-¿Para que?
-preguntó Peter.
-Ella es la única
que los vió de cerca y podría reconocerlos como reconoció a
Dolores. -dijo África. Peter miró a Lali. Todos miraban a la
pareja.
-Está bien. Pero ya
la acompaño. -dijo finalmente Peter. Le dio un beso a Lali y se fue
seguido por su hija y África.
-¿Vos a donde vas?
-preguntó Pablo.
-Con ellos, papá.
-dijo África.
-De eso nada. Voy yo
con ellos, vos te quedás. -ordenó Pablo. Peter, Patricia y Pablo se
prepararon para salir pero antes de que estuvieran listos llegó
Eduardo con tres mujeres detenidas. Les obligó a entrar en la sala
de interrogatorios, Peter y Nicolás entraron a interrogarles y
Patricia se quedó con Eduardo atrás del cristal.
-¿Como se fue
Carolina? -preguntó ella.
-Confusa, pero por
lo menos está lejos y no le pueden hacer nada. -dijo Eduardo.- ¿Vos
como estás?
-Bien... -dijo en un
suspiro la Lanzani.
-No sonó muy bien
eso.. -se quejó Eduardo mirando como Peter y Nicolás interrogaban a
las mujeres.
-Es que... -soltó
un suspiro de rabia y Eduardo se acercó a abrazarla.
-Tranquila, no te va
a pasar nada... -dijo el.- Tenés a la mejor comisaría
protegiéndote. -Patricia rió y sonrió.- ¿Te puedo preguntar algo?
-ella asintió.- Siendo tan jóven ¿porque no vas a divertirte más
amenudo? Una fiesta, un baile, al teatro, al cine... Tu hermana no
pasó ni un día en tu casa.
-Ella siempre fue
más fiestera que yo. Aun que le daba pelea.
-Seguí dándole
pelea. -dijo el atendiendo otra vez al interrogatorio.- ¿Que te
gustaba hacer?
-Bueno, yo era
porrista en el instituto. -admitió medio riendo.
-¿Una porrista en
una comisaría? Sos loca che... -rió.
-Si, toda mi familia
lo está.
Tuvieron que irse ya
que Peter y Nicolás ya terminaran de interrogar a las mujeres.
-¿Y? -preguntó
Lali.
-Una de ellas
confesó. Son 15 mujeres, pero 3 de ellas permanecen todavía en la
cárcel. -informó Nicolás.
-12 menos las 4 que
ya tenemos, nos quedan 8 mujeres. -dijo Peter. Miró a África.-
Reducí la búsqueda a 8 mujeres. -esta asintió y se fue seguida por
su padre. Peter se sentó al lado de Lali y la abrazó.
-¿Ya está?
¿Nosotros no vamos a hacer nada más? -preguntó Patricia mirando a
sus papás.
-Te recuerdo que nos
quieren matar a nosotras, no podemos hacer nada más. -dijo Lali.
-Yo si. -sus padres
la miraron confusos.- Yo las conozco. Puedo ir con ellos y..
-No, .interrumpió
Peter.- es peligroso y no podés salir.
-¿Es una orden como
padre o como inspector? -lo desafió Patricia. Peter sabía por donde
iban los tiros, pero aun así contestó sinceramente.
-Como padre. -dijo
el. Patricia agarró su arma y los volvió a mirar.
-¿A donde vas?
-preguntó Lali.
-Es una orden como
padre, soy mayor de edad y no tengo porque obedecer. Si me quieren
mantener acá van a tener que detenerme. -desafió ahora a su madre.
Lali se mordió la lengua y se volvió a sentar al lado de Peter.
Patricia se giró y se fue. Eduardo fue tras ella.
-¡Mariana! -la retó
Ana.- ¡Es tu hija!
-Lo se, pero tiene
razón. No se lo puedo prohibir... -dijo ella.
-Por favor, Lali.
Sos su madre. -se quejó ahora Lucía. Su tía se giró y la miró.
-Tu papá te pidió
que no estudiaras Forense, y no le hiciste caso.
-Después si.
-rectificó Lucía.
-Pero ella tiene que
cometer errores, y alomejor eso no es un error... -dijo ahora Peter.
-Que familia de
locos... -admitió Óscar en un suspiro.

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